FDP #4

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"Ella paseaba por los pasillos, dirigiéndose al teatro para ensayar. Tenía que esperar a un chico que le caía pésimo, su pareja de baile, que ella no había elegido. Lo que le hizo acordar a su peor pesadilla en ese momento: su novio tenía que bailar con su ex. Sí, confiaba en él, pero ella era una maldita arpía que nunca había podido aceptar que habían terminado.

Ellas habían sido mejores amigas, hasta que su ex y él terminaron y la actual, por fin, pudo dejar salir sus sentimientos hacia el chico. Ellos empezaron a salir, sin miedo de nada ni nadie, y la primera se enojó muchísimo, a tal punto de hacerles reclamos a ambos por cosas sin sentido. A partir de ahí, todos empezaron a enojarse con la actual novia del chico sin ningún motivo, solo porque habían decidido creer las estupideces que soltaba la otra niña.

Llegando al telón que separaba el pasillo del escenario, comenzó a oír voces. Dos, para ser exactos. Las conocía demasiado bien como para dudar de quienes eran, y era lógico que estén juntas, pero no lo era lo que estaban diciendo.

Lentamente, intentando que sus zapatos no hicieran ruido contra el suelo, se fue acercando al telón. Corrió un poco la tela, asomó los ojos y comenzó a ver la escena, conteniendo las ganas de salir y matar a ambos.

-Fue un buen ensayo, ¿no lo crees? -preguntó ella, tomando su botella de agua y sentándose en el borde del escenario.

-Sí, ¿no? -dijo él mientras se acercaba hasta donde ella estaba.

-Supongo -rió-. Oye, perdona que te pregunte pero... ¿cómo lo llevas con tu novia?

"Hija puta", pensó la chica detrás del telón, "ella no es capaz de hacer esto, la odio".

-Eeh, bien, más o menos. Nos distanciamos un poco y ya -dijo él.

La chica que los espiaba se llenó de bronca, quiso salir de su escondite y sacarle la careta de lo falso que estaba siendo.

-¿Entonces? ¿Puedo...? -tomó su brazo y lo atrajo hacia sí.

-No, ¿qué haces? -Intentó zafarse del agarre-. Ella y yo seguimos juntos y no lo vas a cambiar.

-Ay, vamos. Bien que te gustó el beso de la cita y ahí no te importó tu noviecita.

¿Qué? La chica no podía dar crédito a lo que veía y escuchaba... ¿Acaso esa niñata y su novio habían salido y besado? ¿Y ella no se había enterado? Esto no podía seguir así.

Como si estuviera hecho a propósito, él se dejó llevar por los impulsos de su compañera de baile y la besó. Ella lo besaba y él le correspondía, sin culpa alguna. Le había posado una mano en su mejilla y otra apoyada en su cintura, mientras que ella envolvía las suyas alrededor del cuello de él y cada tanto le acariciaba el cabello. Después de un rato, la otra mano de él acompañó a la primera en el camino de la cintura de ella, bajando poco a poco, incluso hasta tocarle el culo por encima de la falda, obligándola a pararse.

En el momento que sus dedos estaban tocando el borde de la pollera y amenazaban con ir por debajo de ella, que, por lo visto, a la niña parecía no importarle, la chica que estaba detrás del telón se cansó de tanto besos y manoseos que decidió salir. Intentó hacer ruido con sus pisadas, pero, como ninguno de los dos reaccionaba, comenzó a aplaudir.

-Bravo, ¿no? -Dijo, dejando notar demasiado el sarcasmo-, ¡Qué lindo ensayan, seguro ganan!

Como si recién se dieran cuenta de su presencia, se separaron, intentando disimularlo, avergonzados. Bah, sólo él, la chica sonreía maliciosamente, como si disfrutara que la hubieran pillado, aunque intentaba ocultarlo.

-Oye no... solo estábamos hablando, no te enojes, si no ha pasado nada... mi vida.

-Me viste la cara, ¿no? -se rio falsamente-. ¿Te piensas que no escuché todo lo que te dijo... esta? Y todavía tenés el descaro de decirme así, como si lo arreglara.

Herida, los miró. Sus ojos oscuros brillaban, y no solo por estar viendo los claros ojos de la persona que tanto amaba, sino de la rabia que sentía por lo que le habían hecho. Casi que no podía reprimir las ganas de llorar.

-¿Sabes...? Olvídalo, no digas nada -golpeó sus manos contra sí misma, resignada, al tiempo que se alejaba del lugar y se encontraba con su compañero de baile-. ¿Te parece si lo dejamos para después? No puedo soportar tanta falsedad -y se alejó.

Los otros dos se miraron, preguntándose qué hacer. La chica se ofreció a ir y el otro, con dudas, dejó que vaya. Ignoró al chico que había aparecido hacía nada en el teatro y corrió siguiendo a la otra chica siguiendo el camino que esta había hecho.

-Espera, podemos arreglarlo, si no ha sido nada -intentó frenarla.

-¿Qué? ¿Qué no ha sido nada? Fuiste mi mejor amiga antes, ¿ni un poco de respeto te quedó por mi persona?

-Tranquilízate, fue un beso de nada, y mucho menos contando que es mi ex -sonrió.

-Sabes que odio que me mientan.

Como si viniera acompañado con la respuesta, forcejeó con el borde de su falda y consiguió sacar un cuchillo. Recorrió la larga y limpia hoja con la yema de los dedos y luego se acomodó el arma en la mano, tomándola del mango. De un golpe rápido, tiró a la otra al piso, la arrastró hacia una de las paredes y se subió encima de ella. Tomó su brazo derecho, le subió la manga y comenzó a tallar.

Al ver las primeras líneas rojas saliendo de los cortes, la niñata empezó a quejarse del dolor. Al principio recibió algunas cachetadas, pero, cuando ya iba por la mitad del trabajo, la poseedora del cuchillo se hartó.

-Chicas se hacen esto por sus ídolos, como Justin Bieber, no es tan malo. Me lo vas a agradecer cuando termine -y luego, acercándose a su oído-, si es que decido dejarte viva, claro.

A pesar de esto, la chica no paraba con los gritos, lo que hizo que la otra tuviera que hacer presión, con lo cual, salía el doble de sangre de las heridas. Para ese momento, el brazo de ambas chicas estaba empapado en el líquido rojo, también trasladándose a los azulejos y a parte de sus faldas.

Minutos después, cuando el lugar era un río de sangre, la "artista" dio por terminada su obra en el brazo de la chica donde ponía, con letras desprolijas, "mentir es malo", subrayado unas dos o tres veces. Era obvio que estaba viendo las estrellas, la pérdida de sangre la había dejado mal, inconsciente. Buscó el escondite perfecto para dejar a la chica media dormida hasta que el baño le pareció excelente.

La sentó en el inodoro, intentando que no se caiga, cerró con pestillo y pasó al cubículo de al lado, sin antes revisar que no hubiera nadie. Después, salió por el hueco que quedaba debajo de la puerta. Se limpió apenas la sangre, lo necesario para que la remera no le gotee. Luego, salió del baño, sin importarle si alguien la veía en ese estado.

Al girar la cabeza a la derecha comprobó que allí seguía su novio -si es que todavía le podía decir así-, pálido, casi traumado. Era obvio que no iba a hablar con él, y menos después de que viera como casi mataba a la chica. Sigilosamente, pegada a la pared, se fue moviendo hacia la entrada del colegio, tan lentamente que no hacía el mínimo ruido. Quería estar atenta a cualquier sonido que pudieran producir el resto de personas.

En un momento, casi llegando, escuchó voces de profesores hablando, que se dirigían hacia donde ella estaba. Se vio obligada a entrar al primer salón que encontró hasta esperar que pasaran. Por suerte, estaba vacío... o eso creía haber visto.

Al instante de haber apoyado el primer pie dentro de la sala, sintió que alguien la tomaba de las muñecas y la empujaba hacia adentro, cerrando la puerta".

Fragmentos de un Pensamiento n°4 (05/09/15)

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