―¡N-no digas tonterías! Vamos, que ya llego tarde ―le empujó hacia la puerta mientras yo sonreía ampliamente. ¿He dicho ya que me encantaba verla sonrojada? Me parece que sí. Tyler me miró entrecerrando los ojos y se lanzó a abrazarla en cuanto pasamos por la puerta.
―Mejor, ¡porque Sam es mío! ―fruncí el ceño y la separé de él, rodeándole el cuello con los brazos y apoyando mi barbilla en la parte alta de su cabeza, tal y como había hecho esta misma mañana.
―¡Ni lo sueñes, hippie loco! No pienses que te lo voy a dar ―noté la vibración en el cuerpo de Sam al reírse mientras Tyler hacía un puchero.
―¡Cariño! ―se giró a mirar a Emma que nos veía desde la barra, divertida― ¡Will quiere quitarme a Sam! ―lloriqueó como un niño pequeño― ¡Y además me ha llamado con mi nombre súper-especial que sólo puede usar Sam! ―Emma negó con la cabeza.
―Ya, ya. No pienso meterme en esa discusión. Pero Will, como le sigas agarrando tan fuerte vas a terminar ahogándole ―la solté aunque sin ningún deseo de hacerlo― Aunque por su sonrisa parece que no le importa en absoluto ―Sam se alejó murmurando un "voy a cambiarme". No me miró pero vi sus orejas rojas y volví a sonreír. No por primera vez me pregunté cómo podía sonrojarse tanto esta chica―. Vaya, vaya. Que interesante. Bueno, siéntate Will. ¿Quieres algo? ―asentí y me senté en un taburete, en la barra.
―Tu maravilloso chocolate caliente, gracia Emma ―sonrió y me sirvió una taza humeante de chocolate―. ¿Podrías servir otro para Sam? Seguro que está deseando tomarse uno ―su sonrisa se ensanchó.
―Por supuesto ―sirvió otra taza y la dejó también en la barra, al lado de la mía, a la vez que Sam se acercaba.
―¡Oh! ¡Chocolate! ¡Muchas gracias! ―se sentó felizmente a mi lado y cogió su taza. Yo sonreí, sabía que le encantaba el chocolate de Emma.
―Will lo pidió por ti ―me miró y me dio una hermosa sonrisa.
―Gracias Will ―negué con la cabeza, totalmente embobado. Apenas tardó dos minutos en bebérselo y entonces se levantó―. Bueno, ya he vagueado bastante, es hora de trabajar.
La tarde pasaba tranquilamente. Ese día no entraron muchos clientes, solamente estaban los habituales y no daban guerra. Yo cogí uno de los tantos libros que había en las estanterías y me quedé en la barra, con el libro apenas sin tocar, mirando a Sam yendo de un lado para otro. Tyler asomaba la cabeza cada dos por tres mirando a Sam con ojitos de cachorro degollado y un puchero en los labios, sobre todo cuando Sam tomaba un descanso y se sentaba a mi lado. Después del décimo ―al menos― puchero, Sam suspiró y se levantó.
―Bueno, parece ser que hoy es el día ―rodeó la barra y se puso detrás de Emma, abrazándola por detrás mientras yo la miraba totalmente confundido―. Perdona Emma, no es que quiera meterte mano pero te necesito de escudo ―aspiró una buena bocanada de aire y gritó―. ¡Jefe! ¡Necesitamos más chocolate de la alacena!
Un borrón amarillo apareció en un parpadeo con una sonrisa de oreja a oreja.
―¡Me has llamado jefe! ―intentó esquivar a Emma para acercarse pero Sam se movió de forma que Emma siguiera estando en medio― ¡Eh! Deja de moverte y dale un abrazo a tu jefe ―Sam puso su expresión de "Ni lo sueñes, hippie loco" pero le miraba con diversión―. ¡Bah! ¡Da igual! ―y dicho esto, se lanzó a abrazar a las dos a la vez mientras yo reía. Este hombre era increíble.
―¡Que asfixias, hippie loco! ―la sonrisa de Tyler se amplió incluso más y se separó, dirigiéndose hacia la alacena, danzando.
Sam negó con la cabeza sonriendo mientras soltaba a Emma pero antes de que pudiera hacerlo del todo, ella se dio la vuelta y la abrazó fuertemente.
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Un lugar donde esconderse
Teen FictionCuando Sam tenia 9 años, vio algo que no debía, algo horrible e inolvidable. Algo que la convierte en el objetivo de un hombre cruel. Siete años después, sigue siendo perseguida y tiene que encontrar un lugar seguro, un lugar donde no la descubran...