WINTER RUSH • Pietro Maximoff

Capítulo 6: ¿mutantes?

06. ¿Mutantes? 

Supo que algo no iba bien cuando una tipa de pelo verde y ojos del mismo tono que las garras de las Monster Energy, bebidas que no dejaban que él tomara, sino quería que le diera dos paros cardíacos; se inclinó hacia él, con el ceño fruncido.

—Te ves terrible, hermanito.

En su estupor, Pietro veía todo borroso. No sabía si era Wanda, Rachel McAdams o Anya utilizando su pesadilla para confundirlo.

—¿Wanda? —preguntó, desorientado y con la sensación de que las sienes le punzaban. ¿Ésa era Wanda? Parecía mayor, con facciones completamente... fruncidas, como si esperara a que Pietro le lanzara un derechazo, una bomba o algo. Se tardó al menos un minuto inspeccionarla, con los ojos entrecerrados, hasta que finalmente—: Tú no eres Wanda.

La peliverde rodó los ojos.

—Dah, Wanda está fuera, me mandó a buscarte.

Pietro se incorporó, fijándose que estaban en su habitación de la Base... o no. No, esta era diferente. Las paredes parecían estar hechas de cemento puro, sin ventanas y el aire era... se sentía... metálico. ¿Dónde se supone que estaba? Lo último que recuerda, fue haber estado en medio de una pelea entre Isabella y Winnlock...

—¡Isabella! ¿Dónde está ella?

—¡Cálmate! ¿Qué Isabella?

Pietro dio un grito ahogado, girándose a señalar a la dama de verde.

—No tienes derecho de decir eso, a ti no te recuerdo, ¡a ella sí! ¿Dónde está?

—No sé, ¿estabas soñando? Sabía que no debieron haberte llevado al Cuervo anoche —rodó los ojos—. No soportar ni un grado de alcohol en tu organismo, niño rápido.

—¡No me llames así, lo odio!

—¿Por qué crees que te llamo así? —se mofó.

—Ya basta, ¿quién eres?

—¿Cómo preguntas eso? ¡Soy tu hermana! —bajó la voz y se cubrió la boca con su mano llena de anillos y uñas negras—. Aunque hubiera preferido no serlo. Pero, ya sabes, tenemos el mismo repartidor de espermas, diferentes madres... ¡medio hermanos, magia!

Parpadeó, atónito.

—¿Mismo... padre? —Pietro vagamente recordó a papa. Su padre jamás habría engañado a mama, la amaba, hacía lo imposible por ellos. Por su familia. Y luego de la explosión de los detonadores de Stark... no. No había lugar para una hermana en su historia.

—Magneto —dijo la mujer, su tono empezó a volverse inquieto—. Piet, soy tu hermana, Polaris. Estamos en la Base de papá, donde vivimos desde que nos encontró.

—¿Y Wanda...?

—Afuera, supongo que en una misión.

—¿Con... el Cap?

—¿Cap? ¿Te refieres al Capitán América? —se echó a reír, como si la idea fuera ridícula—. Sí, claro, y ahora tengo una cita para ir a beber con Tony Stark y caer en el peor coma etílico que haya visto la JAMA. Muy buena, Piet.

Qué. Carajos. Estaba. Pasando.

Le tocó reírse con ella para no desentonar, pero su «hermana» notó que parecía más una nenita asustada que otra cosa, así que él le tiró un golpe en el hombro para bromear. Polaris lo miró con odio y sus manos se pusieron verdes, así como los poderes de Wanda, pero en vez de mover algún cojín como lo hacía su adorable hermana real, ésta le lanzó una malla metálica del tamaño de una cama. Terminó aplastado contra la pared.