Clase II: Kryptonita Plateada

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🌐 National City, Estados Unidos. 4:30 PM.

Me gusta Lena

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Me gusta Lena.

Tres simples palabras que tenían muchísimo más peso en mi cabeza del que pretendía. Ese día en el bar fue prueba suficiente para admitirme algo que probablemente ya sabía, pero muy en el fondo me negaba a siquiera barajar como posible. Es decir, Lena y yo nos conocíamos desde hace casi ya cuatro años y nunca había pensado en ella siendo más que una amiga. Claro, sí había pasado por mi mente que tiene una linda sonrisa, unos magnéticos ojos verdes y un cuerpo de ensueño, pero nunca lo tomé como más que admiración amistosa. Y desde mi estrepitosa realización en el bar por las constantes bromas de Nia y Alex, el 90% de mis pensamientos iban designados a cierta empresaria ojiverde. Estando en CatCo donde supuestamente debía concentrarme en mis artículos designados, mi mente se perdía cuestiones como en qué estaría haciendo la pelinegra, cómo se sentiría besarla, abrazarla o acariciar sus mejillas tanto que parecía adolescente hormonal teniendo su primer enamoramiento.

—¿Estás bien?

Oh, por Rao, qué tenía la gente haciendo esa pregunta tantas veces. No estoy bien. No puedo sacar a Lena de mi mente ni concentrarme en algo tan simple como redactar un artículo. Era desesperante. Claramente, no. No estoy bien.

—¡Sí! —exclamé más alterada que para mi propio gusto.

—Bien —Nia me vio con preocupación, mas no dijo nada. —James quiere que le entregues el artículo que te pidió la semana pasada para el final del día.

—¿Qué?

Maldición, olvidé ese trabajo. Y más maldición aún, ese trabajo era una entrevista para el nuevo proyecto que Lena planeaba con LCorp. Válgame mi suerte.

—¿Puedes hacerlo tú? —pregunté a la chica frente a mí.

—¿Yo? Kara, sabes perfectamente que James no le da trabajos que involucran a Lena a nadie más que a ti. ¿De qué hablas?

Maldito James. ¿Por qué tengo que ser yo? Siempre Kara, todo Kara.

—Espera... —habló Nia luego de notar mi silencio de nuevo. —¿No lo has hecho?

—¿Te estaría pidiendo favor si ya lo hubiese hecho? —cuestioné con sarcasmo.

—Qué pesada —susurró mi amiga comenzando a alejarse.

—¡Te escuché!

—¡Ese era el punto! —objetó ya desde lejos dándome una sonrisa burlona.

Bien, era simple. Iría a su oficina, hablaría con ella, le haría algunas preguntas y saldría con la mejor entrevista del mundo hecha. Sin contacto visual, sin abrazo de saludo y me quedaría a una distancia segura para no hacer nada estúpido. Nada podía salir mal, ¿cierto?

Con aquel pensamiento, salí de CatCo para dirigirme a la empresa de mi mejor amiga. Mejor amiga de la cual estaba patéticamente enamorada según un reciente descubrimiento. Estaba tratando de tranquilizarme porque mis nervios podían jugarme en contra y eso solo me dejaría en evidencia. Lena me conocía tan bien que podía leer mis reacciones y gestos con una facilidad que me asustaba. Si se daba cuenta de que algo andaba mal, me presionaría hasta que lo dijera y no quería correr el riesgo de dejarme en ridículo de esa forma.

SI AMARTE FUERA KRIPTONITA | SUPERCORPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora