Me acostumbraba estar en ambientes tranquilos, donde nadie notaba mi existencia, donde sólo pasaba desapercibido y eso me encantaba. Pero como la vida se la pasa golpeándome en las bolas, es un poco creíble ver qué todo está saliendo al revés ahora que soy un mafioso.
Me cuesta enfrentarme en los ambientes tensos pero esa fue mi única solución a la hora que tuve que evitar que Candelaria cayera al piso luego de que intentara golpear a Karol, pero la ojiverde actuó rápido y le dió un puñetazo enorme.
La mirada verdosa de Karol era espeluznante, llena de odio y portaba una sonrisa sádica. Quien imaginaría que una chica con una cara tan tierna era capaz de lastimar a su propia hermana y disfrutar de ello.
Candelaria escupe sangre y sostiene su rostro por el dolor. Las lágrimas estaban secas en sus cachetes y su respiración estaba agitada como si en algún momento se quedara sin aire.
Entre ellas dos había odio y uno mortal.
— ¿Qué pasó hermanita, acaso ya no puedes contra ésta niña? — se burla, en esas palabras estaba llena de sarcasmo.
Candelaria se safa de mi agarre y camina para ponerse frente a ella. Se veía rota y débil.
— Él es mío — susurra temblando por la adrenalina.
Ella suelta una risita burlesca, me mira a mi y luego vuelve a mirar a su hermana.
— Cuída lo tuyo, porque si quiero lo voy a tener. ¡Y tú! — la agarra de los cachetes con una sola mano y la aprieta — cuida lo qué haces porque te juro que te haré pagar todo Candelaria.
Con eso la suelta, se endereza y limpia su ropa con elegancia y camina hacia adentro como si nada hubiese pasado. Como si no hubiera golpeado a Candelaria y no hubiésemos tenido esa conversación tan rara hace unos momentos. Antes de entrar, se gira hacia nosotros, sus labios se curvan en una sonrisa torcida llena de maldad y con toda la burla del mundo dice.
— Buenas noches, señores Pasquarelli.
Esa fue la salida más triunfal y llena de poder que he visto. Porque eso era lo que Karol representaba: poder, maldad y arrogancia, en simples palabras una hembra que emanaba peligro.
Escucho un sollozo y seguido de eso varios más, me giro hacia Candelaria y no sé si acercarme o darle tiempo. Pero sólo una mirada basta para que me acerque a estrecharla en una abrazo.
Me da pena por ella, que siendo tan vulnerable sea pisoteada de una forma así. No entendía las razones del odio entre ellas como así también no entiendo mi nueva vida.
Quisiera usar mi cerebro y saber que hacer, a quien usar o de quien sacar información.
Candelaria podría servirme pero no mucho, ella no es un anzuelo eficaz. Pienso en todo eso mientras ella sigue llorando en mi pecho, escucho pasos acercarse y por la seguridad de ellos ya sé quién es.
Luis Molfese.
Su hija deja de abrazarme para limpiar sus lágrimas defensivamente, como si le diera miedo llorar frente a él. La mirada de él se endurece y levanta la mano indicando para que ella se le acerque. Ella camina hacia él y se coloca frente a su padre.
Quise acercarme porque tenía miedo que le hiciera algo, pero él hace algo que me sorprende, le limpia las lágrimas dulcemente.
— Siempre tan sensible pequeña — sonríe abiertamente y el parecido entre ellos es tan notoria, nada que ver con Karol — Karol perdió el control otra vez, hablaré con ella.
— Yo quiero que las casti—
— Candelaria, ella no puede ser castigada — no dice nada y sólo asiente rendida, como si de nada sirviera cuestionarlo. Se notaba a leguas quien era la hija favorita de éste señor.
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Perfección tan irreal
FanfictionLa realidad era cruda porque todo era pasajero, nada era eterno y cuando creía que algo podría ser eternamente mío solamente desaparecía. Crecí rodeado de traiciones y llevaba en la mente que tarde o temprano lo bueno en mi vida se terminaría. Ser R...