Acertijo #9

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Un viaje después junto a un muy confundido taxista que no entendía por qué lo habían llamado a un centro comercial abandonado, Namjoon avanzó por el aeropuerto con la cabeza gacha y la mente en Saturno, viviendo en una realidad completamente distinta en la que todo era exactamente igual, pero él no había abandonado su trabajo y pasatiempo favorito.

—Ah, ya está aquí, descuida —murmuró Seokjin con el teléfono en la oreja, lanzándole una mirada envenenada a Namjoon al verlo acercarse. Estaba parado con la maleta no muy lejos de la entrada—. Gracias por la ayuda, Jungkook. Te llamaré si ocurre alguna otra cosa. Hasta luego.

¿Ayuda? ¿Jungkook lo había ayudado?

No.

Noir lo había ayudado. Por supuesto que viéndose detenido por oficiales del aeropuerto por un rumor sobre una bomba solo podría ser resuelto con tanta rapidez y tranquilidad si Jin recurría a sus contactos con su antigua organización del gobierno. Imaginaba que no estaba del todo contento de tener que contactarse con ellos y menos con su padre adoptivo, razón por la que pidió ayuda por medio de Jungkook.

Con un suspiro, Seokjin colgó el teléfono y dejó caer la mano, volteándose finalmente hacia Namjoon para encararlo con cara agria. El menor se detuvo al instante en su marcha, unos metros todavía lejos de él y esperó al regaño que seguramente se vendría.

Sin embargo, el contrario ni siquiera abrió la boca. Fulminó a Namjoon con la mirada por un par de segundos y luego pasó a su lado, arrastrando la maleta con rabia. No chocó contra él al pasar, pero el roce de sus hombros fue suficiente para que Joon se sintiera repentinamente como un perro con la cola entre las patas.

No necesitaba que le dijera absolutamente nada para saber lo que tenía que hacer y la verdad, aunque hubiera preferido los regaños y reclamos, pues se lo merecía, lo cierto era que se merecía incluso más el silencio, pero no por las razones que Jin seguramente tenía dando vueltas en su mente.

Joon merecía su silencio porque había permitido que Daehyun plantara una semilla en él, una que estaba tratando de crecer en un ambiente mucho más habitable de lo que le gustaría admitir. La tierra era fértil y la lluvia se estaba acercando por el horizonte.

Montaron el primer taxi que encontraron esperando fuera del aeropuerto y Jin se encargó de dar las direcciones, todo sin darle siquiera una sola mirada a su acompañante.

La ausencia de conversación se perpetuó por el resto del camino, con Joon agitándose en su asiento por las ansias de decir algo con intenciones de enmendar su error; pero la parte más lógica de su cerebro lo convenció de no hacerlo, sabiendo que no tenía caso y que cualquier cosa que dijera o las excusas que soltara solo terminarían empeorándolo todo.

A final de cuento, se había equivocado. La culpa era casi tan fuerte como las nuevas dudas que crecían en su interior.

Ya dentro del hotel, Namjoon ni siquiera intentó acercarse a Jin mientras los registró y consiguió una habitación, empezando a sentirse demasiado ansioso e incapaz de mantenerse quieto, aunque tampoco se sentía con las ganas de controlarlo tampoco.

Subieron por el elevador. Caminaron por el pasillo hasta el cuarto, el sonido de las ruedas de la maleta lo único llenando el vació de luces amarillas y alfombras viejas con mosaicos.

Incluso si nada lo detenía una vez que ingresó a la habitación, Namjoon se mantuvo de pie en el pasillo de la entrada, esperando a que Seokjin entrara con la maleta. Las luces estaban completamente apagadas. Jin cerró la puerta despacio, pero el sonido, tan bajo como fue, apenas un chasquido en la noche, se sintió como el disparo que precede al comienzo de una carrera o competencia.

Code Breaker | JinNam  {Binary Code #3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora