8. Días de resaca y buena compañía.

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Llegué a casa con los pies adoloridos y una gran sonrisa en la cara. ¿Acaso estaba siendo feliz? Si no lo era estaba muy cerca de serlo.

Mamá estaba desayunando en la cocina fui a darla dos besos y abrazo fuerte.

- A ver que ha pasado para que estes tan feliz...

- Nada...- me sonrojé.- bueno, ¿y tu "cita" que tal?

- mmm bien- sonrió levemente y carraspeó la garganta- bueno me voy, duermete un rato. Tienes algo de comida en la nevera.

- Vale- grite yendo hacia la habitación

Me quite los zapatos y me tiré en la cama boca abajo. Me quité el vestido como pude y me puse una camiseta enorme. Fui al baño a desmaquillarme y volví a la cama. Me tumbé boca arriba y cerré los ojos. Y de repente me encontré pensando en Fer como una idiota. Recordando su estúpida sonrisa que brillaba como ninguna, sus profundos ojos, la forma en la que me había hecho sentir viva, su voz..., y ese beso. Y lentamente me fui quedando dormida.

***

Desperté con un dolor de cabeza importante, me tome una aspirina y un café. Eran las 2 de la tarde y me estaba muriendo de hambre. Miré mi móvil y brillando en medio de la panatalla tenía su número guardado y un mensaje “Buenos dias marmota”, sonreí inconscientemente como una de esas cursis que siempre había odiado . Espera espera, ¿cuando le di yo mi número de teléfono?

bueenos y resacosos días” le contesté. A los pocos segundos volvió a sonar mi movil “¿sabes que es lo mejor para la resaca? Salir a comer con un chico tan guapo como yo Mis tripas sonaron con fuerza “Buen plan” le contesté. “¿En media hora en la estación?” “Allí nos vemos.”. Media hora, ya podía correr. Me vestí rápidamente y me tapé mis horribles ojeras como pude. Cogí dinero y salí corriendo por la puerta. Andé lo más rápido que pude hasta que llegué sin respiración en 15 minutos.

Allí estaba él, tan guapo como el día anterior fumando un cigarrillo apoyado en la puerta de la estación. Me acerqué a él y le saludé con dos besos, olía tan bien como ayer.

- ¿Vamos?- me dijo. Asentí con la cabeza y empezamos a andar.

Pasó su brazo por mis hombros y me puse nerviosa, estaba nerviosa desde que pensé que le iba a ver, sinceramente. Poco a poco me fui relajando y cuidadosamente entrelacé mis dedos con los suyos del brazo que tenia apoyado sobre mis hombros. Llegamos a un restaurante y entramos. Por el camino no hablamos mucho, sobre temas sin importancia. Nos sentamos en la mesa y pedimos la comida. Estaba sentado en frente mía y podía contemplar como sus profundos ojos brillaban, tenían un brillo especial, sabía que quería ocultarlo, pero yo sabía muy bien que él estaba roto.

Y me enfadaba, no era justo, no lo es.

Comimos tranquilamente entre risas y más risas.

- Eres un idiota, en serio.- dije sin dejar de reirme.

- ¿como? ¿Idiota yo?- me sonrió de medio lado y se levantó de la mesa, se acercó a mi y sin esperarmelo de repente me cogió y me levantó por los aires. Me cargo en su hombro y empecé a patalear.

- ¡Aah!- grité- ¡bajame!

- No no no, soy un idiota ¿no? pues así te vas a quedar.- empezó a andar por el restaurante y yo no hacía más que reirme y gritar. Estabamos montando un espectáculo ahí en medio y la gente se reía a nuestro alrededor.- ¿Sigo siendo un idiota?

- No no no , perdón. ¡¡¡BAJAME!!!- No hacía mas que reirme y gritar.

Me bajó de su hombro, estaba guapisimo riendose como un crio y con los ojos achinados. Puse cara de enfado como una niña pequeña y él no dejaba de reirse. Me miró aún sonriendo y me acercó a su pecho. Me besó la frente susurrandome al oído- no te enfades marmota-. Marmota, me gustaba. Le miré y su boca me tentaba, me acerqué lentamente a ella y lo besé, dulce y lentamente, aumentando poco a poco la velocidad y jugando con su lengua. Me separó y me dio un tierno beso en la frente, luego volvió a besarme suavemente. Esto era tan jodidamente irreal. No me di cuenta de que seguíamos en el restaurante y estábamos montando un buen espectáculo, la gente a nuestro alrededor empezó a aplaudir y a silbar y yo me puse roja. Él hizo una reverencia y yo le intenté imitar. Me ardían las mejillas, que vergüenza estaba pasando, dios. Nos volvimos a sentar y terminamos de comer. La camarera se acercó con la cuenta y yo busqué la cartera para pagar.

Fer me apartó la mano cuando iba dejar el billete y puso él el suyo.

- dije que te invitaba- dijo guiñando un ojo.

Así que pagó él.

- Buenas tardes parejita- nos dijo la camarera sonriendo. Me volví a poner roja.

Al salir del restaurante nos despedimos de nuestro “publico” y nos fuimos.

Se ofreció a acompañarme hasta mi casa y no le pude decir que no. Hablamos por el camino, paramos en el estanco a comprar mi paquete de tabaco y seguimos riendo como crios. Lo estaba pasando tan bien que no sabía ni que hora era. Al final llegamos al portal de mi casa y metí las llaves para abrir. Estaba subida en el escalón y él abajo. Me abrazó por la cintura y giré hacia él. Ahora estabamos a la misma altuta. Me besó y pasé mis brazos por su cuello jugando con su pelo. El bajó las manos a mi culo y me besó el cuello, sabía lo que me gustaba. Le volví a besar y me despedí. Antes de llegar a casa ya tenía un whatsapp suyo  “espero más días como estos y nuevos planes contigo, marmota”. “Espero volver a verte pronto, idiota.”

Cinco mesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora