II

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C A P I T U L O   D O S

hola jaja


NO MAMES, ¿SI REPROBASTE? ― Oí como se carcajeo con burla de Santiago.

―Ya güey, ¿quién no ha reprobado un examen del Chori?― Respondió tratando de quitarle importancia al asunto para luego darle un empujón a Elías.

Sintiéndome levemente ajena a la situación por no ser incluida y no saber cómo meterme a la conversación, saqué mi móvil para mirar momentáneamente mi Instagram, fingiendo desinterés.

El sol estaba en su máximo esplendor dado que eran las 12:46 p.m. dejándome una sensación de calor y fastidio al portar ropas de tonalidades oscuras. Lo único que podría decir que me salvaba de sofocarme era mi coleta, a pesar de provocarme el inició de un dolor de cabeza, lo dejaría pasar al no tener clases por tres días y porqué me iría a mi casa a descansar, no, no iría a la casa rentada con mis primos, iría a mi casa donde está mi madre y mis hermanas.

A veces me agradaban los paros, pero otras veces hacían que me dejarán más que hacer en la escuela.

A pesar de ser martes el centro no se veía tan habitado como normalmente, no sabría decir que me tranquilizaba o me inquietaba pensar que posiblemente harían una purga en Monterrey y aquí estaba como pendeja saliendo a la calle, bueno, algo paranoico de mi parte.

Me separé mínimamente de los chicos para acercarme a la vitrina donde exhibían libros, verifique que fueran los que necesitaba para el nuevo semestre. Pero antes de que forme una frase, Santiago y Elías se adelantaron.

― ¿Güey, ese no es Juan Guarnizo? ― Preguntó el rizado entrecerrando los ojos.

―No mameeees.

Bastaron dos intercambios de palabras entre los morenos para sin más dejarme sola por alguien que en mi vida ―posiblemente― conocía. Los amigos del año, damas y caballeros.

―Sí güey está bien, pueden irse y dejarme como pendeja aquí, sin pedos.― Hablé entre dientes claramente molesta.

Entre a la tienda suspirando, se suponía que me acompañarían para exactamente eso, hacerme compañía. Sin perder más tiempo busque "Psicología de masas y análisis del yo", "El efecto Lucifer", "Psipatología de la vida cotidiana", y "Por qué mentimos". El señor del mostrador sin más me señalo la sección, en el segundo piso.

Subí las escaleras bofeada, me recrimine el hecho de no traer por lo menos una botella de agua.

Cuando finalmente encontré lo que buscaba, hice una mueca al ver literalmente todos los libros a una mayor altura que la mía. Pensé en saltar, pero me vería muy tonta. Pensé en pedirle ayuda al señor, pero estaba atendiendo a un joven y no se veía con la fuerza física para ayudarme al ser de una edad avanzada. Resignada empecé a dar pequeños saltitos mientras verificaba que nadie estuviera miranda a mi dirección, evitando sentirme avergonzada.

Mi rostro enrojeció al escuchar una leve risa detrás de mí, antes de voltearme rogué que se tratara de los chicos, sin embargo se trataba de él, porque Nuevo León era un estado tan pequeño que tenía que verlo en todos lados.

― ¿En serio no alcanzas? Que yo recuerde eres altura media.― Burló.

―Ya, pero no todos somos unas jirafas.― Reproché rodando los ojos.

― ¿Qué libros necesitas? ― Sonrió negando, pues al convivir tanto tiempo ya le era notoria mi necedad.

Me apartó amablemente para tomar los libros fácilmente a comparación mía, en cuanto nombre los libros tímidamente él los tomó todos con una facilidad que en su momento envidie.

EL VATO DEL CAMIÓN ━barcagamerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora