El acertijo llegó casi de la misma forma que el primer anuncio de la apertura de la caja de Pandora que los sumergiría en un caos que fácilmente duraría meses.
Porque duraría meses. Quizás hasta un año. Seokjin no se lo había dicho a Namjoon, pero su conocimiento de criminales del calibre de Daehyun le había enseñado que a todos los bastardos egocéntricos les encantaba alargar cualquier proceso para mayor sufrimiento de la víctima; los tendría nerviosos, ansiosos y a la espera del siguiente código o de cualquier señal. Probablemente los convencería de que el proceso era una cosa inerte, solo para cambiarlo totalmente un día para ponerlos en apuros.
Pero al mismo tiempo quería creer que tenían algo de esperanzas. Era la influencia de Namjoon en él que le permitía a su razón mantener al menos un poco de positividad incluso en las situaciones más terribles.
Los códigos binarios rojos aparecieron en la pantalla de la laptop del menor una tarde y hacer que estos códigos desaparecieran fue tan sencillo como presionar la tecla enter. Pero una vez que éstos dieron paso a una pantalla oscura, una cuenta regresiva se instaló en la parte superior izquierda de la pantalla y en medio, un candado del mismo color rojo.
El contador dejaba claro que solo tenían dos días para decodificar lo que Daehyun había mandado.
—¿Crees que puedes hacerlo? —murmuró Jin inclinándose hacia un costado para ver mejor la pantalla.
Junto a él en el sofá de la sala Namjoon ya había tenido preparado todo lo que necesitaría para llevar a cabo su tarea. Algunos aparatos cuyas funciones Seokjin desconocía y algunos papeles con anotaciones de códigos y lenguajes que simplemente escapaban de su comprensión. No habían hablado demasiado del tema, pero estaba claro que ambos tenían funciones estrictamente diferentes en aquella prueba en la que estaban metidos y la suya no estaba en todo lo referente a los códigos.
Su función tenía mucho más que ver con el lado físico de todo. Los golpes. Las armas. Lo simple y más primitivo, como seguramente Namjoon lo describiría.
—Sí, supongo que sí, pero —Joon paró un momento de teclear a toda velocidad y volteó a verlo—, ¿podrías ir a buscar su cuaderno? ¿El que le robamos aquella vez? Debe estar entre mis libros.
Sabía perfectamente de cuál cuaderno hablaba y cómo se veía. Era rojo, como todo lo demás.
El mayor se levantó del sofá no sin antes presionar un beso en la mejilla de Namjoon y se dirigió a la oficina del apartamento, aquel cuarto que habían destinado para poner un escritorio y un librero, pero que realmente no utilizaban por preferir la comodidad y la calidez de la sala o la habitación. Incluso acompañado en ese cuarto se sentía demasiado serio y frío para el gusto de dos hombres que pasaron suficiente dolor y soledad en sus vidas.
El cuaderno resaltaba entre los libros de Namjoon, tanto por su tamaño o su color. No estaba del todo seguro del por qué su novio seguía conservando esa cosa, pero era imposible no agradecerlo en ese momento en el que claramente cumpliría otra función además de juntar polvo.
Jin se lo pasó y se dejó caer nuevamente a su lado.
—Me sorprende que sigas teniendo esto.
Namjoon no le dedicó más que un instante antes de empezar a hojear la agenda.
—Yo igual. Había olvidado que aún la tenía, pero lo recordé cuando Daehyun apareció de nuevo —respondió deteniéndose en una página, analizando su contenido y volviendo a hojear.
Ver a su pareja tan sumergido en su tarea le recordó irremediablemente al tiempo que pasaron en la mansión de Lee Jeonghan y aquellos largos días donde lo vio constantemente metido en la computadora tratando de hacer... bueno, básicamente lo mismo.
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Code Breaker | JinNam {Binary Code #3}
RomanceAl final de cada problema, siempre quedan cabos sueltos; algunos más evidentes que otros y esos, los más pequeños y aparentemente inofensivos, de alguna forma son los que más nos carcomen y persiguen. Luego de la caída de Lee Jeonghan en colaboració...