Me llamaste, sabia que cumplirías tu promesa.
Fuimos a tomar helado, y caminamos mientras hablábamos.
Era imposible no perderme en tus ojos, en tu sonrisa.
Era mi primera cita, porque era una cita,
¿verdad?
Entonces todo oscureció, me acompañaste a mi casa.
Y otra vez no intentaste nada.
Debía mantener las esperanzas, estamos hechos el uno para el otro.
¿es que no te das cuenta, Michael?