III

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Tarde a penas 30 minutos en llegar a mi casa y me sentí agotada. Me cambie de ropa, cogí mis ahorros y les dije a mis padres que me iba al colegio un poco más antes de lo normal porqué tenía que terminar un trabajo.

-Hija, ¿no comes nada? -preguntó mi padre con un tanto de preocupación en su cara.

-No papá, gracias pero comeré más tarde que ahora no tengo hambre.

-Vale hija- no tardes en venir luego, ¿entendido?

-Recibido- dije con la sonrisa más falsa que podía haber puesto.

Mi padre me miró con un tanto de preocupación pero siguió a lo suyo, cómo siempre hacía. Grayson Williams era un señor de unos 49 años aunque parecía de mucho menos, tenía los ojos de color café como Cameron y Maisie ,mi hermana pequeña. Yo heredé los ojos azules de mi abuela pero el pelo de mi padre y mis hermanos era rubio como el de mi abuela. Lo único que cogimos de nuestra madre fue la pequeña nariz y la forma de las cejas. También la figura delgada, aunque no es del todo cierto porque yo nunca fui delgada salvo ahora que no me reconozco a mí misma.

Mi madre, Valentina Williams es delgada con unos ojos verde esmeralda y un pelo marrón claro, cualquiera diría que somos adoptados y a veces me lo cuestiono. Salí de casa directa hacia mi nuevo destino, iba a pegarme el mayor desayuno de la existencia.

Fui a un restaurante cerca del colegio al que asistía , afortunadamente no me encontré con ningún profesor, solo algunos alumnos más mayores que yo, de la edad de mi hermano. Yo tengo 15 pues ellos son unos dos años más. Estaban en su último año de colegio, deberían de tener un estrés enorme por los exámenes.

A lo mejor mi hermano estaba triste por la nota de algún examen, me ceñí a pensar que fue eso lo que le provocó su tristeza. Me senté en la mesa más apartada de la entrada. Mientras caminaba hacia ella le vi por el cristal, el chico que tenía mi corazón o lo solía tener.Owen. Me llevaba gustando desde hace un tiempo, di todo por él, pero solo consiguió hundirme más. Siempre estaba rondando por mi cabeza, y no sabía cómo alejarlo de mí. No quería saber nada más de él. Desvíe mi mirada de su cabello castaño, pensaba que era distinto pero era igual que los demás, un completo idiota.

¡Ya basta! me dije a mi misma y esperé a que viniera la camarera a servirme.

-¿Buenos días que desea tomar?- me preguntó una chica con el pelo más rubio que he visto en mi vida, probablemente sea teñida como la mayoría de los estadounidenses. Tenía unos bonitos ojos negro azabache que me miraban con prisa para que tomara una decisión.

-Me gustaría tomar un batido de oreo, con unos pancakes de plátano y un croissant de mantequilla por favor.

-¿Todo eso para ti sola? Con los pancakes creo que sería suficiente.

-Pues que sean solo los pancakes entonces.

-Perfecto... ¿y le gustaría tomar caramelo de algún sabor en específico? Tenemos de arce, fresa, chocolate, carame...

La corte en ese mismo instante, -¿podrían ser de todos los sabores?

-Sí podría ser pequeña glotona- y se marchó.

Me hizo acordarme del mote que me había puesto Ashton "pequeña psicópata ", me hizo sacar una pequeña sonrisa y me ruborice al instante. Que rápida la camarera, ya me había servido la comida en la rectangular mesa de mármol..

-¡Qué aproveche!- me dijo nada más tenderme la comida en la mesa.

-¡Muchas gracias!- contesté, y procedí a tomarme el grandioso desayuno y probablemente el mejor que tomaré en mucho tiempo.

Cuando terminé de comer, pagué a la chica y me fui al colegio. No había cambiado mi idea de tomarme el día para mi misma sino que había algo que tenía que hacer.

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