V

31 3 0
                                    


-Ostia, lo de tú padre, no sabes cuanto lo siento.

Hace 4 años mi padre trabajaba en la empresa de Hamilton's, es decir la empresa de la familia de Owen. Mi padre era un buen trabajador y tenía muy buenas ideas para la empresa. Charles Hamilton estaba tan celoso que le arrebató las ideas y las plantó en la empresa sin darle ningún crédito. Seguidamente le despidió y mi madre que es ama de casa se tuvo que ir del Estado para ir a trabajar. Para alimentarnos y poder seguir adelante mientras mi padre conseguía un nuevo trabajo. Mi padre le denunció e hizo todo lo que estaba en su mano para que le dieran la razón, ¿pero como iba a competir un simple campesino con uno de la alta clase?

Ese hombre le fastidió la vida a mi familia, tanto que estuvimos un mes sin comer a penas nada, una comida por día y a veces ni comía para que mi madre se alimentara ya que fingía que no tenía hambre para que comiera yo. Mi padre consiguió un trabajo de director, en una empresa estable, no tan prestigiosa como la de los Hamilton's pero sí suficiente para cubrir nuestros gastos.

-Tranquilo no fue tu culpa, nada de esto es tu culpa. No es tu culpa de que tú padre sea un maltratador, ¿o sí? ¿Si fue?- le recriminé intentando que cayera en razón.

-No- dijo mientras volvían a salirle lágrimas de esos precisos ojos.

-Ven- le dije mientras le daba un fuerte abrazo, -tenemos que irnos-

-Vamos- dijo levantándose.

En ese instante Owen volvió a coger mis manos y llevárselas a los labios, me dio un pequeño escalofrío cuando sus dulces labios rozaron sobre mis cicatrices.

Mi mano se poso sobre su cara mientras le quitaba las lágrimas restantes. Estaba incluso más hundido que yo y eso me dolía en el alma.

-Jules, gracias. No sé qué haría sin ti.

Decidí no decirle nada y limitarme a sonreír. Luego salimos y él se fue para clase mientras yo quería irme de allí, quiero ir lo más lejos posible de este lugar. No quiero pensar, porque sé que si pienso lo único que voy a hacer en hundirme más, me conozco demasiado. Necesito pensar en otras cosas, distraerme y luego pensar con claridad.

-Pero bueno pequeña psicópata, ¿otra vez por aquí?

-¡Granjero!- fui corriendo a darle un abrazo, aunque aún no le conociera de nada, sentía como si le conociera de toda la vida.

-¿Vas a este instituto?- pregunté aunque la respuesta fuera obvia ya que me lo encontré saliendo del despacho del director.

-¡Sí!- dijo muy ilusionado -me acabo de mudar aquí hace una semana con mis abuelos, para ayudarles con el campo y cambiar un poco de aires, me faltaba rellenar unas cuantas cosas de la matrícula para poder empezar ya mañana.

-¡Cuánto me alegro de tenerte aquí!- dije muy ilusionada.

-¡Y yo de haberte encontrado!- me dijo con una pequeña sonrisa...- ¿No vas a clase?-

En ese instante una voz que conocía tan bien se encontraba gritando mi nombre y no de buen modo.

-¡Srta Williams, a clase, ahora mismo!- me gritó la profesora Walter. - Y usted "huerfanito" , no empieza hasta mañana, vuelva con sus asquerosas ovejas.

Me cabreo a más no poder, como que "huerfanito", ¿Ashton no era huérfano no? ¿O si lo era. En fin lo sea o no, no tiene motivo para tratarle así, esa despreciable persona se iba a llevar su merecido.

Ashton echaba humos, tenía unas ganas de reventarle la cabeza increíbles, como podía haberle despreciado así. Buscó mi mirada y giró la cabeza hasta la puerta de los vestuarios y sus ojos se iluminaron. Se podía observar la tarta de nata junto a las taquillas, dónde la dejé cuando casi se la estampo a Owen. Sabía lo que estaba pensando, haría que sus deseos fueran órdenes. No tenía nada que perder y para divertirme un rato haría lo que fuera.

El RefugioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora