A la vuelta de la esquina

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La señorita Aranda dio la última revisión al equipaje y, conforme con el inventario, se aseguró que todo estaba listo y con un respiro profundo se dispuso a tratar de dormir un poco, aunque estaba segura de que la ansiedad no se lo permitiría. La esperaban 15 días por las tierras del Duero, su sueño de tantos años se concretaría al fin. Muy en su interior, ella sentía que sus raíces la reclamaban , de la misma manera que la habían decidido a estudiar geografía e historia para interiorizarse por el legado de sus antepasados. Llevaba años de vida austera, ahorrando para las soñadas vacaciones, que en su imaginario cubrirían ese vacío que tenía instalado en su vida de mujer adulta.

Con el frío inhóspito que se iba enseñorando de Buenos Aires se mentalizó para la recepción del magnífico verano que la esperaba y solo conocía por imágenes.

La profesora Carmen, como la llamaban sus alumnos, ocupaba cada momento de sus 35 años en la labor casi exclusiva de enseñar en distintos colegios secundarios la incidencia de viento en la altura de la marea y las grandes expediciones que poblaron el mundo. Sin embargo, su trabajo ya no le alcanzaba para llenar las horas y la sensación de que la vida pasaba dejándola sin oportunidad de formar una familia era cada vez más firme.

"Profe, apenas llegue mande fotos". " Tenga cuidado, no se olvide que le dicen el río del vino. A ver si no recuerda que tiene que volver"

—No se preocupen que los tendré al tanto, por si decido quedarme con algún guapo lugareño—bromeaba condescendiente.

La llegada fue sorprendente. La belleza del lugar superaba las mejores expectativa. La travesía abarcaba las excursiones por la historia misma de la humanidad, románticas ermitas, fabulosos monumentos y refinados hoteles que competían en belleza con el paisaje que acompañaba el recorrido del río, padre de varietales exquisitos, que envejecen amablemente en las cavas a la vera de las generosas aguas.

Carmen retrataba cada momento y, a falta de otro afecto, lo enviaba a sus alumnos que reaccionaban con emojis y comentarios de asombro ante aquel patrimonio de la humanidad que guardaban en sus celulares.

Tras una semana de actividades planificadas, la profesora pensó que lo que realmente quería era conocer a la gente del lugar y fue en ese momento que se inició una recorrida por olivares y campos de almendros, por planicies espectaculares y desfiladeros imponentes.

La gran aventura de su vida llegaba a su fin. Junto a un grupo de turistas igual de emocionados que ella fue llevada por bodegas centenarias y convidada por vinos de tinte verdoso, dorado y tinto que danzaban gustosamente en el ávido paladar. Era la despedida, el despertar del sueño para retornar a la rutina del trabajo, pero ahora con algo para guardar en la memoria del corazón.

Su departamento de un ambiente, le pareció poca cosa por primera vez en su existencia y quiso salir pronto de allí porque tenía hambre de aire. Es el problema de conocer la libertad, luego todo lo demás parece nada al compararse y esos paisajes, esa grandeza de la que fue testigo quedaron en otra vida, aguardando por otras profesoras soñadoras para regalarles la magia que puede esconderse en un instante.

Sus alumnos la recibieron con grandes manifestaciones de alegría y ella misma se sintió feliz de que alguien la extrañara. Con el paso de los días, las vivencias fueron a ocupar el lugar de los recuerdos y se acomodó a su antigua vida, un poco menos ilusionada, porque ya no esperaba viajar, al menos en los próximos años— reunir el dinero llevaría bastante tiempo a su salario de educadora.

Agosto avanzaba con su costumbre de helar el aire y hacer que los dedos se entumezcan azules de frío. A pesar de cumplir años para esa fecha, Carmen odiaba lo helado de la ciudad que la llevaba a correr apresurada a la salida del colegio para apurar la llegada a su departamento.

Extrañamente, en el piso, junto a su puerta, descansaban una caja de vino y un ramo de flores. Cuando llamó al encargado del edificio, este le informó que los había dejado allí por pedido expreso de un hombre que se dijo su amigo. Pasmada por la sorpresa entró a su casa, se sentó en el sillón y leyó la nota que acompañaba el obsequio.

"Feliz cumpleaños Carmen: hace mucho tiempo que espero que regreses de tu viaje. Sé que lo ansiabas con todas tus fuerzas y por eso nunca dije nada. Ahora tal vez tengas tiempo para mirar a tu alrededor y saber que hay alguien que hace mucho te entregó el corazón. Si tenés ganas de compartir una caminata por el parque pasá por la biblioteca. Mauro".

La profesora tomó de un solo tragó el vino dulce como néctar y sonrió complacida ¡Ese tonto al que le pedía libros todo el tiempo sin llegar a leerlos, solo para mirarlo de reojo! El bibliotecario del colegio sentía lo mismo que ella y ahora, que su meta de viajes la llevó por el mundo y la trajo de vuelta, se sentía plena, sin agobios y preparada para aceptar la invitación por el parque. Por primera vez desde que tenía memoria, agosto le pareció una estación muy romántica. Se puso el abrigo, se calzó las botas y salió a buscar ese amor que siempre había estado a la vuelta de la esquina.


Cuentos ...que fueron llegandoWhere stories live. Discover now