Eran los últimos días de febrero, en poco tiempo llegaría el cambio de estación y con ello la primavera. Cada vez quedaba menos para terminar el curso, algunos se alegraban de ello, mientras otros, los más mayores, se preocupaban por su futuro y qué sería de ellos al terminar el instituto.
Viktor Volkov veía justamente cómo su mejor amigo empezaba a sentirse agobiado, aunque fuera pronto para ello, Jack Conway siempre era un manojo de nervios cuando se trataba de su futuro. Se habían conocido cuando eran pequeños, coincidiendo en actividades extraescolares y desde entonces fueron inseparables. Aunque había un año de diferencia entre ellos y eso impedía el poder verse más seguido en las clases, desde que habían entrado al instituto ambos habían pasado a formar parte del consejo estudiantil. Cuando Viktor entró el año anterior, Jack era vicepresidente, y una vez el presidente terminó su tercer año, el moreno pasó a ostentar ese cargo. Por otra parte fue Viktor quien obtuvo el cargo que antes el mayor tenía, y suponía que una vez él terminara, tomaría el relevo.
En su primer año de instituto, Viktor conoció además a otro chico de su misma clase, que también se interesó por entrar al consejo estudiantil. Greco Rodríguez era un excelente secretario y cumplía siempre con sus labores, y aunque su personalidad y la de Viktor eran tan diferentes, entre ellos se había formado una amistad muy sólida. Era poco habitual en Viktor hacer nuevos amigos, era muy reservado y la mayoría del tiempo callado, todos quienes le habían conocido le habrían descrito como serio y frío. Incluso con amistades cercanas a veces era reservado, y no solía exteriorizar sus sentimientos, por eso la gente solía llevarse esa primera impresión de él.
Las horas en el aula parecían ser eternas, aún así Viktor seguía atento a las explicaciones del profesor, muy al contrario de Greco, quien tenía la cabeza apoyada en la mano, reuniendo todas sus fuerzas por no dormirse. La campana sonó por fin, indicando que terminaba la última clase del día, pero para Viktor aún no terminaba su jornada en la escuela, pues era entonces cuando debía cumplir sus funciones en el concejo.
La sala en la que se reunían había cambiado, pues a causa de las fuertes lluvias las últimas semanas habían tenido un problema con la humedad, por tanto aquella sala estaba en reformas. Desde entonces debían reunirse prácticamente en la otra punta del edificio, en una sala algo más pequeña y apartada, pero que serviría hasta poder volver a su lugar habitual. Aquella tarde hacía un especial calor, habían pasado un par de horas desde que los tres se habían reunido, Greco y Jack discutían acerca de algo a lo que Viktor ya no prestaba atención. Terminaba de revisar nuevas propuestas de presupuesto que pedían algunos clubs deportivos, últimamente parecía que todos se habían puesto de acuerdo para pedir. Se arremangó las mangas de la camisa blanca del uniforme hasta los codos, y se levantó tomando en su mano derecha el montón de papeles y en la izquierda su botella de agua.
-Voy a salir a entregar los documentos a la sala de profesores.- anunció mientras caminaba hacia la puerta, pero ninguno de los dos le escuchó, seguían en su discusión. Greco y Jack también eran amigos, pero al contrario de Viktor, Jack no era para nada callado, y siempre defendía sus opiniones incluso si no tenía razón. Viktor ya hacía tiempo que había desistido en tratar de discutir con él, pero Greco no era así, de manera que cada dos por tres estaban discutiendo por algo, aunque luego de las reuniones todo volvía a la normalidad entre ellos.
Salió de la sala y el calor se hizo más evidente en el pasillo. Debía cruzar casi todo el edificio para llegar a la sala de profesores, cuando antes estaban a tan solo unos pasos, deseaba que terminaran pronto las obras para volver allí. Los rayos de sol anaranjados entraban por las ventanas del pasillo, dando una iluminación cálida a la estancia. Viktor observó al exterior mientras caminaba, a lo lejos se veía el campo de fútbol y la pista de atletismo, había gente practicando deporte todavía por allí que se movía de un lado a otro. La imagen de cierto recuerdo del pasado asaltó al peligris, pero trató de disuadirla lo más pronto posible. No le costó mucho, pues empezó a escuchar una melodía tarareada por alguien. Cualquier otra persona podría haberse asustado al escuchar aquello en mitad de un pasillo sin nadie, pero Viktor no dudó en seguir adelante, tratando de buscar de dónde provenía aquel sonido. Avanzó un poco más, y observó una ventana abierta, seguramente dejada por algún estudiante durante un descanso para ventilar. Se acercó a ella para cerrarla, pero conforme lo hacía, escuchó la melodía más cercana, pero por allí no había nadie.
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The Garden of words
FanfictionViktor y Horacio a pesar de ir al mismo instituto, pertenecen a mundos prácticamente opuestos, hasta que empiezan a compartir un lugar especial. ¿Podrán las flores hacer que florezcan sentimientos entre ellos?