Colette ha venido a casa, tres días después de saber lo de su embarazo, y la verdad, necesito hablar con ella. Cada vez que veo a Adrien se me corta la respiración y si quiero torturarme, ya solo me hace falta pensar en que, si no hubiera sido una imbécil, ahora podríamos ser pareja. Simplemente fantástico.
Me lo merezco, lo he tratado fatal.
Odette está mal y la verdad, eso ocupa casi toda mi atención. Me dijo hace ya un mes que tenía gripe, pero está derivando en algo peor, no puede ser solo eso, pero se niega a que llame a un médico.
—Uno de los amigos de Yves es médico —me susurra Colette cuando cierro la puerta de su habitación para dejarla descansar—, le diré que lo llame para que la vea.
Asiento con la cabeza y no puedo evitar cogerle la mano.
—¿Qué tal te encuentras tú?
Su alegría se disipa y se lleva una mano que le tiembla al vientre. Yo solo pienso en Maxence; incluso así, lejos de ella, sabe hacerla sufrir.
—Sí, estoy bien. Voy a tenerlo, así que...
—Supongo que JC e Yves te habrán dicho...
Su cabeza se mueve verticalmente y yo me muerdo el labio, consciente de que es un tema espinoso.
—Me han dicho que hay esa posibilidad, pero... no lo sé, yo no... yo quiero tenerlo.
Froto su brazo con una sonrisa e intento cambiar de tema para no entristecerla.
—¿Te llevas bien con Yves?
—Eso intento, pero bueno, es agradable. Lo raro es que tú te llevases mal con él, sois muy parecidos.
—Bueno, trabajábamos en Dior los dos, supongo que empezamos a ser competitivos...
—Me ha dicho lo que pasó. —La mirada de Colette no me juzga, aunque me merezco que me desprecie por lo que le hice a Yves. Y antes que él, a ella. En su boda—. Escucha, eso fue horrible, pero estás cambiando. Lo noté en el momento en el que te vi discutiendo por teléfono con la secretaria de la facultad de medicina. —Esboza una ligera sonrisa y yo desvío la mirada—. Has hecho cosas horribles, pero todos las hemos hecho, Célestine.
—Pero yo elegí hacerlas. Una cosa es cometer un error, lo que yo le hice...
—Si te hará sentir mejor... —La sonrisa se le ensancha—. JC y Yves son más felices que nunca. Bueno, son muy reservados, pero yo sé que son felices.
Suelto una débil risa.
—Y lo que hice en tu boda...
—¿Es una broma? Ojalá lo hubieras hecho peor. —Se acerca a mí y me abraza—. Y, de todos modos, volviste en cuanto te pedí ayuda.
Me aferro a ella y escondo la cara en su hombro. Las dos sabemos que eso no es suficiente, no tendría que haberme ido.
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Luces de esperanza (LJI, #2)
Ficción histórica«Son nuestras decisiones las que definen nuestra libertad» Lejos del reformatorio todo se vuelve oscuro para Célestine. Se siente sola entre los bellos edificios parisinos, sin ninguno de los conocidos con los que ha crecido. Enmendar todos sus erro...