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CAPÍTULO TREINTA Y UNO
DRACO POV:
A la mañana siguiente cuando los primeros rayos de sol lograron colarse entre mis cortinas, observé a t/n.
Nuevamente la tenía a mi lado, pero no se sentía real. Pensé en como desapareció casi todo el año escolar, y solo me quedaban tres miserables meses con ella, que seguramente se desvanecerían como agua entre mis manos.
Sé que debo aprovechar el tiempo que nos queda, porque reitero, en tres meses probablemente Hogwarts deje de existir, y no sé si seguiremos vivos, debo hacer que valga cada segundo, incluso con Tom, quien fue mi único amigo,me aterra la idea de pensar que nuestro futuro es incierto. Crabbe y Goyle nunca me apreciaron, solo se juntaban conmigo por miedo a mi, pero nadamás.
Revisé mi teléfono y vi la hora, aún tenía tiempo suficiente para estar con ella.
-Buen día Draco- una dulce voz adormilada golpea mis oídos
Me vuelvo hacia ella y ahí está de nuevo, esa encantadora imagen de ella envuelta en las sábanas, con su cabello despeinado y esa sonrisa reluciente.
-Ya es hora de que te levantes nena, o se nos va a hacer tarde-
-No quiero, quiero estar contigo- t/n actúa igual que una pequeña niña caprichosa que está dispuesta a hacer lo que sea para quedarse en la cama un rato más, y yo voy a obedecerle.
-¿Te consiento?- dije coqueto
-Me lo merezco ¿no crees?-
Me permito volver a acostarme a su lado y la jalo despacio, subiendola en mi.
Inclino mi cabeza hacia atrás y mi mirada viaja a la de ella, dejandonos en una satisfactoria lucha de miradas. Veo como disfruta mi compañía y sentir mis manos acariciando su trasero, ella acerca su rostro al mío, robandome el aire mismo que respiro.
-Besame Draco-
No necesito pedirle que lo repita, yo simplemente lo hago, choco mis labios contra los suyos y me permito jugar con mi lengua dentro de su boca, siento como poco a poco mi miembro se pone duro y parece que ella también lo nota.
-Dios, te extrañé tanto t/n- digo entre jadeos y besos
-Cállate y follame Draco-
Sonrío para mi mismo y le muerdo tan solo un poco el labio a mi chica, sé cuanto me desea y voy a hacerla gritar mi nombre tan fuerte que van a escucharla hasta el campo de quidditch.
-Desvistete- le ordeno.
Aún encima de mi, ella se quita despacio mi sudadera, quedandose únicamente en bragas y dejando sus pechos al descubierto, sé que ella sabe lo que hace. Conoce perfectamente mis puntos débiles y es experta en hacerme desearla tanto.
