Prólogo.

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Reki es capaz de ver el hilo rojo del destino desde que tiene memoria.

Y no se siente orgulloso de eso, es más, lo aborrece, es su maldición, lo que le atormenta cada día de su vida. Ver hilos unidos, hilos equivocados, hilos sin encontrarse, era simplemente un fastidio. Admitía que al inicio le causó una ilusión casi cegadora, incluso quería encontrar a su alma gemela mediante el hilo, pero las circunstancias del momento no dejaron que disfrutara de su precioso don.

—Mamá —un pequeño Reki de 9 años jugaba con sus deditos mientras miraba a su mamá lavar los platos. Le daba cierta vergüenza hablar de esas cosas, por eso sentía sus mejillas calientes y miraba hacia los lados, queriendo escapar de la (ahora) atenta mirada de la mayor—. Mami, ¿tú crees en las almas gemelas?

—¿Las almas gemelas? ¡Por supuesto! —exclamó entusiasmada, las conversaciones sobre romance le gustaban.

—¿Entonces sabías de la leyenda sobre los hilos rojos del destino? —Reki no pudo evitar preguntar con mucho interés; lo había buscado en las revistas viejas de su mamá, pero aún no estaba muy seguro y prefería la explicación de ella misma. Su mamá era muy sabia y lo hacía entender fácilmente.

—Bueno, es una historia que escuché hace mucho —dijo, volviendo a sus labores—. Pero por lo que yo se, la leyenda trata sobre aquellas personas que están unidas mediante un hilo rojo en el dedo meñique y están destinadas a encontrarse y ser almas gemelas. Aunque en mi opinión hablan de todo tipo de amor, ya sea romántico o amistoso, pero por lo común se habla sobre parejas enamoradas —ella sonrió, pensaba en el pasado—. En un futuro también encontraras a tu alma gemela, cariño; así como tu padre y yo.

—Pero...—Reki miró el dedo meñique de su madre con confusión. Un fino hilo rojo colgaba de él y se paseaba por toda la sala. Suponía que salía por la puerta principal: hacia el afuera—. Papá está en casa y tu hilo no va hacia él.

Cada día, antes de dormir y al despertar pensaba en esa situación. Si él tan solo se hubiese mantenido en silencio...

Lo atormentaba. Y en más de una ocasión había hecho cosas parecidas: como apuntar a una pareja y gritarles que sus hilos no estaban unidos. Llegó un punto en donde su padre lo castigó por decir tremendas incoherencias, no soportaba que hablara de cosas sin sentido -según el-.

—¡Reki! Ya despierta, es tu primer día y vas a llegar tarde al colegio.

La separación de sus padres fue difícil de digerir con tan solo 11 años. Las discusiones lo aturdían hasta el punto de darle dolor de cabeza. Su mamá estaba la mayor parte del tiempo de mal humor, le respondía tajantemente e incluso lo ignoraba. Su papá pasaba cada vez más tiempo fuera de casa, llegó a pensar que había encontrado a su pareja, pero su hilo permanecía corto e intacto, sin rastro de tener un alma gemela.

Cuando por fin las peleas se detuvieron y podía ver a su madre sonreír y a su papá pasar tiempo delante del televisor pudo notar varias cosas distintas y la más destacable era la ropa empacada de su mamá.

Tuvo que mudarse. La custodia fue a favor de su madre, mientras que su papá podía verlo los fines de semana. Esas visitas solo sucedieron los primeros tres meses.

Actualmente, con 17 años, tenía una vida tranquila y agradable junto a su mamá, hermanas y su padrastro. Y sí, por fin su madre había encontrado a su pareja destinada. Cuando se sentaba en la mesa del comedor a desayunar podía divisar el hilo rojo bien unido y hermoso entre ellos.

—¿Vas a desayunar aquí, o te llevas la comida? —Reki suspiró cuando llego a la planta baja ya bañado y cambiado. Iniciar las clases era un tortura, aunque intentara ser positivo, él no era precisamente el más inteligente del curso...ni por asomo.

You're my destiny ↬[Langa X Reki]↫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora