Severus Snape se encuentra vivo después de la guerra, salvado nada menos que por la insufrible sabelotodo. Pero, ¿quería siquiera ser salvado?
Hermione, por otro lado, se encuentra inconscientemente, aunque peligrosamente atraída por el hombre des...
Y en la hora más ruidosa de la vida aún susurra el incesante amor por Ti, El auto-solaz y el soliloquio del corazón. Tú moldeas mis esperanzas, tú me moldeas por dentro. - Samuel Taylor Coleridge (La presencia del amor)
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"Te he traído esto". Ron le entregó el frasco a Hermione, "En realidad lo envió Ginny. Me dijo que habías tenido un pequeño accidente con tu pelo... ella sabe qué productos prefieres..."
"Gracias Ron, es muy amable de tu parte. Y dale un beso a Gin de mi parte". Hermione forzó una sonrisa. Pero no había forma de engañar a Ron, que veía muy claramente que el rostro de su amiga era tan sombrío como el tiempo que hacía fuera.
Hermione estaba, por un lado, a punto de alegrarse en un rato con su llegada, pero disgustada de que hubiera elegido este desafortunado momento para una visita. "¿Y?" Ron se quedó observándola, con las manos en los bolsillos: "¿Ya te has cansado de él?".
"Ron..." Hermione negó con la cabeza. Le estaba regañando por hablar mal de un profesor a su manera habitual, pero esta vez no había convicción en su voz.
"Oh, no mientas, sé lo que hizo". Dijo Ron exasperado. "¿Cómo... de qué estás hablando?" preguntó ella. Parecía que sabía que algo había pasado, si no toda la verdad.
"Me encontré con Cho al pie de la escalera. Ella me dijo, que algo pasó anoche... que viniste llorando a McGonagall..."
"No fue nada...cometí un error y me reprendió...tiene todo el derecho a.."
"¡No lo tiene!" gritó Ron, al recibir la confirmación de que efectivamente había pasado algo. "Y sé que no fue nada. Te conozco Mione... Tuvo que ser algo muy grave para que te pusieras a llorar así..."
"De verdad Ron, no tienes que preocuparte". Hermione esbozó una sonrisa para tranquilizarlo. "Sólo tuvimos un malentendido... todo está bien ahora... estoy bien". Ron suspiró y Hermione volvió a dejar caer su mirada hacia el trabajo que tenía entre manos; estaba poniendo en orden las piezas del cristal de la mesa de café, como un puzzle, para poder sellarlo mágicamente.
Intentó discernir lo que sentía por su rostro pero Hermione se empeñaba en mantener la atención en sus manos. "Hermione, ¿qué estás haciendo...?" volvió a preguntar Ron.
Ella prefirió no contestar porque no tenía ninguna. Se paseó de un lado a otro, tratando de hacerla entrar en razón. "No tienes que hacer esto. Conseguirás toneladas de trabajos ahí fuera. Puedo hablarte en el Ministerio. Harry también está allí... No tienes que quedarte aquí en este trabajo de mierda donde te maltratan mentalmente así. Ven conmigo".
"No puedo..." Dijo Hermione débilmente, con lágrimas formándose en sus ojos. "Él me necesita... tengo que hacer algo... no puedo renunciar".