Estaba inmerso en mis pensamientos, intentando descifrar un poco más de Sam por la conversación que acababan de tener cuando la vi mirar a todos los lados, con el ceño fruncido, y hacer una mueca. En cuanto oí la voz chillona llamándome, supe el porqué de su mueca.
―¡Will! ¡Qué suerte encontrarte por aquí! ―me giré hacia la voz y vi a Cynthia que venía hacia donde nos encontrábamos nosotros― ¿Cómo es que estas en el centro comercial? Siempre que te invito me dices que... ―se cortó al ver a mis acompañantes. La mirada que les dio a Sam y Jean no fue nada agradable. Yo fruncí el ceño―. Vaya, si estás acompañado. ¿Me puedo sentar con vosotros? ―puso su sonrisa más falsa. Me preguntaba si de verdad pensaba que engañaba a alguien con esa sonrisa. Abrí la boca para decirle que este no era un buen momento pero Jean se me adelantó.
―¡Claro que sí! Siéntate chiquilla ―Cynthia la miró mal al oír "chiquilla" pero no era nada comparado con la mirada que le estaba echando Sam. O yo mismo.
―¿Quién eres tú?
―Soy Jean, la hermana de Sam. Pero soy muy amiga de Will y los demás, ¿verdad chicos? ―la sonrisita en su cara y el retintín en su tono dejó bien claro el motivo por el que la invitó a sentarse. Joel se apresuró a contestar.
―Claro que sí ―Jean le sonrió, traviesa y Joel se sonrojó. Reprimí una sonrisa, estaba coladito.
― ¿Y tú, chiquilla? ¿Quién eres? ―Cynthia se echó el pelo hacia atrás con gesto arrogante y la miró echando chispas.
―Me llamo Cynthia, no chiquilla ―luego la ignoró completamente y se acercó más a mí. En estos momentos, quería estrangular a Jean. Solo con su voz ya me sentía incómodo―. Will, ¿no me vas a ofrecer nada? Aquí solo hay helados y café, ¿por qué no vamos a otro sitio? ―¡cierto! El helado favorito de Sam, por poco se me olvida.
―¡Ah sí! Oye Sam.
Ella ni si quiera se giró a mirarme, siguió con su cabeza al frente y contestó con un hosco "que". Notaba su mandíbula apretada. Fruncí el ceño y le puse la mano en la cabeza, girándola para que me mirara. En cuanto sus ojos estuvieron en los míos, su expresión cambió. Un ligero color rosado subió a sus mejillas y su mandíbula se relajó. Sonreí y ella correspondió con otra sonrisa. Así mejor, verla tensa me tensaba a mí.
―Me estaba acordando... ¿no me dijiste que te encantaba el helado de vainilla con galletas? ¿Y qué no lo encontrabas muy a menudo? ―ella asintió, confusa― Pues aquí tienen ese sabor y te aseguro que está... bueno, para comérselo ―sus ojos brillaron emocionados. Sabía que le iba a gustar.
―¿De verdad? ―asentí, sonriente. Ella sonrió como si hubiera encontrado un tesoro y se relamió. Y yo, otra vez, sólo quería acortar la distancia que nos separaba y volver a besarla.
―¿Helado? Pero si hace un frio de muerte y solamente engorda, ¿qué le veis de bueno al helado?
―¿Qué que le vemos...? ¿Lo dices en serio? ―Sam la miraba como si de repente le hubieran crecido ojos de más en la cara, antenas en la cabeza y se hubiera puesto el pelo verde―Chicas flacuchas...―murmuró por lo bajo― El helado es bueno en cualquier época del año y mis caderas están bien, gracias ―rodó los ojos y volvió a murmurar―. Dios, que qué le vemos de bueno, dice ―bufó y yo reí.
Cynthia, con una expresión de total desprecio en su cara, se acercó más y me cogió del brazo. Yo me levanté inmediatamente.
―Yo te lo pido, ¿alguien quiere algo más? ―Jean que había estado mirándonos atentamente, se levantó, sonriendo.
―Oh no, cariño. Ya vamos Sam y yo, vosotros quedaros aquí ―las dos se levantaron y se fueron hasta la barra. Yo me volví a sentar, molesto con Jean por hacerme quedar aquí.
ESTÁS LEYENDO
Un lugar donde esconderse
Teen FictionCuando Sam tenia 9 años, vio algo que no debía, algo horrible e inolvidable. Algo que la convierte en el objetivo de un hombre cruel. Siete años después, sigue siendo perseguida y tiene que encontrar un lugar seguro, un lugar donde no la descubran...