Capítulo II: El chico nuevo (Will)

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Hoy me esperaba otro día igual. Aburrido hasta el punto de ser absurdo. Personas absurdas, hablando de cosas absurdas. Otro día más en este sitio. Esperaba con ansias el momento en el que poder salir de aquí pero mis padres ya ni siquiera escuchaban mis razones. No es que hubiera mucha diferencia entre este instituto y otros pero aquí me sentía encerrado, encarcelado. Viviendo el mismo día constantemente, y con la misma gente. Vivía en el "Día de la Marmota".

Ah, algo un poco diferente me esperaba hoy. Hoy llegaba el estudiante nuevo. No es que importara especialmente, ya había ido moviendo mis cosas desde que me lo dijeron y de todas formas nunca había ocupado mucho del espacio destinado a mi compañero de cuarto. Todo el mundo hablaba de él; cómo sería y porqué se había trasladado en mitad del año escolar, y todos se inventaban sus propias historias sobre la causa. Había llegado a oír a uno de primer año una historia sobre un asesinato por el que no le habían condenado por ser hijo de alguien importante. Sí claro, y en ese caso ¿para qué diablos iba a venir a este absurdo colegio? Desde luego, les encantaban los rumores, vivían de ellos. Absurdo. Por mi parte, no tenía ningún interés, sólo quería que fuera alguien tranquilo, que no me molestara. Y cuanto menos hablara mejor nos llevaríamos. Si venía de Pekín o la Conchinchina no me importaba. Llevaba toda la mañana viendo a todo el mundo alborotado de un lado para otro mientras seguían inventando las historias más absurdas y ya estaba cansado. Dejé la charla absurda a mis espaldas y fui a mi cuarto a darme una ducha.

Ya casi había terminado cuando me pareció oír como llamaban a la puerta. Me aclaré rápidamente, me puse una toalla enrollada a la cintura y salí a ver quién era. Cuando abrí la puerta algo pequeño y suave se estrelló contra mí. Miré hacia abajo y me encontré una mata de pelo alborotado de la que sobresalían dos orejas del color de las cerezas a lo que seguía un pequeño cuerpo. Unos pasos por detrás se encontraba Joel con esa cara de Diablillo que pone cuando hace una gamberrada. Me quedé un momento en blanco. Levanté una ceja en dirección a Joel buscando una respuesta y le vi gesticular con la boca "tu nuevo compi" justo en el momento en el que él mismo lo decía tartamudeando. Así que éste era el chico, vaya.

Estaba demasiado sorprendido así que no sé exactamente como respondí a su presentación, sólo que cuando levantó la mirada de verdad me quedé de piedra. ¿De verdad era un chico? Si lo veo por la calle hubiera apostado mi cuello a que era una chica, sin ninguna duda. Por si fuera poco, su cara había adquirido el mismo color de sus orejas y se le veía totalmente... tierno. Hey, para, para, es un chico, seguramente no le gustaría oír esa clase de comentarios. Pero en serio que no lo parecía. El pobre chaval fue a darme un apretón de manos al presentarse y en vez de eso me dio un puñetazo. Oí a Joel reírse mientras el chico nuevo, Sam había dicho que se llamaba, tenía cara de querer matarlo así que le di una mirada de "ya vale" y le eché de allí. Bastante tenía con lo que le esperaba. Cuando se fue gritando algo sobre la comida cerré la puerta y volví a mirar al chico. Era como una cabeza más bajo que yo y parecía un debilucho. Madre mía, aquí se lo iban a comer.

Esa fue la primera impresión que tuve de mi compañero. Luego durante un segundo, sólo un segundo, fijó su mirada en la mía y vi algo que nunca había visto y menos en este sitio. Sus ojos, de color avellana, parecían tener... fuerza, determinación. Eran las palabras que vinieron a mi mente en ese momento. Es algo difícil de explicar. Después de ese rápido momento volvió a apartar sus ojos y la sensación se desvaneció. Un poco confuso, sacudí la cabeza.

Cuando un estudiante llegaba aquí, su equipaje normalmente ya había llegado el día anterior así que me pareció extraño verle llegar a él antes que su equipaje, y todavía más al saber que lo llevaba consigo. Creí más que oportuno ayudarle a traerlo, pensando que traería mucho. Parecía que se iba a partir en dos con sólo soplarle así que no me quería imaginar si traía él solo todo su equipaje. Además quería contarle cómo funcionaban algunas de las cosas por aquí, de alguna forma me sentía responsable al ser su compañero de cuarto. Y me pareció lo menos molesto. Cuanto antes estuviera instalado, antes volvería a la tranquilidad. Pero antes de que pudiera decir una palabra, estaba fuera de la habitación. Me vestí lo más rápido que pude y cuando salí le vi con el móvil en la mano. Sería por eso que salió rápido, para llamar. En cuanto me vio, guardó el móvil y me miró con una expresión extraña que no entendí. Mientras íbamos hacia el aparcamiento le dije sin pensar lo que llevaba un rato rondando mi cabeza, lo pequeño que era. Me di cuenta en cuanto salió de mi boca, es una de esas cosas que suelen cabrear a la gente, pero a él no pareció importarle demasiado. Bueno supongo que el chico estaba acostumbrado a que le dijeran lo pequeño que era.

Un lugar donde esconderseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora