La semana siguiente la pasé de la habitación al comedor, luego a las clases, en cuanto terminaban iba directa al club de Matt y comía allí con él, después cogía el coche y me dirigía al trabajo, al volver cenaba rápidamente y a dormir. Will no me dirigía la palabra y yo le correspondía el gesto. De vez en cuando, me encontraba con su mirada, como si quisiera decirme algo y abría la boca para decirle que esto era absurdo, pero la volvía a cerrar inmediatamente al recordar la manera en la que apartó mi mano.
Siendo realista, parecíamos dos idiotas. Seguía sin tener ni idea del porque estábamos así y él no parecía por la labor de contármelo. Conforme pasaban los días mi enfado iba disminuyendo y lo sustituía un sentimiento triste. Me había sentido tan... contenta aquí y de repente todo se había ido al cuerno. Y lo peor era que no sabía cómo arreglarlo porque no sabía la razón por la que se había ido al cuerno. Estaba frustrada. Lo había pensado mucho durante la semana y seguía sin poder imaginarme el porqué de su comportamiento. Por supuesto, todos notaban que algo pasaba pero creo que les daba miedo preguntar por si alguno de los dos le saltábamos al cuello, sobre todo al principio. Bueno, siempre había excepciones como Roy, por ejemplo, que siempre que me veía intentaba –y conseguía– cabrearme. Por suerte para él y desgracia para mí, siempre tenía demasiada prisa así que todavía no le había podido dar lo que se merecía. A todos los efectos, un buen puñetazo en su nariz.
Incluso Emma me había comentado algo el miércoles. Se me había hecho un poco tarde en el club, mirando el guion con Matt. Ya casi estaba terminado así que los dos estábamos entusiasmados y cuando me quise dar cuenta ya pasaba la hora de irme. Llegué al trabajo resollando y me puse a servir a los clientes. Mi jefe, el hippie loco, no me había perseguido durante toda la semana lo cual me llevaba a sospechar que tramaba algo. Además de eso, esta semana estaba especialmente torpe. En tres días había tirado más cosas, incluyéndome a mí misma, que en todo el mes. Así que ese día, cuando yo misma me había caído, bandeja en mano, Emma se acercó a mí y me llevo a rastras hasta la trastienda.
–Sam, ¿estás bien?–me miraba preocupada. Suspiré, algo más bien repetitivo en los últimos días.
–Sí, perdona Emma. Últimamente estoy más torpe de lo normal. Gracias a dios, esta vez no he roto nada, ¿eh?–le di una sonrisa lo mejor que pude. Ella negó con la cabeza.
–Eso no tiene importancia. Me tienes preocupada, llevas una semana un poco raro, con la mirada perdida y tus sonrisas habituales son más bien...no sé, no son iguales. Y...–dudó un momento antes de seguir–los chicos no han venido en toda la semana. Ni siquiera Will. –vaya con aquel pinchazo, a estas alturas de la semana dolía bastante más. Hice una mueca. – ¿Te ha pasado algo con él?–pero bueno ¿es que incluso ella lo notaba?
Miré su expresión preocupada y estuve a punto de soltarle todo. Y cuando digo todo, me refiero a todo. Que era una chica obligada a vestirme de chico e ir a un colegio de sólo chicos para que un cruel desequilibrado mental no pudiera encontrarme. Y que después de pasar un miedo horrible al entrar allí, no sólo miedo a que me descubrieran sino a lo que me pasaría allí entre tanto chico que no conocía, había conocido a un grupo de chicos que había llegado a considerar buenos amigos, lo cual no había pasado en ninguna de mis anteriores residencias. Y después de haber cogido tanto cariño a mi compañero de cuarto, aunque al principio estuviera tan sumamente asustada y nerviosa, por alguna razón que no podía comprender él había dejado de hablarme, tocarme y casi mirarme, si exceptuamos cuando lo hacía de reojo. Y sin darme cuenta todos esos gestos me estaban doliendo como si me clavaran agujas en el pecho. Oh, y por cierto, llevaba un maldito chaleco para ocultar mi casi inexistente pecho y era incómodo como mil demonios. Si, estuve a punto de decirlo, pero no lo dije. No podía, nunca. En su lugar abrí la boca y solté otra mentira más. Ya estaba cansada de ellas.
ESTÁS LEYENDO
Un lugar donde esconderse
Teen FictionCuando Sam tenia 9 años, vio algo que no debía, algo horrible e inolvidable. Algo que la convierte en el objetivo de un hombre cruel. Siete años después, sigue siendo perseguida y tiene que encontrar un lugar seguro, un lugar donde no la descubran...