Ataquen

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La guerra no es un juego, ella es como el fuego, si no sabes jugar con ella, te quemas

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La guerra no es un juego, ella es como el fuego, si no sabes jugar con ella, te quemas.

La segunda guerra estaba en su máximo esplendor, casi todos los países tenían un bando, excepto uno, México, un país americano que estaba en estado neutral, ayudaba a ambos bandos, pero nunca estuvo de acuerdo en unirse, hasta que...

Era un buen día, el clima cálido como siempre hacía que las mañanas fueran únicas, despertó con una cierta felicidad, incluso limpio su habitación e hizo un desayuno bastante delicioso, todo iba de maravilla, incluso cuando llegó a la capital para ver que asuntos tenía que ordenar, el camino iba en paz, todo el lugar era como cualquier otro día, niños jugando en el jardín junto a sus madres que les cuidaban, parejas paseando tomados de las manos, o comiendo un helado, tan normal.

Entró en la sala de juntas tomando su lugar, a lado del presidente, esperando a que los demás llegarán.

-hemos tenido un gran avance en nuestra economía, al exportar materias primas a los aliados y el eje, la producción aumentó un treinta por ciento más -

La economía iba de maravilla, varios obreros habían sido contratados en otros países para ayudar, así serían con su familia encontrando algo mejor, iba tan bien.

-esto es bueno Manuel-comentó la joven-nunca había visto tan buena economía en el país-

-bueno señorita México, es algo que podemos permitirnos una vez-

La latina sonrió ante ese comentario, nunca había visto a un presidente tan feliz, hasta ese momento.

-caballeros!!! - grito una secretaria entrando con apuro en la sala-

-qué pasa María? -pregunto México levantándose para ir a tranquilizarla

-es... Es las bases de petróleo-dijo ya tomando un poco de aire

-sí, ¿qué tienen? - pregunto México dándole una silla para que se sentará.

-fueron...

Fueron atacadas


La costa traía consigo los escombros del ataque, madera, metal, trajes de los obreros, cascos, pero aún peor, alguien "encontró" una bandera, una bandera que conocían todos.

México estaba devastada, habían atacado a su país, esta era la segunda vez, y ambos ataques dieron en el mismo punto, bases petroleras, no sabían quienes habían sido, muchos decían que los nazis fueron y unos pocos culpaba a Estados Unidos.

Ella no sabía que pensar, no sabía quién fue, por qué lo hizo y para qué, esto no beneficiaba a ningún bando, sólo daba perdidas y dolor.

Su silencio fue interrumpido por el tocar de la puerta, con dificultad se levantó de su escritorio, qué podría ser. Abrió la puerta.

-disculpe la molestia señorita México-dijo la mujer parada frente a ella - el presidente le envió esto-

Le entregó tres cartas, una tenía un sello rojo con una esvástica, el otro tenía una oz y un martillo y la última solo tenía un nombre, el suyo.

-gracias, María-contestó México sonriéndole

No es nada señorita, oh, por cierto, es suyo el paquete de la entrada-

- ¿paquete? -

-sí, está aquí fuera, tiene su nombre escrito-

-Oh, claro, gracias, María, iré por el en un momento-contesto-pases buen día-

Ambas se despidieron, México la acompaño a la entrada, era verdad había un paquete ahí, era pequeño, más grande que un gato tal vez, lo tomo y regresó a su casa.

Tomó la primera carta, esta parecía ser de su presidente, aún que más que una carta parecía un anuncio:

México

Señorita México lamento lo ocurrido, aún buscamos pruebas, estas dos cartas llegaron hoy por la mañana, necesito que elija usted.

Manuel

Tomó la carta que seguía la de sello azul, era una carta de invitación para los aliados, otra vez, la arrojó al suelo, igual que la segunda, una invitación para los del eje.

Aún quedaba una cosa, el paquete, podría contener cualquier cosa, no lo sabrás hasta abrirlo.

Tomó el paquete y lo puso sobre su regazo, cortando la cinta con un abrecartas.

Dentro había un sobre negro y algo envuelto en papel carmín. Tomó el sobre, no tenía nada escrito ni siquiera estaba sellada, sólo la abrió:

Buen día señorita México

Deduzco que para este momento aún no sabe quién hizo el ataque, ¿verdad?, eso es obvio señorita.

Pues bien, se quien lo hizo y tengo la prueba, para cuando acabe de leer esto abra el otro paquete, ahí está la respuesta, espero ansiosa que elija la respuesta de sus otras dos cartas.

Con cariño

N~

Dejo la nota en su escritorio, quien pensaría que tendría la solución justo frente a ella. Tomó el paquete quitando el papel con cuidado, era un pedazo de tela, tal vez de un uniforme de guerra, para cuando lo vio por completo, sus ojos se llenaron de lágrimas de rabia.

el beso de la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora