Abrazo

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La campana que afirmaba la hora del recreo sonó. Tsukishima salió de su salón en busca de un refresco. De repente, a lo lejos, vio sentado solo al niño que tenía su peculiar cabello verde y su cara rodeada de pequitas. Comía tranquilo unas papitas fritas mientras disfrutaba viendo cómo alumnos de grados superiores jugaban vóley a una distancia considerable.

Al verlo, el rubio recordó ese día en que lo había rechazado como amigo, pero no se lamentaba mucho, ya que ese niño con bonitas pecas solo se había acercado a él porque el peliverde pensaba que lo había defendido, aunque no fue así del todo. A Tsukishima solo le parecía patético y lamentable la actitud de ese grupito que se creían bravucones solo por meterse con un niño débil y tímido, pero él no tenía intenciones de ser el protector de nadie.

—¡Hey, llorón!—escuchó Tsukishima, volteando para ver que eran los niños que antes habían molestado a Yamaguchi y que iban en dirección de este.

El rubio no quería meterse en asuntos que no le incumbían, por lo que estaba dispuesto a irse, hasta que vio algo que lo molestó.

El niño mayor del grupo le quitó la comida a Yamaguchi y este solo podía encogerse entre sus hombros triste.

—Chicos, miren, comida gratis—se burlaba el niño mientras comía por la mitad las papitas de Yamaguchi—Hey, ¿quieres, pecosón?, pues toma—tiró la papa que había comido por la mitad en la cara del peliverde y así lo repetía con las demás papitas.

Las risas no se hicieron esperar. Yamaguchi mordía fuertemente sus pequeños labios y agarraba su pantalón arrugándolo con sus manitas mientras soportaba las fuertes ganas de llorar. No quería que lo vieran llorar otra vez, pero el que le arrojen sus papitas en su cara generaba que se le nublara más sus ojos y las carcajadas provocaba que se sintiera cada vez más miserable.

Tsukishima miraba lo que ocurría. Ciertamente, se sentía impotente, porque él sabía que Yamaguchi no era para nada un niño que se merecía eso. Aunque, lo que molestó en demasía a Tsukishima fue que hicieran ver deplorable al indefenso peliverde. Sabía que debía de actuar, ya que también de cierta forma se sentía...¿culpable?

Luego de sacar un refresco de la despensa, el rubio lo agarró y fue donde ellos. Abrió su botella y dejó caer toda la bebida encima de ese abusivo.

—¡¿Pero qué diablos?!—vociferó el niño. Estaba enrabiado, ¿quién se atrevía a derramar su maldita agua sobre él?

Velozmente, se volteó para dar pelea junto con sus amigos, pero al hacerlo se dio cuenta que no era cualquier mocoso.

—Ups, lo siento—enseguida el rubio le tiró su botella en su cara—¿Alguna vez te dijeron que te pareces mucho a un bote de basura?, es que pensé que eras uno de la porquería de cara que te cargas—agregó Tsukishima mostrando su rostro altanero y burlón.

Los niños miraron temerosos a Tsukishima. El rubio era muy alto e intimidante; además, meterse con él significaba muchos problemas.

—Ja, ¿ya te acobardaste?—preguntó el de lentes mientras se agachaba a la altura del niño que molestó a Yamaguchi mostrándose altivo—Todos ustedes no son más que niños con cara de mocosos.

Los niños se miraron entre sí, ya que no querían meterse con el rubio, tampoco querían que el rubio los acusara con algún profesor. El grupo se fue corriendo dejando solos al rubio con Yamaguchi.

—Qué gallinas—comentó Tsukishima al verlos correr lejos.

Giró para ver a Yamaguchi, quien se encontraba muy expectante ante lo sucedido. Tsukishima se sentó a su lado antes de hablar con él

—¿Estás bien, Yamaguchi?—preguntó ocultando de cierto modo su tono de preocupación.

—Y-yo...

Yamaguchi tenía tantos sentimientos encontrados, que ya no soportaba más aguantar sus lágrimas. No quería verse como un bebé frente a alguien tan genial como Tsukki, pero se hallaba tan cansado mentalmente, tan feliz y afligido al mismo tiempo, que lo único que pudo hacer es lanzarse a sollozar en los brazos de Tsukishima para expulsar su frustración y estrés.

—Tsukkii∼, g-gracias—hipaba el peliverde ocultando su rostro en el pecho del rubio.

El de lentes se ruborizó ligeramente ante esa acción tan repentina de Yamaguchi. Se sentía conmovido por ese adorable niño pecoso, por lo que no hizo más que corresponder su abrazo, mientras le acariciaba gentilmente su suave cabellera para reconfortarlo.

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Aprox más de seis horas para esto F me la quise dar de baja jeje, pero luego recuerdo que no me gusta cuando los autores abandonan su obra y se me pasa xd falta practicidad lol

Mi error (Tsukkiyama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora