«Desde un inicio, ella estuvo ahí:
Él nació, ella también.
Él entrenó, ella también.
Él se quedó sólo, ella lo acompañó.
Él se sumió en la oscuridad de la venganza... Ella lo siguió a tientas.
Siempre estuvo para Sasuke, pero él lo había olvidad...
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"No creoenlascasualidades, perovoyaprotegerlamíacuesteloquecueste: tú."
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Durante el camino sin rumbo que tenían por ese hermoso bosque, Sasuke no dejaba de pensar que Shira era rara; desde una mariposa común hasta una flor exótica, todo eran exclamaciones de asombro y felicidad. Como si fuese la chica con menos experiencias pero la más feliz del mundo:
- ¡Sasuke-kun, Sasuke-kun! ¿Ya viste esto? ¡Parecen pintadas! -decía muy a menudo, sonriéndole a el Uchiha menor, casi sacándole risas de diversión.
- Sí, Shira-chan, sí. Eso son flores llamadas Dientes de León, ¿feliz? -terminaba diciendo con aparente aburrimiento.
Luego de una realmente agradable mañana, el sol fue deslizándose junto con los minutos, llegando a ser la tarde casi el crepúsculo. Tomaron asiento cerca de un prado encantador, y se quedaron observando en silencio el atardecer, sumidos en sus pensamientos:
Shira se sentía muy completa junto a su pequeño "protegido", pero a la vez entristecida, porque sabía que muy pronto hacer entrar en razón a aquel azabache la haría quedar vacía y sola. En cambio Sasuke, estaba ansioso por que le confirmaran la ahora bella realidad: que aunque él se había cegado y bloqueado por completo, siempre hubo alguien que lo apoyó y no lo juzgó de ninguna forma nunca. Era francamente alentador y agradable sostener ese pensamiento para alguien como él.
- ¿Sabes, Sasuke-kun?
- ¿Hum?
- Estar aquí -señaló el suelo donde se hallaban- y con tu presencia, me agrada mucho.
Cuando le dijo eso y por si fuera poco le sonrió de lo más tranquila, el muchacho desvió la mirada con un color rosáceo cruzando su rostro.
- Yo... Amm gracias, creo.
Volvieron a guardar silencio, esta vez algo tenso por parte de Sasuke, y una brisa que se levantó suavemente les hizo llegar algo que rozó sus anatomías.
- ¿Qué demonios...? -Se quejó Sasuke, llevándose la mano a la mejilla y mirando en todas direcciones- ¿Qué fue eso?
- ¡Un Diente De León! ¡Mira!
"Oh... Perfecto". Pensó irónicamente él, viéndola alejarse y al cabo de unos segundos volver con algo gris en las manos. Inesperadamente se arrodilló frente a él, tendiéndole una de las dos flores a su persona.
- Ten, mira. Dicen que son especiales, ¿sabes?
- ¿Y eso por qué? -preguntó éste tomándola y mirándola a la vez.
- Si la haces infusión, sirve para curar males físicos internos, pero si la soplas así... -Sopló la flor y su copa comenzó a deshacerse y volar por el ambiente sin prisa- Dicen que sirve para curar las heridas del alma o dolores espirituales.
Sasuke la miró a los ojos, como si pensara intimidarla con su avasallante mirada y luego sonrió de lado, con sarcasmo:
- Qué estupidez.
Shira no se ofendió pero se encogió de hombros, y se levantó para irse.
- Si así lo crees... Pero tú tienes más de una herida invisible por curar, tal vez deberías ir pensando en intentar cerrarlas o te frustrarán tu futuro. -levantó los brazos abandonando su tono serio y adoptó uno despreocupado- No sé, sólo digo.
Sasuke, una vez más, se quedó pensando sobre las chocantes palabras de su acompañante, y miró la flor.
Tal vez no era una tontería.
Se aseguró de que Shira ya se había alejado lo suficiente y levantó la mano que sostenía su correspondiente Diente de León.
Losopló. Ycuandosucopadeshechatomó un rumbopara volar, sedirigiólentaysignificativamentehacialasiluetadeShira. ComosielDestino, olo que fuerequemanejabaesaflor, creyera que ella era su salvación.
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