La misma promesa

2.1K 325 47
                                    

Alya, Juleka, Rose y Mylène miraban impresionadas a Marinette. La jovencita les había confesado todo, desde lo que confundida que se sentía porque de un día para otro ya no se sentía atraída en lo más mínimo por Adrien, hasta lo feliz que ahora se sentía cuando pensaba en Kagami. 

—Bueno... supongo que las cosas cambian— Dijo Juleka, antes de mirar a sus amigas, sonriendo

—Sabes que siempre estaremos para ti, Marinette. No importa qué pase— decía Mylène, tomándole el hombro. 

Todas sonrieron, haciéndole saber a su querida amiga que siempre estarían con ella, y claro, que no importaba cómo se sintiera su corazón, ellas confiaban en su capacidad de amar y de ser amada, sabiendo que Marinette nunca le haría daño a nadie por amor.

Se abrazaron juntas las amigas, antes de que Marinette se despidiera de ellas con un doble beso en cada mejilla y saliera de la casa de Alya, que era donde se había llevado a cabo la reunión. Caminó con tranquilidad, paz, sobretodo porque ahora sabía que no tendría que ocultarle nada a nadie... Bueno, quizás sus padres no estaban listos para hablar del tema, pero tampoco es que tuviera prisa alguna de hacerles saber todo lo que ocurría en su cabeza. 

Sin mucho que pensar, pero muchas emociones positivas, su camino a casa la hacía sentir como si estuviera en un video musical. O al menos un video musical que se volvió película cuando giró la cabeza, alzando la vista hacia un árbol y nuevamente tuvo un pequeño "recuerdo", que era ahora como los llamaba. "Alucinaciones" como palabra misma le hacía sentir que estaba loca y aunque de vez en cuando lo creía, se sabía lo suficientemente cuerda para llamarlas de ese modo. 

Vio un cielo oscuro, unos pétalos cayendo y unos gritos de fondo que rápidamente desaparecieron cuando ella volvió a parpadear, dándose cuenta que había sido eso, un recuerdo. Suspiró, cansada. Había muchas preguntas y muy pocas respuestas, por no decir ninguna.

Siguió caminando, hasta que su nariz percibió un extraño aroma a incienso que estaba segura de no haber olido nunca, pero que le resultaba extrañamente familia. Se giró en todas direcciones. viendo una tienda china que aseguraba era de donde salía el aroma. Corrió hacia la tienda sin saber exactamente por qué, pero una vez se paró frente a la puerta, esta se abrió sin que Marinette la hubiera tocado.

Admiró a un anciano de ojos rasgados y larga barba, quien supuso era el dueño del local.

—Hola, jovencita. Bienvenida...— Habló con encanto el viejo propietario, antes de comenzar a bajar el tono de su voz, dándose cuenta de que su aura traía algo extraño, algo añejo, tan potente como inadvertido.

—Hola, señor. Disculpe, me gustó el incienso, quería saber qué aroma es— decía la chica, ladeando la cabeza al ver el fondo de la tienda. Artesanías, libros, esculturas, una pequeña mesa y varios cristales. 

—Señorita, usted trae algo muy pesado en su aura... ¿Se encuentra bien?—

Marinette alzó una ceja, nerviosa, sonriendo después

—¡Estoy bien! Gracias por preocuparse. Lo mejor será que regrese a casa— Y dicho esto, se dio la vuelta, justo para caer en cuenta de algo. Se giró de nuevo, abriendo otra vez aquella puerta, viendo al anciano a media tienda, caminando por ahí hacia un librero —¡Usted habla chino! ¿No es así? ¡Necesito su ayuda!—

—Calma ya, Meiying— Dijo el anciano, regresando su mirada, sabiendo ahora perfectamente de qué se trataba todo —Te ayudaré a entenderlo, solo necesito que te sientes en la silla de allá— dijo señalando la mesa donde yacían los cristales.

Marinette no entendió por qué la había llamado así, pero de lo que estaba segura era de que la suave taquicardia que revoloteaba en su pecho la hizo sentir nostálgica cuando la llamó de esa manera. No supo bien por qué, por no decir directamente que no tenía ni idea, pero estaba convencida de que ese nombre ya lo había escuchado... aunque no fuera así.

—Bien— El anciano se sentó en la otra silla, mirando a Marinette a los ojos. Ahí, el longevo señor pudo ver algo increíble: El gran desenlace de las doncellas. Maravillado, se levantó, yendo por el libro de las doncellas que guardaba con tan poca cautela, pues él siempre creyó que era eso: una leyenda. Pero ante él, la reencarnación de la doncella china, y, claro, tomando en cuenta que ya había conocido a la reencarnación de la doncella japonesa, no se pudo haber sentido más afortunado. La leyenda era verdad, la leyenda estaba delante de sus ojos

—Disculpe, señor, ¿qué está pasando?— preguntaba Marinette con miedo, pensando que quizás el anciano solo era un viejo loco que hacía magia tradicional para ganarse unos centavos. Sin embargo, cuando se volteó con el libro en las manos, cual la chica pudo reconocer el título por la traducción que había visto, se cubrió la boca con ambas manos.

—Meiying, cumpliste tu promesa, y Kaname cumplió la suya. No pierdas el tiempo, es hora de que desates el nudo que las une y simplemente fluyan como una, tal y como debe de ser. Llevas siglos arrastrando el pesar de tu amada, pero ahora que están aquí, pueden ser libres tal y como lo desearon—

—Señor...—

—Soy Fu— interrumpió —Puedes llamarme Maestro Fu

—Maestra Fu— corrigió la joven —¿me está queriendo decir que reencarné? ¡¿Soy Meiying, de la leyenda de las doncellas?!

—Es tu deber ahora hacer frente a las nuevas adversidades, Meiying. Ahora con esta modernidad las cosas no serán tan difíciles, pero sí serán interesantes. Hagamos esto. Toma este libro, te diré algunas palabras y quizás así sabrás quién es tu Kaname—

—No...— dijo tajante —Sé quién es Kaname

Ahora que lo entendía todo, solo era cuestión de darle a entender a Kagami que debían estar juntas, porque sólo así se rompería la reencarnación. 

Marinette salió corriendo de la tienda rumbo a su casa. Necesitaba terminar el final de ese libro, saber exactamente qué pasó con ella.

Se detuvo un momento. 

¿Todo eso era real? Sentía que sí. Por alguna razón, sabía que sí.

Ahora sabía bien con quién debía pasar el resto de sus días. 

Recuerdos del oriente ; {Marigami / Kagami x Marinette}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora