Introducción

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Camino a Rosemont Village, observé por la ventana del autobus como las nubes cargadas de agua ocultaban el sol detrás de ellas, mientras que el clima comenzaba a enfriarse. En cuestión de segundos noté la transición de un día tan cálido y pintoresco a uno frío y opaco, esto solo podía significar que había cruzado el límite de la ciudad, aquel cambio me recordó que así es la vida; es una transición constante, nada permanece igual; con suerte empaque un poco de esperanza en mi bolsillo, para tratar convencerme de que el pueblo en dónde nací, permanecia congelado en el tiempo.
Al bajar del autobús, pude notar que la estación se encontraba totalmente vacía, pero aún se mantenia cálida; como si no llevará mucho tiempo desde que se vació.
Al menos esta, si se mantenia congelada en el tiempo, aunque con ciertos adornos modernos como un gran mapa de todo el pueblo colgado en la pared de la entrada.
Sin lograr encontrar un guardia de seguridad que me ayudase, me aventuré a tratar de descifrar el mapa por mi cuenta.

-Bien... Si yo estoy aquí, entonces dónde estará... Dios! ¿por qué mierda no tengo GPS en mi teléfono?! - dije entre dientes.

-Dudo mucho que ese mapa le sirva joven...- interrumpió una aciana, quien empujaba consigo un gran boté de basura con ruedas, un par de escobas y un recogedor. -puede que el exterior de Rosemont village haya cambiado, pero los huesos de está ciudad siguen ahí.

-Ja, pero si el mapa no sirve de nada ¿por qué sigue colgado? - dije vacilante.

-Pará qué los turistas vean sólo lo que tenga que ver... Pero ud. no tiene cara de querer recorrer el pueblo.

-Sólo estoy de paso... Necesito llegar al cementerio municipal?

- El viejo cementerio sigue al final de la calle principal, Tenga... - me extendió una bolsa de basura negra y un par de tijeras -Esta lloviendo, el camino es largo y dudo mucho que encuentre quien le dé un aventón.

Acepté su ofrenda, tome las Tijeras y recorté tres orificios, uno para la cabeza y dos para los brazos, devolví las Tijeras y me coloque mi camisa de bolsa de basura, salí de la estación tratando de bordear el techo y cubrirme de la lluvia, la anciana tenía razón en todo: el camino era demasiado largo, la lluvia había espantado a todos, lo cual hacía imposible que un auto pasará para pedir un aventón. Puertas y ventanas cerradas, parecía caminar en un pueblo fantasma, algunas casas tenían sus paredes descascaradas por la humedad, los vivos colores caían a pedazos dejando al descubierto los viejos colores opacos. Después de unos cuantos minutos la lluvia comenzó a cesar un poco, era algo bueno, estaba a mitad del camino, ya se lograba divisar la entrada al cementerio; a la par se encontraba un puesto de flores a la venta, compré un pequeño ramo y me adentre en busca de unas lápidas específicas, luego de dar vueltas las encontré, no eran tan viejas pero la falta de mantenimiento las hacía ver decrepitas, con varias ramas pequeñas enmarañandolas, las últimas de aquel bloque, algo apartadas de las otras

-Hola... Ha pasado un tiempo ya- estaba de pie frente a las tumbas de mis padres Hellen y Malcom Rivers - Lamento no haber venido antes, juro que lo intenté en estos últimos nueve años...
La lluvia había mojado las bastas de mi pantalón y mis piernas, cansadas de caminar, no pudieron seguir con el peso haciéndome caer de rodillas frente las lápidas, una sensación de dolor y culpa llenaba mi corazón haciendo que este expulsara su dolor a través de las lágrimas; mientras se deslizaban por mis mejillas limpiaba las ramas y hojas secas que el tiempo había traído consigo y coloqué el ramo que había comprado.

-La abuela enfermó, los doctores dicen que no tiene cura ... y lo que mas me duele, es que mi esfuerzo no es suficiente... Es tan frustrante que alguien tan bueno le sucedan cosas espantosas... -

+Leo? Eres tú?

Escuchar una voz familiar, me sorprendió tanto que me erguí velozmente, sequé mis lágrimas con mis manos y al voltear mi torso me encuentro una señora con un paraguas negro, de quizás unos cuarenta y tantos años, un metro sesenta y dos de altura, por su complexión física podría pasar fácilmente por una persona de veintisiete años.

-Giselle? Giselle DuBois? Que haces aquí?! - me lancé a abrazarla fuertemente.

+También te pregunto eso, ha pasado un largo tiempo, desde la última vez...

-y luces igual como hace nueve años...

-cariño cuando vives en un pueblo, el tiempo deja de correr. Ven vamos a buscar un lugar seco, dudo mucho que tu ropa de basura resista más tiempo.

Encontramos una banca bajo un árbol, el cual no evitaba del todo que la lluvia cayera sobre nosotros pero era lo único que se encontraba cerca en este viejo y deteriorado cementerio

+ Espero que no te moleste, pero escuche algo de tu conversación - cerró su paraguas y lo sacudió.

-no es una conversación si la otra parte no responde... - me quité la bolsa de basura y la dejé escurrir se a un lado de mí

+Eso creo... Entonces tu ab...

-Parkison!

+¿Qué?

-Mi abuela, tiene Parkison... se lo detectaron el año pasado. Desde entonces he estado haciéndolo posible por cubrir los gastos. Mantengo dos empleos a medio tiempo, pero la comida y sus medicinas se acaban, el alquiler se atrasa, y honestamente creo que la vecina se está cansando de cuidarla mientras trabajo...

+ Me gustaría ayudarte - se voltio un poco hacia mí, dejando ligeramente su rodilla subir a la banca.

- Aceptó cheques o transferencias bancarias. -dije en un tono sarcástico, mientras mi espalda caía sobre el respaldar y cruzaba los brazos.

+Jajaja, no lo aceptarías ni aunque te ponga un arma en la cabeza.- se volvió hacia el frente

-Eso es.... Muuuyyy cierto...

+Pero puedo... Darte la oportunidad de ganarlo por tu cuenta.

- ¿Qué? - vacile un poco, y me incliné hacia delante.

+Imagina ganar el cuádruple de tu salario por semana.. ¿No suena mal, eh?

-¿Qué tramas Giselle..?

+Estoy iniciando un nuevo proyecto, ¿qué dices Leo... Trabajas para mí?

Al terminar la frase, un gran carga de lluvia volvió a desatarse sobre todo el pueblo, que nisiquiera las ramas del árbol nos pudieron cubrir.

-Mierda!


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