Clase VIII: Kryptonita Lenta

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🌐 National City, Estados Unidos. 10:50 AM.

Si existiera un concurso sobre las mejores sensaciones del mundo, postularía la de despertar en los brazos del amor de tu vida el día después de su primera noche juntas

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Si existiera un concurso sobre las mejores sensaciones del mundo, postularía la de despertar en los brazos del amor de tu vida el día después de su primera noche juntas. Sentir el cálido cuerpo de mi novia en la mañana era tan satisfactorio como derrotar a un villano o tomarme un café cargado a primera hora para aguantar el día. Es decir, Lena y yo ya habíamos dormido juntas antes, pero lo cierto es que todo había sido meramente inocente. Esta vez, estaba acostada en su cama, con sus piernas entrelazadas con las mías, sus brazos envueltos en mi torso desnudo y su cabeza recostada en mi pecho, estaba agotada y me sentía complacida por la forma en la que terminamos el día, a pesar de la pequeña pelea que se había desatado al principio de la noche.

Había muchísimas cosas en mi mente, problemas que debía resolver, cosas en el trabajo con las que lidiar, artículos que redactar; la vida nunca se detenía para que yo pudiera pararme y respirar, y aun así Lena siempre hacía que yo me olvidara de eso. Ella era la dosis diaria de serotonina que necesitaba. Ella era mi motor. Y la simple idea de perderla, de perder eso a lo que me aferraba con tanta fuerza me aterraba, me hacía perder la cabeza porque estaba absoluta, patética e irremediablemente enamorada de ella. Era la forma de amor más grande que había conocido en mi vida después del amor que le tenía mis padres.

—¿Llevas mucho tiempo viéndome? —cuestionó la pelinegra con una enorme sonrisa pintando su rostro y sus ojos cerrados.

—¿Cómo te diste cuenta? —devolví su cuestión sorprendida.

—Cada vez que me miras, una ola de calor toma posesión de mi cuerpo entero. Es como si tu mirada quemara, pero es una clase de fuego que anhelo sentir el resto de mi vida —explicó mientras empezaba a trazar figuras abstractas en mi abdomen y pecho descubiertos.

Aunque quise responder, la verdad es que no sabía cómo hacerlo. Sus palabras siempre me llenaban el estómago de mariposas.

—Kara... —llamó sacándome de mis pensamientos.

—¿Sí?

—¿Me puedes prometer algo? —preguntó alzando por fin la cabeza y dándome una intensa mirada con ese mar esmeralda que siempre me robaba el aliento. La vi morderse el labio y me cuestioné mentalmente por qué estaba nerviosa. Esa era una acción que solo hacía inconscientemente por nervios.

—¿Qué es, mi amor?

—Dime... bueno, prométeme que siempre me amaras. Incluso cuando no me entiendas, incluso si parece que todo está en nuestra contra, dime que me amaras a pesar de todo —su tono de voz era casi suplicante y algo dentro de mí se removió con preocupación.

Claro que siempre la amaría, a pesar de todo.

—Oh, Lena... —respondí.

—Prométemelo, Kara.

SI AMARTE FUERA KRIPTONITA | SUPERCORPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora