Corre

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Llegó temprano a la estación de Texas, una de la tarde, treinta minutos antes de que el tren a México saliera, cuando viajo se despidió de Elizabeth y su madre, esa niña le agrado; cuando fue por su boleto no hubo ningún problema, estaba desierto ...

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Llegó temprano a la estación de Texas, una de la tarde, treinta minutos antes de que el tren a México saliera, cuando viajo se despidió de Elizabeth y su madre, esa niña le agrado; cuando fue por su boleto no hubo ningún problema, estaba desierto de policías, sólo dos guardias que mantenían el orden.

Subió al tren apenas dejó su poco equipaje en el respectivo vagón, este tren era diferente, los asientos sólo eran para uno y apenas iban cinco en esa cabina, claro que esta era para la crema y nata de la sociedad, pero, entre tanta gente en los otros vagones, alguien la pudiera reconocer y entonces todo estaría perdido; además, no había ni un solo niño pequeño, el camino sería aburrido, ni siquiera había mujeres, un problema más. Tomó asiento y espero a que el tren estuviera en marcha.

Una camarera del vagón entró varias veces, recogiendo las órdenes que se le daban, México no pidió más que una botella de tequila, sonaba a mal en una dama, pero el estrés la estaba matando, por suerte la camarera no mostró mala cara e incluso le trajo un tazón con limón para prepararla, claro que la latina prefería tomarla sola, así se desestresaba más rápido; a medio camino ya se había tomado la mitad ella sola, y no faltaban las miradas de los que iban en el vagón, algunas criticando en voz baja y solo alguno negaba con la cabeza y volvían a lo suyo.

Cuando terminó su vaso, volvió a entra la camarera dando un anuncio:

-caballeros y dama; les informo que en unos pocos minutos cruzaremos la frontera, para oficialmente estar en el país de México-

Dio el anuncio y salió, México volteo a ver por la ventana, y vio lo que tanto quería, gente de su país, guardias cuidando la frontera y gente en la estación para tomar el tren. Al fin llegó a casa, las lágrimas de felicidad salieron, logró salir del país, estaba segura.

Por fin pudo dormir, por fin podía ir sin preocupación a que la encontrarán, pero aún mantenía sigilo, no dejaría que supieran quien era, ni siquiera al llegar.

Despertó cuando escucho el rechinido del tren mientras paraba, vaya que durmió, incluso los que estaban en el vagón estaban medio adormilados o estaban tomando lo que les quedaba de café o de té.

Salió rápido para recoger su equipaje, por suerte se lo dieron rápido, así que rápido salió de la estación, al fin, llegó a ciudad de México, por suerte las cartas ya habían llegado, estuvo dos días en tren y estas duraban menos así que su presidente estaba enterado de la situación, aún que aún tenía que explicarle todo ella, sería después, busco un taxi para ir a la oficina de correo, esperando que ya estuvieran las respuestas.

Bajo del taxi después de dar las gracias, entró en la oficina de correo, preguntando si había llegado algo a su nombre.

-llegó una carta esta mañana, señorita, es todo-

Le entregaron la carta guardando la en su maleta y salió, caminara a su casa, no era tan cerca pero tampoco tan lejos, además de que ya no llevaba consigo más dinero.

el beso de la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora