❛ capítulo 6。❜

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Hacía frío

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Hacía frío. Demasiado frío. Un mes estaba a punto de cumplir luego de haber llegado a ese lugar; realmente seguía confundido ¿Porqué seguía aquí? ¿Porqué le trataban tan bien? Incluso la sirvienta del hogar le trataba de una forma muy respetuosa y amigable, le tenía paciencia y ante cada pregunta que hacía no le decía automáticamente que se callara, al contrario, preguntaba si no tenía una duda más. Era una señora demasiado amable.

Y si de amabilidad hablamos, el señor de ojos rojos era demasiado bueno. Sentía que no lo merecía, sentía que debía ser castigado. Muchas veces había sido grosero con él, muchas veces le alzó la voz y lo único que el mayor hacía era darle algunas palmadas en la cabeza o simplemente ceder ante sus berrinches ¡Y eso, estaba mal! No era bueno, no quería volver a ser golpeado cuando regresase al orfanato. No quería pasarse nuevamente de la raya y ser enviado a ese lugar que decían llamar su hogar. Él estaba cómodo aquí.
No sabía el porqué, no entendía el porqué, pero todo su ser quería permanecer en ese lugar, al menos hasta el día en el que se cansen de él y deba volver.

Suspiró y permaneció en su lugar: en medio del suelo frío, sin zapatos, sin frazada y sólo una pijama corta y delgada. Había decidido autocastigarse.
¿Ésto le agradará al señor de ojos rojos? Seguramente el hombre que antes cuidaba de él estaría hasta felicitandole por conocer su lugar. Sólo esperaba recibir más de algún halago o al menos un tierno abrazo, nuevamente.

Permaneció ahí, sobre el frío suelo, con el clima bajo cero y sin ninguna protección que pudiese servirle para no sufrir frío.
Las manillas de la puerta por fin giraron, haciendo "click" tres veces antes de ser abierta y mostrar un muy cansado Shibusawa. Se abrazó a sí mismo y bajó la mirada, esperaba con ansias ese halago.

──── ¡Ay por Dios! ──── pero tal parecía que el mundo no estaba de su lado ──── ¡Atsushi! ──── exclamó y rápidamente corrió hacia él, dejando cualquier cosa en el suelo con el objetivo de tener los brazos libres para levantarle ──── ¿Qué hacías en el suelo? ¡Podrías haberte enfermado!

──── y-yo...

──── ¿Porqué no llevas nada encima? ¡Atraparás un resfriado! ──── interrumpió, comenzando a tocar la frente y mejillas del menor para comprobar que su temperatura corporal estaba nivelada ──── ¿Qué pasó? ¿Te duele algo? ¿Necesitas ayuda algo? ¿Te lastimaste?

Rompió en un suave llanto silencioso ──── y-yo solo quería ser felicitado, hick.... ──── sus ojos se humedecieron y de ellos brotaron pequeñas gotas ──── ¿Hice algo mal? Por favor, perdóname, merezco ser castigado ──── apretó la bata del mayor y enterró su pequeño rostro en él ──── So-solo quería que me felicitara y me diera un, hick, un abrazo ──── sus manitos se movieron solas y comenzaron a limpiar las pequeñas lágrimas que escapaban de sus ahora irritados ojos, no debía llorar o podría ser devuelto, no quería seguir haciéndolo, más no podía parar.

Parpadeó varias veces, en un leve estado de shock. ¿De qué hablaba? Ese tipo de temas no debía saberlos un niño, mucho menos alguien de a penas seis años. Ni siquiera debería ser consciente de sus acciones aún, estaba creciendo y los errores en niños pequeños eran más que comunes.

Hasta que cayó en cuenta de lo que ocurría. Su ceño se juntó en una mirada decaída, sus labios temblaron y sus ojos brillaron; éste niño estaba buscando el amor que nunca se le fue concedido.

──── oh pequeño Sushi ──── atrajo su pequeña cabecita hacia su cuello y lo recostó en él, arrullándolo y moviéndose de un lado a otro ──── prometo que no volverás a pasar nada de eso. Estás bien, estás a salvo, estás conmigo ──── susurró, dejando que el pequeño se desahogara en él, permitiendo que incluso su preciada bata blanca se llenase de mocos y lágrimas ──── papi Shibu está aquí y te cuidará de ahora en adelante.

El niño asintió y poco a poco sus llantos fueron cesando, hasta caer en cuenta que el infante, había caído dormido. Suspiró y se lamentó. Estaba dispuesto a luchar por los pequeños que estaban en ese orfanato, no permitiría que dañasen a más niños.

Aún con el menor en brazos, el albino se dirigió hacia la habitación del pequeño, recostándole en su cómoda cama y limpiandole la carita con una toallita húmeda.

──── descansa pequeño, sueña bien y no temas más ──── acarició su carita y sonrió.
Más desapareció al instante, comenzando así a tocar la carita del niño para comprobar lo que temía desde el principio.

Atsushi tenía fiebre.

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❛ el hombre que deseó ser padre 。❜ Bungou stray dogsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora