"PICHONCITO"
Venus Anderson:
Cada gota de sangre en mis venas se congela. Mi corazón late apresuradamente y mi mente se comienza a nublar. Mi respiración se agita más conforme soy consciente de la suya del otro lado de la línea. Unos recuerdos agrios intentan hacerse con el poder de mi mente, pero no se los permito, y dentro de todo, lucho por mantener la calma.
-¿Pichoncito? -me vuelve a llamar. Puedo imaginármelo con una sonrisa cínica del otro lado-. Vamos, dime algo. Se que estás ahí.
Intento formar una frase con coherencia o lógica, o tal vez solo intento decir algo sin que él sepa que estoy al borde del ataque de pánico, solo salen murmullos casi incomprensibles, pero más que suficientes para él.
-Eso servirá -dice tras mi intento de hablar-. ¿Cómo te va? ¿Estas disfrutando de esas...? Mmm ¿cómo llamarlas? ¿vacaciones? Mmm, no. Nunca cogerías vacaciones de mí... ¿o sí? -cuestiona.
-N-no jamás -resuelvo decir, pero el miedo es claro en esas cortas palabras. Se que él lo disfruta. Siempre ha disfrutado todo mi sufrimiento, lástima que yo fui una tonta para no verlo desde el principio.
-Mmm... así me gusta. Sé que me amas a mí y sabes que eres totalmente mía, no importa quien diga lo contrario. Eres mía, me perteneces en su totalidad -me estremezco al oír ese sentido de posesión sobre mí.
Quiero decir que no soy suya, que no le pertenezco a nadie, que voy a escapar, pero no puedo. Estoy demasiado asustada de lo que puede pasar para contradecirlo. Me esconda donde me esconda, me encontrará. Es mejor vivir dos meses de paz y volver al martirio, que hacer una vida y a la hora de acostarme temer porque sé que hay "algo" ahí fuera que me está cazando.
-Eso es solo un recordatorio -vuelve a hablar-, en realidad te llamaba por otra cosa. Tengo noticias sobre lo que te llevo a esa desagradable academia de la que estoy seguro estas loca por salir para regresar con tu amo, ¿no es así?
El que su llamada se deba a motivos de trabajo me tranquiliza un poco, solo un poco, pues el miedo a estar hablando con él y a todo lo que representa sigue ahí, abrazando mi pecho.
-Claro... -murmuro-, amo.
Amo... Amo... Amo...
Repito la palabra con asco en mi mente.Lo puedo ver en mi mente con esa sonrisa maliciosa y sus manos repletas de sangre... de mí sangre. Agito la cabeza para sacar esas imágenes desagradables y ficticias de mi cabeza. Necesito centrarme, necesito calmarme. Él no está aquí. Esta en Londres, muy lejos, no puede hacerme daño. No todavía.
Es su risa lo que me trae de vuelta. Es irónico que un demonio reiría como los mismísimos ángeles.-La última vez que se supo algo de él fue en ese lugar. Así que todo lo que buscas está ahí. Solo debes concentrarte...
Silencio. Yo no digo nada y él no parece tener nada más que decir. Debería agradecer por la información, pero "gracias" es una palabra que no puedo dirigir hacia él. Quiero colgar, pero no tengo el valor, y estoy segura de que él al otro lado disfruta esto como si no hubiese más. Verme sentir dolor, miedo o culpa eran sus pasatiempos favoritos.
Aprieto mi agarre sobre el teléfono deseando ser lo suficientemente fuerte como para poder romperlo, pero entonces él habla:
-Quisiera estar ahí contigo... -todos los vellos de mi cuerpo se erizan-, pero mis obligaciones me llaman. Lo sabes, ¿verdad? -asiento como si él me estuviese viendo y al darme cuenta, emito un leve sonido de afirmación-. Te tengo que dejar, pero te llamare en otra ocasión -un escalofrío recorre mi espina dorsal-. Vuelve pronto, pichoncita.
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La química de sus mentiras
Teen Fiction"La verdad sólo es una. No es una creencia ni un deseo, tampoco una opinión. Y para mí nunca fue una opción" -Venus Anderson. El primer día de clases en la Academia Dubois, Venus Anderson se ve envuelta en una serie de situa...