El enamorado

11 2 0
                                    

Los pájaros cantaban en la ventana, unas cuantas voces se escuchaban a lo lejos, mientras un poco de luz le daba en la cara, haciendo que abriera lentamente los ojos.

-¿Dónde estoy?- se pregunto Luis, volteando a los lados sin reconocer el lugar.

De pronto bajo un poco la mirada hacia las cobijas, sumamente limpias y ordenadas, y las apartó rápidamente, soltando un gran suspiro, seguía completamente vestido, lo único que le molestaba era la cabeza, de pronto miro hacia un lado, ya estaba en una pequeña mesita un vaso de agua y una pastilla para el dolor de cabeza.

-Gracias- dijo sin hablar especialmente con nadie y tomó la pastilla, poco a poco se incorporó y curioso empezó a seguir unas voces conocidas.

-vamos, un, dos tres, un, dos tres- se escuchaba a lo lejos, bajó lentamente las escaleras, encontrando varias fotos en el camino, había una gran foto de Alis, con un birrete y un diploma en la mano, junto a ella estaba María con un hermoso vestido de color rojo, y al otro lado Eduardo, quien llevaba un hermoso traje muy elegante, más abajo estaba una fotografía de Alis a muy corta edad, con un vestido de Veracruz bien maquillada, parecía que tenía entre 5 o 7 años, junto a ella estaba María, que lucía un vestido negro hermoso que marcaba muy bien su figura, y al lado se encontraba un hombre grande y guapo, se veía muy bien y estaba arreglado con una corbata y un traje muy parecido al que lucía Eduardo en la otra foto.

Un montón de fotografías más estaban en las escaleras, pero ninguna otra tenía a Eduardo, casi toda la pared estaba llena de Alis y María, solo en el último escalón antes del descanso estaba una pequeña foto, en esta si estaba Eduardo y solo Eduardo, era una fotografía que se veía bastante vieja, parecía que la tomaron sin que él se diera cuenta, se veía tranquilo, bailando en medio del patio de esta misma casa, con una pequeña sonrisa, parecía tener entre 7 o 10 años, y traía puesta una ropa bastante sencilla, unos pantalones de mezclilla gastados y una playera blanca con una impresión de un perro en ella, su cabello lucía alborotado y al ver la fotografía sentías por alguna razón un dolor en el pecho, pero no podías evitar sonreír.

-Veo que disfrutas de las fotos- Dijo Eduardo desde abajo, haciendo saltar a Luis quien solo lo miro perdido en sus pensamientos, parecía una persona completamente diferente a la de la fotografía, incluso sabiendo que su cara no había cambiado casi nada.

-Lo siento, yo...-

-no tienes que disculparte, ¿te sientes bien?- preguntó Eduardo, subiendo las escaleras hasta llegar al descanso donde se encontraba Luis. -Te tomaste la pastilla?-

-Si, gracias, oye...- dijo Luis rascándose la cabeza apenado -de verdad lo de ayer... que vergüenza, yo no sabía ni lo que estaba diciendo-

-No te preocupes, podemos hacer como que no paso nada, si eso es lo que quieres- ofreció Eduardo mirándolo con una sonrisa.

Luis lo miró entusiasmado -¿De verdad?-

-Si- respondió tranquilo.

-¡SI por favor!, me gustaría que nada de eso hubiera pasado, enterrarlo bien, si sabes a lo que me refiero-

-Claro, claro- respondió Eduardo divertido, luego le extendió la mano -¿Amigos?-

-Amigos- respondió Luis, con una cara feliz, las cosas no necesitaban complicarse mucho para los amigos, así que se tomaron las manos dejando todo solucionado.

-Ven, vamos a desayunar- Dijo Eduardo bajando las escaleras de nuevo, llegando ambos al comedor en donde ya estaban los platos servidos -Esta vez Alis preparó el desayuno, espero que te guste-

-Gracias, se ve delicioso- dijo Luis, sentándose hambriento frente a uno de los platos y con una sonrisa de oreja a oreja, tenia preparadas unas deliciosas enchiladas verdes, unos tenían pedacitos de bistec y otros tenían huevo.

-Qué le pongo al tuyo, Luis?- Pregunto Alis, tenía una muletilla para caminar, pero parecía que la hubiese usado toda la vida, no fue ningún obstáculo para preparar la comida y atender a su invitado -Bistec, huevo, pollo...- decía mostrándole la variedad del menú.

-Bistec por favor- respondió más que feliz, la carne olía deliciosa y no pudo resistirse a pedirla.

Después del desayuno, que afortunadamente fue muy tranquilo, Eduardo llevó a Luis a su casa, no vivía muy lejos así que en el carro no tardaron más de diez minutos en llegar, antes de bajar del auto Luis miro a Eduardo.

-Me gusta Alis- dijo mientras lo miraba serio.

-ammmm...- Eduardo estaba intentando entender a qué venía ese comentario.

-Escucha, lamento lo de ayer-

-Ya te dije que no te preocupes-

-Esto es tuyo, no debí meterme en lo que no me importa, ten- Le dijo Luis a Eduardo dándole unos papelitos con números anotados en ellos -Son de los chicos que querían conocerte, también preguntaron por Alis, pero a ellos si que los amenacé, espero que no te importe-

-Si te gusta, supongo que es normal-

Luís bajó del auto, antes de irse se asomó por la ventanilla donde estaba Eduardo -¿Crees que tengo oportunidad?- Eduardo era su amigo, se veía que Luis lo había pensado mucho tiempo y que no podía contárselo a nadie, estaba desesperado.

Eduardo pudo notar lo nervioso que estaba por el tono de su voz, las manos sudadas que manchaban el vidrio bajo donde se estaba recargando y sus ojos de cachorro, sin duda alguna llevaba mucho tiempo ocultando sus sentimientos.

-De verdad te gusta, ¿cierto?- Dijo Eduardo después de un pequeño suspiro.

Luis solo pudo recargar su cabeza en sus brazos, rendido y apenado -Si- fue lo único que respondió.

-Entonces no tienes por que preocuparte-

-¿De verdad?- preguntó emocionado, tenía la aprobación de Eduardo, no necesitaba nada más.

-Si sigues ensuciando mi ventana si tendrás algo de que preocuparte- Le dijo mirándolo con una sonrisa.

-Te quiero, compadre- le dijo feliz dándole un abrazo fuerte sin importarle meter la mitad de su cuerpo por la ventana.

-¡AHHHH!, ¡quítate!- Le dijo intentando soltarse del abrazo, Eduardo no estaba nada acostumbrado a ese tipo de afecto, a ninguno de hecho.

-Nos vemos entonces- dijo Luis feliz para después dirigirse a la entrada de su casa.

-Adiós- se despidió Eduardo, molesto para después irse en el auto -Ese tonto...- dijo pensando en el tonto de Luis, era un buen amigo, no había mucho problema en que le gustara Alis, era una buena persona, con eso en mente Eduardo solo pudo sonreír, después miro a su derecha en el asiento del copiloto, ahí estaban los papelitos con números anotados.

Volvió su mirada enfrente, no había necesidad de pensar en una pareja si se acercaban las internacionales, solo sería una perdida de tiempo y suficientes perdidas de tiempo tenía con el idiota de Julio.

Llegó a casa y estacionó el auto en la cochera, pero no bajo de él, su mente solo estaba pensando en Julio y en lo mucho que lo odiaba, no quería verlo ni en pintura y ahora estaría ensayando con él todo el mes, sin duda sería una pesadilla.

Una lagrima salió de su mejilla -¡Ash!- Eduardo se regañó a si mismo por ser tan sensible y estar tan enojado, no quería dedicarle a Julio ni una sola lagrima más, pero aquí estaba, llorando en el auto, entonces volvió a ver los papelitos con números anotados, ya no parecía tan mala idea.


Báilame (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora