Capítulo uno.

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—Pico, ¿Te sientes bien?

Preguntó el nuevo profesor, mirando al joven pelirrojo con seriedad. Era alguien estricto y le incomodaba mucho la mirada del joven porque según él se estaba burlando de su método de estudio y presencia.

—¡Joven! Cuando yo le pregunte algo tiene que contestar.

Azotó el metro que poseía en sus manos contra el escritorio, haciendo que algunos de los niños se sobresaltaban.
El chico del suéter verde reaccionó igual que sus compañeros, mirando al profesor un tanto con miedo por el repentino ruido.

—Lo siento, profesor.

—Si le parece aburrida mi clase, puede retirarse, joven. Yo no voy a tolerar miradas estúpidas mientras explico.

Un suspiro suave se escapó de sus labios. No se sentía bien; sus manos temblaban y jugueteaban de un lado a otro, a veces se quedaba mirando un punto fijo y otras veces miraba a su lado izquierdo para asegurarse que cierta gótica no estuviese ahí; mirándolo.

Fue hace un mes, pero no deja de estar tan afectado por el asunto. Aún recuerda fuertemente los disparos acompañado de los gritos y lagos de sangre provenientes de sus compañeros y maestros.
¿Por qué él? Ese día deseaba regresar a casa, correr lejos de la escuela y saltar a los brazos de su madre para esconderse.

Pero no fue así.

La campana sonó, indicando que la clase había concluido y era hora de irse a casa. Pico tomó sus cosas y se levantó de su asiento para caminar temblorosamente hacia la salida del aula. Al salir se topó con sus amigos; Darnell y Nene. Ambos miraron a su colega pecoso con alegría; parece un día normal para ellos.

—Hey, ¿Estás listo para lo que haremos en la tarde?

El chico de tes morena le preguntó emocionado, había esperado para la llegada del fin de semana; se supone que el trío iría a una arcade a jugar porque se estrenarían nuevas máquinas con juegos increíbles.

El problema era que nuestro protagonista había olvidado eso. Sus ojos se abrieron de más, mostrando sorpresa por la pregunta de su amigo.  La mente se le nubló por el acontecimiento de hace un tiempo para ayudar a su escuela y los pocos vivos que quedaban dentro de ella.
Tomó su brazo derecho con pena, evitando las miradas curiosas de los dos que tenía frente a él.

—Ah, claro. Sólo le pediré permiso a mamá.

—¡Claro! Ahora vamos, el fin de semana acaba de comenzar.

El grupo emprendió viaje camino a casa. Pico trató de mantener la conversación con sus amigos para no levantar más sospechas porque hace unos minutos le preguntaron cómo estaba, a lo que él respondió que se encontraba bien, que no debían preocuparse.
Le dolía por dentro mentirles, el no poder sacar lo que siente, pero no quiere que vayan a decepcionarse de él. Cuando pasó lo del tiroteo no lo dejan de ver como un héroe. Aunque claro, Darnell no estaba presente y Nene quería que él la matara, algo que no podría hacer, es su amiga.

Aún con todo su malestar no le vino mal el hablar con ellos, se le levantaron los ánimos. Quizás los juegos de arcade le ayuden a despejarse de esta tontería.
Trataría de ser un poco más positivo, tampoco quería arruinarle el humor a sus amigos; con solo ver sus rostros de emoción por jugar, lo que menos quiere es echarlo a perder.

Llegaron al punto donde los tres deben separarse porque viven por lugares distintos.
Pico despidió a sus amigos y siguió encaminandose a casa. No debía llegar tarde o su madre se preocuparía; es muy linda y protectora con él, tanto que ella se oponía en dejarlo ir a la escuela, quería que fuese a terapia primero pero su padre se opuso.

No es que su padre sea malo, sólo él cree que los psicólogos son unos locos que quieren sacar dinero fácil, es todo.
De todas formas no importa, el pelirrojo se sentía un poco seguro y decía que superaría el problema muy pronto.

Llegó al pórtico de su casa. Antes de entrar limpió sus pies sobre la alfombra que decía "bienvenido", al terminar se adentró a su hogar.
Todo se encontraba en silencio, a excepción del sonido que emitían unos platos y agua con jabón.
El olor a arándano chocó con su nariz, haciéndolo sentir cómodo por el calor hogareño.

—¡Ya volví, ma!

—Hola cariño, ¿Cómo te fue hoy?

Pico era idéntico a su madre en cuanto a físico. El cabello anaranjado que brillaba tan lindo con el Sol y las estrellas cafés que pintaban su rostro, solamente no tenía los ojos verdes como ella.

Su mamá se acercó a él mientras se secaba las manos con un trapo rojo y lo miraba con cariño, le alegraba que su retoño estuviera a salvo.

—Me fue bien, nada en especial, mamá.

Dijo sonriendo débilmente. Se sentía deprimido pero no podía mostrarse así ante la persona que más quería después de Nene. Iba a tener un día agradable, no puede sentirse mal si todo apuntaba a un buen día. Además no quiere preocuparle.

La mayor revolvió el cabello de su hijo, sonriendole. Ella creía que la situación ya había pasado, creyó en las palabras de su esposo:

"No necesita terapia. Él es fuerte, yo no eduqué a un niño débil. Hasta puedo decir que es lo mejor que le ha sucedido. Ya verás que se le pasará".

Pensar en las palabras de su marido la puso nerviosa porque en el fondo sabía que era una mentira, pero no quería provocarlo o algo por el estilo.
Suspiró y volvió a ver a su pequeño retoño.

—Está bien, corazón.

Fragile || Pico Fanfic (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora