La biblioteca de Dios

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Como a Dios no le gusta improvisar, siempre ha llevado un orden preciso sobre las cosas de su creación. Todas las mañanas, se sienta en su escritorio y comienza a escribir en grandes libros, sobre todo aquello que luego existirá. Paso a paso, describe como surgirán las aves, el color de sus plumas, el vuelo que surcarán en esos cielos, que están, porque él antes lo escribió en otro libro.

Todo lo que existe o ha existido está contenido en esta biblioteca. Un día, Dios, que siempre nos ha amado, creyó en nosotros y nos regaló el poder de las palabras para que escribiéramos nuestra propia historia. Como hijos egoístas, usamos mal ese enorme obsequio y nuestros libros ya no eran de flores ni mariposas, y así surgieron las guerras , las enfermedades y la tristeza. El Padre entonces dudó siendo Dios de su creación y con su dolor la tierra tembló, los mares se encresparon y los hielos eternos crepitaron desintegrando montañas en los muros helados de los polos. Dios lloró, porque vio sufrir a sus hijos y fue entonces que decidió comenzar un nuevo libro: uno que sirviera para tomar conciencia de que el mundo marchaba hacia su indefectible final.

Fueron primero los niños, quienes miraron a sus padres con reproche si arrojaban basura a la calle, que seguro taparía las bocas de tormenta, o desperdiciaban el agua dejándola correr mientras del otro lado del mundo, un niño igual a ellos suplicaba por unas gotas en largas filas de pobre gente, día tras día de sus miserables vidas. Luego los jóvenes entendieron que había que acercarse a la naturaleza y todo comenzó a cambiar. Liney se había transformado en un planeta luminoso donde primaba la armonía y el bien común, casi llegó a su extinción, pero comprendió el mensaje justo a tiempo.

Dios, muy feliz con los resultados, ha decidido comenzar un nuevo libro, esta vez el planeta se llama Tierra.

Cuentos ...que fueron llegandoWhere stories live. Discover now