XXXIX

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—Debes de dejar de hacer esto. —me llevé la mano al pecho después de dar un brinco por el susto.

—La ventana es una buena opción para evitar a tu familia. —acarició un poco su cuello blanco y después caminó hasta la cama para sentarse en un borde y mirar hacia mí.

—No están, pudiste haber llamado.

Suspiré mientras lo miraba. Después relajé mi cuerpo y cerré la puerta, recargando mi espalda en la madera. Él miraba hacia todas partes, como si no recordara aquel lugar, y después de su inspección depositó su mirada en mí.

—¿Cómo estás? —me preguntó.

Le quité la mirada de encima y vi hacia el suelo, no quería ponerme a llorar.

—Bien, creo.

De reojo noté que comenzó a mover sus piernas ansioso, como si fuera a decirme algo.

—¿Y tú? —despegué mi cuerpo de la puerta y di un par de pasos hacia él, sin quedar tan cerca.

Nos miramos, sus ojos azules estaban un poco rojos, y a esa altura no tenía idea si era por estar drogado o haber llorado.

—Bien, todo bien. —me dió una muy leve sonrisa.

Pero sabía que algo andaba mal.

—¿Pasó algo?

Me senté a su lado y él miró hacia enfrente, solo pude verlo de perfil.

—No... no sé, no sabía si era buena idea venir para decirte esto.

Fruncí el ceño sin entender que pasaba.

—¿Para decirme que? —a pesar de que yo no despegaba la mirada, él seguía viendo hacia enfrente. —¿Valentín?

Sacó el móvil de uno de sus bolsillos y comenzó a buscar algo, no entendía lo que estaba pasando. Él se levantó de la cama y con sus dos manos cubrió su rostro, cada vez me confundía más.

—Hey. —me levanté.— Valen, ¿qué haces?

Lo sujeté del brazo para que así pudiera mirarme.

—Me engañó. —fue un susurro que rápido desapareció.

—¿Azul?

Él suspiró sin poderme ver al rostro y solo asintió con la cabeza. Después de eso se soltó de mi agarre.

—Posta que es gracioso, yo juraba que no sentía nada por ella, pero que me engañara, mierda. —cubrió su rostro.— ¿Que hice mal?

Al escuchar cómo se le quebraba la voz sentí una presión en el pecho. Pero pensé mucho que hacer antes de acercarme.

—Valen, hey. —me acerqué hasta estar frente a él. — Tú no hiciste nada mal, eres un pibe increíble, no te desanimes por esto. —insegura, tomé su rostro y lo levanté para poder mirarlo.

Hicimos contacto visual. Me partió el alma ver cómo las lagrimas corrían por sus mejillas y el azul de sus ojos brillaba gracias a que no dejaban de acumularse. Incluso yo quise llorar.
Pero Valentín me necesitaba, así que con mis manos sequé sus lagrimas sin dejar de mirarlo a los ojos.

—Sé que es muy egoísta, tú tienes tus problemas con Mateo y...

Lo interrumpí al ver que sus ojos volvían a llenarse de lagrimas.

—Eso puede esperar. —retiré mis manos de su cara.

Después de un suspiro pesado, él se levantó del borde de la cama y se me quedó viendo.

Golpe a golpe [Trueno] ((PAUSADA))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora