Capítulo 4: ¿vamos, señoritas?

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04. ¿Vamos, señoritas?


Bee se quedó con ella esa noche, Isabella le prestó una de sus camisas para que durmiera y la ayudó a despeinar su cabello que los insectos, que fielmente la seguían, habían desenmarañado. Mientras ponía cómoda a una tarántula en una toalla, Isabella pensó que pudo haber llamado a Sunny o a las gemelas para que la acompañaran mientras trataba de alejar la horrible sensación de haber hablado con Jackson Rowling, pero eligió a... Bee, una niña que parecía mayor por la forma de hablar y los buenos consejos de vida que daba. No le gustó confiar en ella, en general, no le gustaba confiar en nadie, sin embargo, aquí estaba, dándole las buenas noches a un par de arañas y un grillo.

—Te elegí a ti para acompañarnos a la misión de los Vengadores. —le soltó cuando apagó las luces de la habitación.

Bee había chillado de la emoción, gritando: «pijamadaaaa» y «noche de chicas», e Isabella la cortó de inmediato, diciéndole que si lo volvía a decir, la haría intangible y la haría caer siete pisos hasta la sala común y, quizá, hasta más allá, al centro de la tierra.

—¿Por qué yo?

Se encogió de hombros.

—Ya conoces al equipo, estuviste con Bucky y Anya en la misión de las catacumbas, también tienes buena relación con los demás milagros. Te adaptas rápido y...

—¿En serio te vas a ir en plan «nombremos todas sus cualidades para convencerla» ahora que dijiste que me aceptaste solo por tener contactos? —la niña se movió, quedando de costado, viendo a Isabella con una ceja alzada—. ¿Acaso estás eligiendo a las más dóciles y a las que ya han tenido buena relación solo para dejar bien paradas a las inhumanas, después de ese discurso tan motivacional que diste allá?

Realmente estaba teniendo problemas con formar alguna frase coherente con Bee ahí, no parecía tener ocho años, nunca se le iba algo, siempre tenía todo presente... y esa era una de las razones también por la cual la eligió. Bee podía ser muy quisquillosa de repente, fijona y atrevida con las cosas que desea, si había una persona que podía averiguar si las cosas iban mal o extrañas, era ella.

—¿Qué quieres que te diga sino tus cualidades? —se giró, dándole la espalda—. Muchas querrían estar en tu lugar.

—No miento que no me llama la atención dejar una Base llena de mujeres frustradas y depresivas por otra donde la gente tiene fiestas cada fin de semana porque el patrocinador es un ex playboy multimillonario superdotado con armadura, pero creo que hay más posibilidades yendo por nuestra cuenta.

Por «ir por su cuenta» se refiere a ir tras William Rowling.

—Lamentablemente, Bee, somos víctimas y somos peones, si vamos por nuestra cuenta y matamos a William, no creas que después todo se calmará —se imaginó la cara del Secretario de Estado, de Nick Fury y cómo ellos le habían ofrecido volver a Latinoamérica y reestablecerse allá otra vez. Solo a ella, porque ya era mayor y autosuficiente, pero sin su familia y amigos vivos, ¿quién era? ¿Qué haría?—. Llegarán gobiernos por nosotras, países enardecidos, todos exigirán que alguien nos controle porque somos poderosas y somos muchas.

—Como hormigas aplastables.

Tragó saliva. Sí, eran, en pocas palabras, hormigas. Solo hormigas.

—El mundo es horrible para la gente que es diferente. Los Vengadores saben de ello, así que si tengo que fingir que deseo unirme a un grupo de personas que pelea sin fijarse en dónde pisa, lo haré.

—¿Tú también te unirás, Bells? —oyó diversión en su voz—. ¿Dejarás el nido con tus polluelos?

—No te preocupes, lo dejaré en buenas manos y vendré a verlas todos los fines de semana.

WINTER RUSH • Pietro MaximoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora