Y estoy flotando de la manera más peculiar,
y las estrellas se ven muy diferentes hoy.
Por aquí. ¿Estoy sentado en una lata?...
La letra de esa antigua canción flotaba por la mente de Víctor al igual que los restos de lo que, hacía escasas horas, fue la nave que lo llevó hasta allí. Él no era el único superviviente del desastre que le rodeaba, pero sí el único consciente de la situación. Ahora, cerca del final, muchas cosas que antaño parecían incomprensibles tomaron forma en su mente. Para su desgracia, nadie había puesto dentro del traje una conexión a la Holoesfera, ese enorme conglomerado de redes que fagocitó internet hacía mucho tiempo, y tampoco la ampliación de cerebro de él contenía esa canción.
«Vaya mierda —pensó mientras intentaba respirar con tranquilidad—. La canción es muy bonita. Nunca había oído hablar de David Bowie y nunca me interesó demasiado la música. Soy gilipollas».
«Vic, cariño —respondió Sam en su cabeza con una voz femenina lenta y calmada— . En contadas ocasiones te he escuchado decir una palabra malsonante; sabe "Ozzy" que te he puesto en situaciones realmente complicadas, solo resoplabas y te tocabas la nariz».
«Pues digo que esto es una mierda, porque lo es. Keppler 3, esa mierda de planeta azul y morado, tu mierda de planeta está ahí abajo. Pero ninguno de los tuyos va a subir a responder la señal de socorro de la cápsula porque... Ah, sí, sois tan gilipollas que no tomáis acciones directas. Eres idiota tú y toda tu mierda de incorpórea especie».
La respiración de Víctor se aceleró y el traje volvió a emitir una advertencia por contaminación de CO2.
«Has dicho "mierda" cuatro veces en la misma frase. Pareces un niño que ha aprendido un taco y lo repite sin parar».
«¡Pues podrías comerme...!».
«¡Que soez! —interrumpió Sam—. Después dirás que eso te lo he enseñado yo. Mira, chaval, mi especie ha hecho por todas las formas de vida del universo más que ninguna otra». —Siempre que se ponía serio, hablaba con la voz femenina de Aba.
«Sí, sois la hostia; los susurradores, los conciliadores, la manita que te ponen en el hombro para solucionar todos los conflictos... ¿¡Dónde estaba esa manita cuando me concibieron!? ¡Yo no tendría que estar aquí, yo no tendría siquiera que existir! Soy como un puñetero chiste y tú, zorrón incorpóreo, eres las risas enlatadas».
«Vale, no te ha gustado Bowie, ¿te pongo algo más de tu estilo? ¿Puedo leerte las leyes de la física que rigen los saltos? ¿Fórmulas para la fusión fría? Cariño mío, son los últimos minutos que vamos a pasar juntos. Sé que no ha sido fácil, que no he sido fácil, pero... ¿fue o no fue el mejor viaje de tu vida?».
«Eres un pendón degenerado, pero tienes razón. Sabes lo que me gusta y cómo me gusta, al igual que yo sé lo que te gusta y cómo te gusta. Vamos a morir aquí los dos. Tú no puedes vivir fuera de un cuerpo y yo no puedo vivir sin oxígeno así que... —Víctor empezó a contorsionarse dentro de su traje mientras hablaba para Sam sin abrir la boca—. Voy a manosearme mientras me hablas de fusión, leyes físicas y aleaciones exóticas».
«No hagas eso, cariño. Nos quedaremos sin aire antes» —respondió Sam.
«Seguro que moriremos cinco minutos antes; además, ando medio asfixiado y tengo una erección que por poco pincha el traje».
Ante las palabras de Víctor, Sam se echó a reír.
«Si salimos de esta, pediré un cuerpo, uno de una hembra morena, de metro sesenta con curvas, como a ti te gustan las mujeres. Me enfundaré en ese cuerpo y te ordeñaré hasta dejarte seco. He aprendido a apreciarte en el tiempo que hemos estado juntos».
«Después de todo lo que hemos pasado, te quiero. ¡Te quiero! ¡Puñetero ente cabrón, degenerado, putero, alcohólico, drogadicto, malhablado y políticamente incorrecto!" — dijo Víctor mientras andaba tocándose los genitales.
«¡Por fin te das cuenta! ¿Sabes el trabajo que me ha costado no decirte qué era lo que sentías por mí? El día que entramos en ese entorno virtual, aquel en el que tomé mi forma original y me dedicaste esas palabras; cariño, eso es amor».
«¿Por eso me has puesto ese repertorio de música ñoña? ¡Me has puesto una canción donde una ballena parecía llorarle a un violín! —El comentario de Víctor hizo que se riera—. Soy un desastre social, eso no es nada nuevo. Eres lo mejor y lo peor que me ha pasado nunca».
«No eres un desastre social, es otra cosa. No sé si es por las palabras bonitas o porque andas jugando con tu pajarito, pero tengo mariposas en el estómago —seguía diciendo entre gemidos—. Lo único que siento es no poder volver para ayudarla a ella. —Víctor dejó lo que estaba haciendo y rompió a llorar—. Eh, venga, corazón, no te pongas así».
—¡Mierda, Sam! ¡¿Por qué la nombras a ella en este preciso momento?! ¿No hay nada que puedas hacer? ¿Tienes como cuántos años?... ¿Todos los de este puñetero universo y no sabes cómo sacarnos de esta? —Víctor pronunciaba esas palabras usando su voz entre lágrimas.
«Hay algo que podemos hacer, pero a tu templo no le va a gustar».
«¿Me gustará menos que la posibilidad de morir por una intoxicación de CO2? ¿Sabes por qué tu planeta se llama Keppler 3? Porque a nadie le importa una mierda ese sitio. Los planetas que tienen una atmósfera, suelo cultivable y un clima que tolere la vida, se colonizan; más tarde, los colonos se reúnen y le ponen un nombre como Guido Prime, Fe, Libertad, Urus... Un nombre, incluso el planeta Bob es mejor que tu porquería de roca».
«No sabes lo que estás hablando, ese planeta es precioso; además, somos muy hospitalarios». Se hizo una pausa y Víctor empezó a reírse.
«Claro que sois hospitalarios, os quedáis con los cuerpos de los que pisan vuestra roca. Eres un caso. —El traje volvió a advertir sobre los niveles de toxicidad del aire y empezó una cuenta atrás de treinta minutos estándar —. Sam, amor mío, si tienes alguna idea genial esta es la oportunidad de que brilles».
«Dame tus claves y déjame el control de tu cuerpo, solo si haces eso podremos salir de esta».
Víctor resopló por última vez y le dio los códigos. Todo se volvió negro para él.
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EL ESPACIO ENTRE TUS OJOS
Science FictionLa paz en la mente de Víctor no existe, ahora hay otra persona con él, alguien que le empuja al otro confín del universo para recuperar el espacio entre sus ojos. En el camino hacia su destino por el cuadrante Down, (el peor barrio de la galaxia...