IV

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Me quedé esperando en el vestuario de los chicos más concretamente escondida en el cuarto de la limpieza, que siempre se encontraba abierto. Nadie entraría ya que el limpiador empieza todas las mañanas por el ala contrario. Y porque a esta hora hay clases de deporte y no tiene permitido limpiar mientras hay gente cambiándose, vamos lo lógico.

Ya les escuchaba venir, preparé mi arma que llevaba envuelta cuidadosamente en la mochila, para cuando se quedara a solas, como siempre. Se empezaron a cambiar y ahí estaba él, a la vista tan perfecto como siempre, pero con un pasado más oscuro que su propia alma. Después de apartar mi mirada varias veces de la rejilla, volví a mirar cuando todos se habían ido. Él siempre se quedaba más tiempo, nunca supe cuál es su excusa. Supongo que será porqué quiere tener un tiempo para él. O a lo mejor tiene diarrea, nunca lo sabremos. Estaba girando la mano en el pomo de la puerta cuando de repente soltó un grito que me desgarró el alma. Un grito de dolor, como si le estuvieran quemando vivo.

Hasta que lo ví, los rasguños que cubrían todo su cuerpo, sus cicatrices cruzando su bien trabajado abdomen, por eso nunca iba sin camiseta y, ¿siempre se quedaba este ratito para poder cambiársela?; por lo que veo está avergonzado y dolorido. No me puedo creer lo que veo, quería salir y abrazarle y justo cuando toque el pomo de la puerta recordé todo el dolor que me hizo, pero abro la puerta igualmente. Me duele verlo así.

Estaba tirado en el suelo, devastado. Me acerqué un poco sin intentar asustarlo, me tumbé boca arriba mirando al grisáceo techo mientras palabras se iban escapando de mi boca...

-Así que estamos los dos igual de rotos.....

-¿Qué coño haces aquí?- me miró con una cara de asco y se podía notar que estaba un poco nervioso.

-Iba a tirarte una tarta en la cara, por gilipollas.

-Y me la habría merecido- dijo mientras se le rompía la voz y sus ojos se inundaban de lágrimas.

-Eso es cierto, ¿pero sabes lo que no te merecías?

-Sorpréndeme- dijo soltando un bufido.

-Esto- toque cada uno de sus arañados, su piel estaba fría y le dio un escalofrío cuando mis dedos tocaron su delicada piel.

-¿Y tú que sabes?

-Lo suficiente para saber que nadie debió de haberte tratado así.

-¿Cómo sabes que no me lo he hecho yo?- me recriminó mientras recogía la camiseta para ponérsela

-Porque hay otras muchas formas de expresar dolor- y le enseñé mis muñecas rasguñadas

Se le iluminaron los ojos e hizo un gesto que me dejó deslumbrada. Cogió mis muñecas y sé las llevó a los labios.

-Lo siento mucho- me lo dijo con la voz más rota del mundo.

-Yo si que lo siento.

Y le di un abrazo, uno de esos fuertes que estrujas tanto a la persona que parece que vas a matarla. Empezó a llorar empapando mi hombro mientras yo empapaba el suyo. Nos quedamos un rato así, a solas, sintiéndonos el uno al otro, acompañándonos del dolor, creando un refugio en el cuál estaríamos a salvo de todo, solo nosotros, sin sufrimientos ni tristezas. Nuestro refugio soñado.

-Jules....

-Owen shhh le dije tapándole la boca con mi mano.

-Nunca te lo he dicho, pero-

Le corté en ese momento

-Ahora no, Owen

-Por favor déjame decirlo.

-Quiero que estés a salvo conmigo.

-Y lo estoy, lo siento, no sabes cuanto lo siento...

Me estaba dando demasiada curiosidad, le miré a los ojos, sus preciosos ojos. No eran azules como los míos sino que eran marrones pero un marrón oscuro, ese color que te atrae, los más bonitos que he visto en mi vida, me tenían totalmente enamorada, no importa cuantas veces dijera que no le quería. No se puede olvidar a una persona de un día para otro y menos a él.

-Tienes unos ojos preciosos- le susurré todo fuera de contexto.

-Los tuyos son los más bonitos que puede tener una mujer tan preciosa como tú.

No me lo podía creer, ¿Owen siendo sentimental? ¿Owen diciéndome que tengo unos ojos bonitos y que soy una mujer preciosa?

Sonreí con una sonrisa más bien fría y le pregunté la frase que me estaba comiendo por dentro.

-¿Me quieres?- me miró con incertidumbre y apartó la mirada, le había pillado desprevenido. Si es que soy idiota,¿¡como se me ocurre preguntarle eso?!

-Lo siento- le dije y volvió sus ojos a conectar con los míos.

-Opia.

-¿Qué?- pregunté intrigada,no entendí nada de lo que me dijo.

-Es cuando miras a alguien a los ojos y tú corazón se acelera a mil..

Se me sonrojaron las mejillas, no pensaba que podría llegar a producir ese sentimiento en alguien como él, o en alguien si quiera..

Me quedé callada un buen rato intentando ver que me querían decir sus ojos color noche . Nada. No encontré nada.

-Jules, hacia tu pregunta, no sé si soy capaz de amar a alguien y no sé identificar estos sentimientos que tengo hacia ti.

-¿Tienes miedo de quererme?

-Sí.

Su respuesta se me clavó en el pecho como una bala. Pero le entendía y mucho.

-Tranquilo, te entiendo.

-Me mata saber que te hice eso- me dijo mientras señalaba a mis muñecas, mis preciosas muñecas.

-No te recrimines, no todo lo malo de este planeta lo has hecho tú.

-Una gran mayoría, sí.

-No, a mi me mata que pienses así.

-Jules, me odio, cada parte de mi cuerpo y de mi alma. Lo estropeó todo,todo lo que tocó, todo lo que quiero. Soy una persona horrible, te he humillado, he dicho cosas malas de ti a tus espaldas y aún sigues aquí, no te merezco. Y te lo he demostrado de todas las maneras posibles que hay para que de una vez por todas te alejes de mí y sigues, no te cansas. Eres todo lo que siempre quise ser, una buena persona, siempre pones a los demás por delante de ti, y haces que te quiera hasta el demonio y aquel que no puede amar.

-Me reflejo en ti...

-¿Perdona? ¿Cómo te vas a poder reflejar en una bestia como yo?

-Porque no lo eres, piensas que lo eres, pero el único que es una bestia aquí es la puta sociedad en la que vivimos. La cual nos hace odiarnos unos a otros e incluso a hacer daño a los que más queremos.

Le levanté la camiseta, dejando ver a la luz sus rasguños, ¡VES! acerqué mi cara y empecé a darle besos por todas y cada una de las cicatrices como él hizo con mis muñecas. ¡No te sientas avergonzado de esto, nunca más!

-Jules, ¡no ves que dan asco! ¡demuestran lo débil que soy!

-No Owen demuestran lo valiente y fuerte que eres, siempre lo has sido, demuestran que has aguantado y pueden servir de ejemplo a otras personas que están pasando por lo mismo que tú.

-¿Te sigue haciendo esto tú padre?- lo dije con la más delicadeza que pude.

-¿Cómo sabes que ha sido mi padre?

-Porque sé lo hijo de puta que es...

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