Una carta y una tarta

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Su hermano se había ido de excursión por algunos días, por lo que vio una oportunidad para invitar al peliverde a su casa. Porque sí, Tsukishima trataba en lo posible de evitar innecesarios encuentros entre Yamaguchi y su hermano.

—Guchi, me compré un nuevo juego y mi mamá compró pastel ayer.

—Qué bien, Tsukki, ¿entonces hoy puedo ir a tu casa?

—Si quieres.

El chico con mejillas pecosas rió. Había cosas que por más que pasaran los años no cambiaba en el rubio, como su forma indirecta de decir las cosas. Obviamente que Yamaguchi pensaba ir. Había pasado un tiempo desde que el rubio lo invitaba a su casa; en vez de eso, pasaban el tiempo en la casa del pecoso.

Yamaguchi, si bien en un principio no supo controlar sus sentimientos, ahora se podía considerar un experto para retenerlos muy al fondo de su corazón. Sin embargo, lo que no desaparecía en él era la inmensa decepción por lo que pensaba su mejor amigo. Aún le dolía saber que el rubio era homofóbico, que había una razón para que Tsukki lo odie. Por ello, el pecosito se replanteaba constantemente acerca de su sexualidad y sentimientos, y se preguntaba si el rechazarse así mismo por causa de su primer ex-amor era una actitud cobarde.

Pero, al final, el peliverde se excusaba de que era lo correcto el quedarse callado, ya que cada vez que miraba hacia su pasado, y recordaba todas las cosas buenas que habían realizado juntos y rememoraba los comienzos de su enamoramiento, se convencía cada vez más que alejarse del rubio no era una opción. Yamaguchi supuso que ya no estaba tan enamorado como antes o que solo era una confusión por la admiración y cariño que sentía, y que el de lentes se halle a su lado era lo único que importaba. Después de todo, el pecosito quería tanto a su refunfuñón amigo, que hasta haría lo que sea para olvidar sus sentimientos románticos solo por él.

El timbre que indicaba la finalización del receso sonó. Algunos alumnos corrían y otros simplemente caminaban con parsimonia, como era el caso del par de mejores amigos.

—Queridos alumnos, el día de hoy se hablará acerca de la amistad y el enamoramiento para diferenciar entre una saludable y otra perjudicial.

Otra clase aburrida comenzaba para el rubio. Como siempre, la tutora contaba las anécdotas estúpidas de su vida. A pesar de eso, lo único que le llamó la atención al irritado rubio fue la última parte que dejó como tarea.

—Para la próxima semana, quiero que cada alumno escriba en una carta sus sentimientos hacia algún otro compañero o compañera que considere especial e importante. Si no quieren hacerlo, al menos pueden traer algún otro regalo si así lo desean—dijo la maestra— Necesito que pongan su empeño en esto, por favor, y que no lo tomen en broma. Esta actividad les ayudará a abrirse más con los demás.

¿Una carta? Tsukishima veía una gran oportunidad. Él no se consideraba alguien demasiado expresivo, pero al hacer una carta vio una excelente oportunidad para profesar su amor hacia Yamaguchi. Quería demostrarle cuánto lo amaba por medio de su escrito.

Luego de terminar las clases, se dirigió a su casa junto con Yamaguchi. Una vez despedirse, se puso a pensar en lo que escribiría. Estuvo así durante varios días, escribiendo y tachando, hasta que al fin pudo terminar.

Todo su empeño y cariño se hallaba en esa delgada hoja.

''Dirigido al chico que me cautivó por completo.

En este pequeño trozo de papel, quiero tratar de resumir todo lo que provocas en mí, mi querido Guchi. Sé que no todos los días te demuestro lo valioso que eres, pero ten en cuenta que siempre he sabido lo que significas, Guchi.

Mi error (Tsukkiyama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora