Capítulo cuatro: la cena y la propuesta.

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7:57 a.m.

Mierda.

Me quedé dormida.

Estoy completamente segura que mi teléfono no sonó, o quizás si lo hizo pero no lo escuché. Es imposible que no lo haya escuchado si el teléfono se encuentra debajo de mi almohada.

En fin, me quedé dormida.

Me levanto como un cohete y me dispongo a ir al baño, no alcanzo a si quiera darme una ducha rápida por lo que me visto de inmediato-de una forma media indecente para ir a trabajar- y me peino rápidamente mi corto cabello. Cuando tengo lo necesario en mi mochila me marcho a trabajar.

(***)

Me bajo del taxi y entro corriendo a el edificio. Lo primero que miro es el ascensor. Me dirijo caminando rápido hacia él y aprieto el botón con el número uno, ya que el ascensor se encuentra en el cuarto piso.

Muevo los dedos con nerviosismo porque el ascensor viene bajando en modo tortuga. Escucho la risa de alguien a mi lado, me giro y veo a nada menos que Justin Bieber.

-¿Porqué tan histérica?

Lo quedo mirando sin saber qué hacer, ¿me río y actúo natural o sigo en mi papel de chica-llegando-tarde?

-Llego tarde.-le explico y toco mi pelo tratando de peinarlo disimuladamente. Estoy echa un asco total, quiero decir que llevo puestos unos jeans que mi madre me regaló hace ya dos años y están todos feos.

-¿Y?-me mira cómo si no entendiera el hecho que es la primera vez que llego atrasada a este trabajo, el trabajo más importante de quizás toda mi vida.

-Es la primera vez que llego tarde.-El ascensor recién llega y abre sus puertas revelando a un chico que jamás había visto, entro en él y espero que Justin también lo haga. Presiono el botón para que de cierren las puertas y presiono el número tres.-¿A qué piso vas?- le pregunto al castaño.

-Al tres igual.-me guiña un ojo y ruedo los ojos.

El ascensor sube en silencio, yo me encuentro al lado derecho luego viene el chico que no conozco y Justin, quién me sonríe divertido cada vez que cruzamos miradas.

-¿Y... qué haces aquí?-le pregunto lentamente mirándolo curiosa.

-Yo, bueno...-se rasca la nuca con nerviosismo, suelto una risita.- Vengo por negocios.

-Impresionante.-comento. El ascensor llega al tercer piso y nosotros bajamos.-Este es el piso de fotografía, ¿qué necesitas, Justin? Te puedo ayudar quizás.

-Tú me tienes que ayudar, pero más tarde.- dice, pero no comprendo nada.- ¿Sigue en pié lo de esta tarde, cierto?

-Oh, claro.-trato de sonar casual.

-Excelente, porque esto tiene que ver un poco con la propuesta que te voy a hacer.-explica rápidamente con un movimiento de manos.

-Bueno... me encantaría seguir hablando, pero llego tarde.

-Sí, ya lo sé, ¿la oficina del señor Stockes?- pregunta desinteresadamente.

-Se encuentra ahí.-le indico la puerta que tiene en frente de él, se ríe por su estupidez y se despide con un movimiento de mano.

Raro.

(***)

Son las seis con trece y me encuentro nerviosa; hace trece minutos que Justin tendría que haber llegado, pero no lo ha hecho. Me propongo a esperar sólo siete minutos más para ver si llega, de lo contrario me iré.

La fotógrafa |Justin Bieber|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora