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Diego

Luego de desayunar Valente me llevó hasta el consultorio del psicólogo, no voy a negar que tengo un poco de nervios.

(...)

Mauricio. Ese es el nombre del psicólogo.
Un hombre de unos 50 años bastante agradable y divertido, que ha respetado mis silencios a algunas de sus preguntas y mis respuestas dudosas a otras.
Al final de la sesión me dijo que no me podría diagnosticar con esa única sesión, eso me decepcionó un poco, pero me dijo que me iba a enseñar formas de mantener la calma cuando siento que todo se va a derrumbar.
Cuando me iba me revolvió el cabello y dijo- nos vemos el jueves Diego.
Adiós- no se me ocurre otra respuesta, en mi mente solo hay muchas preguntas que aún no tengo la valentía suficiente para expresarlas ante Mauricio, ante nadie en realidad, quisiera ser menos temeroso, quisiera ser como Temo o como mi padre.

La primera sesión puedo compararla con una presentación, ya que no hablamos de temas lo suficientemente profundos, será porque hasta el notó cuán nervioso estaba yo.

Afuera estaba Valente esperándome como de costumbre, no me molesta para nada, es bastante cómodo tener alguien que haga de chófer. Para ser sincero odio el transporte público, tarda demasiado y aveces las personas son demasiado ruidosas.

Joven Diego, hubo un cambio de planes de último momento, lo llevaré con su padre-.
¿Que? ¿Está el bien?- muchas más interrogantes se creaban en mi cabeza, Valente al notar mi preocupación actuó rápido y negando con sus brazos acompaña- no, joven, no se preocupe, es solo porque su padre quiere presentarle a alguien-.
Rápidamente la preocupación se fue, así como nos íbamos Valente y yo de este lugar.
Selecciono la opción "reproducir" y cancelo el modo aleatorio, no me gusta no saber que es lo que viene.
Los bellos acordes de "To be so lonely" hacen que mueva mi cabeza de lado a lado y canto dramáticamente algunas partes de la canción, eso hace a Valente reírse y yo me siento bien por ser una buena compañía.
Cinco canciones más tarde llegamos.
Valente me acompañó hasta la puerta de la oficina y luego se retiró.
Mi padre se levanta con esa simpatía que otorga confianza y pasando su brazo por detrás de mi cuello dice- Diego, permíteme presentarte a Andrés Cervantes, es uno de mis nuevos becarios, e hijo de Elsa- mire detenidamente al joven risueño que se posicionó enfrente mío- un placer, joven Ortega-.
El placer es mío, puedes llamarme Diego.
-Bueno- carraspea mi padre para llamar la atención nuestra- Andrés ha estado estudiando fuera del país por un tiempo así que no debe estar al tanto de muchos cambios en la ciudad ¿Podrías hacerle un pequeño tour de bienvenida, hijo?-.
-No me gustaría desperdiciar tu tiempo Diego, seguro que tienes asuntos importantes que atender, después de todo también eres estudiante universitario-.
No es ninguna molestia, te lo aseguro- le sonreí para afirmar.
Pueden ir ahora mismo, el otro becario no tarda en venir, vayan-.

(...)

Nos encontrábamos en una de las nuevas cafeterías de la ciudad, que es también donde trabaja Aris.
Andrés es muy educado pero también divertido y espontáneo.
- Ahora que recuerdo, tu padre me contó que estás en la universidad y que eres muy buen alumno, pero no me contó que estudias.
- Estudio comunicación, al principio pensaba estudiar política para complacer a mi padre, pero el me dijo que debo estudiar lo que me haga feliz.
Andrés sonrió y dijo- es genial, desearía que mi madre fuera un poco como tú padre, yo estudio política por ella, pero no todo es malo, puedo decir que hay muchas cosas de esta carrera que me gustan.

Luego de la cafetería dimos un paseo por otros lugares hasta que por curiosidad miré la hora en mi teléfono y me di cuenta de que llevábamos 5 horas juntos, el tiempo pasó tan deprisa.
Suena el teléfono de Andrés y al poco tiempo de descolgar puedo escuchar a Elsa alterada por la ausencia de su hijo, creo que ni el ni mi padre le avisaron de los planes del tour de bienvenida.
-Bueno, mi madre se preocupó un poco o talvez demasiado- los dos reímos aunque se que para el fue un poco incómodo el hecho de que escuché como su mamá le reprochaba por teléfono.
-Creo que es hora de que cada uno vuela a su casa-.
- ¿Me permites que te acompañe hasta tu casa?
- ¿Acaso esperas besarme en el porche de mi casa?- pregunté bromista.
- Solo si me lo permite, joven Diego-. Dijo el siguiendo mi juego, nos miramos a los ojos y explotamos de risa.
(...)
Nos encontramos caminando hacia mi hogar haciéndonos bromas cada tanto, cuando veo una cara conocida ¡Mateo Symanski!
-Hola- lo saludé mostrando mi mejor sonrisa. el me respondió con lo mismo excepto por la sonrisa, sus ojos parecían estudiarme a mi y a mi acompañante.
- Te presento a Andrés, el también trabaja para mi padre-
-Ya veo, encantado Andrés- dijo estirando su brazo para estrechar las manos con el, que a diferencia de Mateo reacciona más animado.
Talvez sólo está cansado.
-Bueno, adiós- dijo y siguió su camino.
Andy y yo nos miramos levantando una ceja debido al comportamiento del ya no presente.
Seguimos caminando un par de cuadras más hasta mi casa.
- Gracias por acompañarme hasta aquí-.
-No es nada, la calle es peligrosa aveces y no me perdonaría si algo te sucedía-.
- Avisame cuando llegues a tu casa, Andy-.
- Está bien, nos vemos pronto, espero.- Sonrió otra vez.
-Adios, ve con cuidado-.
Adios- dijo acercándose a mi y dejando un beso en mi mejilla- lo miré extrañado y el solo río a lo que yo le seguí.
Vi cómo se alejaba y entré a mi casa, mi padre aún no llegaba por lo que decidí comer algo ligero y luego bañarme e irme a acostar pero no a dormir talvez vea algo en Netflix.
(...)
En medio de la película me llegó una notificación de WhatsApp.

Andy Cervantes: Llegué (foto).
Se veía a Andrés en pijama y a su lado un perrito blanco muy tierno.
Yo: Cool (foto)
Una foto donde también me muestro en pijama pero a diferencia de un perro tengo un sándwich en la mano.

Luego llegó mi padre que me pidió que mañana le cuente como me fue con Andy y también me deseó dulces sueños.

Mateo

Luego de un cansador día de trabajo me dirigía directamente a mi casa, esta vez no pasé por mi café, no me apetecía, aunque me arrepiento ya que ahora podría estar disfrutando mis croissants.

De camino encontré al hijo de mi jefe con un joven de más o menos mi misma altura, no voy a negar que era de buen ver, eso me molestó.

¿Por qué?

No lo sé.

Al ver a Diego tan sonriente con el nuevo becario sentí molestia, algo inexplicable.
Talvez solo tengo hambre o sueño.

¿Por qué me provocas sentimientos confusos Diego Ortega?

Ubaldo cupido - matiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora