Capítulo 32◾

1.1K 77 4
                                        

Se fueron, serpenteando fuera del pueblo, pasando a toda velocidad por entre la espesa cubierta de árboles al tomar la carretera.

"¡Whoa! ¡Hermione, baja la velocidad!" Snape agarraba la manivela como si se aferrara a la vida mientras Hermione reía y pisaba el acelerador, acelerando.

Pasar por delante de las casas y de los campos y los bosques, hacer giros y maniobras atrevidas, le daba mucha prisa. Para cuando Snape declaró que habían llegado a su destino, ella corría con adrenalina. Estaban aparcados en un lugar apartado, junto a unos setos, con un bungalo asomando en las cercanías, pero a Hermione no le importaba el entorno; lo único en lo que podía pensar era en Snape sujetado a su lado y respirando agitadamente, agradecida por haber salido de este viaje de una pieza. Antes de que el pobre hombre pudiera siquiera desabrocharse los cinturones de seguridad, Hermione abrió su cinturón de seguridad, liberándose y se deslizó hasta su regazo.

"Qué... Herm..."

Pero ella se sentó a horcajadas sobre él y se apoderó de su boca. Lo besó de la forma más excitante posible, haciendo chocar sus caderas contra su entrepierna y sonriendo cuando sintió que se endurecía. En el espacio cerrado del coche, poco podía hacer él, aparte de agarrarse a su cintura, sorprendido por la vehemencia de sus besos. Ella se aseguró de que él se quedara sin aliento, después de lo cual dirigió su atención a sus calzones.

"Oh no, no quieres hacer eso..." Sus manos finalmente se lanzaron para detenerla.

"¿Por qué? ¿No quieres...?" Se sorprendió de sí misma por lo excitada que se sentía. Pero había una urgencia en sus ojos, una mirada decidida que le hizo entender por qué quería que no siguiera. "Ahora no".

"Bien". Ella apretó los labios, soltándose de él. Al ver su mohín, él dijo: "Te amo, ¿sabes?".

"Hmm, lo sé". Ella seguía frunciendo los labios cuando salió del coche, cerrando la puerta tras de sí con algo de brusquedad. Para cuando Snape salió del coche, Hermione estaba mirando el lugar con los brazos cruzados sobre el pecho.

"Gracias por librarme de ese molesto encierro".

"Yo también te habría dado las gracias... ¿pero esta es tu sorpresa? Una casa en medio de la nada?" Hermione resopló. "Deberíamos habernos quedado en la cama".

"Apuesto a que puedo hacerte cambiar de opinión en un minuto". Snape le susurró cerca del oído mientras la instaba a abrir el pestillo de la verja y entrar en el patio trasero del bungaló.

Era una morada bastante bonita, con un bonito jardín, humo saliendo de la chimenea de piedra y también un pequeño viñedo escondido tras los setos. Fue allí donde Hermione vio a una mujer caminando hacia ellos. Se detuvo sobre sus pasos y cuando cada uno miró bien al otro; sus ojos se abrieron de par en par y los rostros de ambos se dividieron en sonrisas.

"¡Hermione!" gritó la mujer, acelerando el paso y corriendo hacia ella. Hermione tomó una fuerte bocanada de aire. "¡Mamá!"

Acortó la distancia entre ellos, corriendo a los brazos de su madre, ambos rompiendo en lágrimas de felicidad. "Oh, cariño..." Su madre resopló un grito entre risas. "Yo... cómo... no entiendo... mamá..." Hermione estaba tan confundida y a la vez tan abrumada. Su madre pasó las manos por los brazos de su hija, como si se asegurara de que realmente era ella; Hermione no podía culparla, al principio también pensó que estaba alucinando.

𝑴𝒊𝒆𝒏𝒕𝒓𝒂𝒔 𝒎𝒆 𝒏𝒆𝒄𝒆𝒔𝒊𝒕𝒆𝒔 | 𝑺𝒆𝒗𝒎𝒊𝒐𝒏𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora