IV

928 124 7
                                    


C A P Í T U LO   C U A T R O

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

C A P Í T U LO   C U A T R O

tonta



SENTÍ QUE ME QUERÍA MORIR exactamente cuando me levanté de la cama, el frío suelo sólo me recordó lo temprano que era sin contar como me pegó el temperatura al quitar mi cobija, joder, apenas domingo y tenía que comprar montón de mierdas que perdí junto mi mochila. En mi cabeza el regaño que me dio mi madre por llamada seguía resonando una y otra vez casi llegando al punto que me doliera, ugh, igual que lo voy a comprar con mi dinero, pero para eso están las madres, ¿no? Para regañarte y recordarte lo pendeja que estás. Seguro la persona que ahora tiene mi mochila debió cagarse de risa de mí, bien, hasta yo lo haría si no se tratará de mí.

Agregando hecho de estar a menos de una semana de mi menstruación no ayudaba, sólo hacía que mis emociones fueran de: estar feliz, a romperle la jeta a mi primo barra hombres, a querer llorar mares por algo tan mínimo como no saber que almorzar, sí esas eran mis emociones y eso que falta para que llegaran al cien de ellas. Y además no sabe ni Dios la chillada que pegue el viernes luego que, básicamente, cada persona que informe de lo sucedido me regañara, ¡joder! ¡No es como si hubiera asesinado a alguien!

Mientras la luz de la mañana se colaba por mi ventana dándome a saber que en sí aún tenía tiempo para llegar a comprar mi desayuno, más posible un yogurt de fresa con galletas en el Oxxo.

Suspirando me cambie de mi cómoda ropa para dormir a unos jeans oscuros y una blusa de tirantes debajo de un delgado suéter crema, nada extravagante al tener en cuenta que la temperatura estaría algo elevada en la tarde como en todo el fin de semana, después de todo era lo que sucedía al vivir en un estado como estos en épocas como era el otoño.

Llegué al trabajo a las 9:02 a.m. con los hombros caídos denotando mi cansancio y pocas ganas de presentarme a dar mis servicios de cajera. Para mi fortuna ―o no― Eduardo se encontraba detrás del cajero tomando un nesquik solté una risita de ternura, cuestioné, a veces me preguntaba por qué no me gustaba él, cuando era un amor de persona. Preguntas sin respuesta.

Sin más llegue a su lado reposando mi desayuno en la barra, dejándome caer en su hombro tratando de generar calor, una vez más estaba con frío sin importar que llevará puesto.

― ¿A quién se le ocurrió que trabajar en domingo era una buena idea?― Me quejé para después tomar de su bebida.

―Seguro a un pendejo que creyó que le pagarían más, ― respondió ― ¿aún no sabes nada de tu mochila?

―Nada, eso me pasa por andar viendo con ojitos al güey del camión, dijo mi mamá.― Recité con desagrado.

―Pobre Paula, valiendo madres cuando es imposible que te hagan así de pendeja.― Carcajeo a mi lado para luego colocar su chamarra de mezclilla en mis hombros.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 29, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

EL VATO DEL CAMIÓN ━barcagamerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora