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Otro día más, otro infierno más. Y más aún para Jisung.

Luego de haber tomado un baño caliente, el cual ayudaba pero no solucionaba su dolor, se sentó en su gran y cómodo sofá, no sin antes tomar su medicamento diario claro.
Admiraba con paz como las frias nubes y el radiante sol peleaban para ver quién dominaría ese día.

Sus pensamientos lejanos se vieron interrumpidos por el sonido de su teléfono; el cual era producido por un llamada que el ya esperaba.

—Hola, doctor Lee.— contesto con simpatía.

Buenos días Jisung, ¿Te encuentras bien?, Y sabes que me puedes decir Minho, no me hagas sentir bien.—Agrego con humor.

—Bien, doctor Minho— sonrió Jisung— Y si, estoy bien, he tenido peores, ¿Verdad?— concluyo riendo.

Jisung, no es gracioso que bromees así—dijo triste— Ya te lo he dicho, es mejor que comiences ya el tratamiento, las pastillas no son suficientes, no dejes que sea tarde y se vuelva imposible.—suguirio serio.

—Doctor, de verdad le agradezco su preocupación, y entiendo que es su deber como médico hacer hasta lo imposible por sus pacientes, pero ya lo he decidido, no me quiero someter al tratamiento.— Soltó. Después de todo, no mentía, el realmente no quería hacerlo.

Pues que lástima.—Supiro Minho— Pero está bien, no te puedo obligar, nada más decirte que te espero en nuestra próxima consulta, por favor cuídate, ¿Si? Adiós Jisung.— Corto luego de escuchar un "hasta luego" de parte del pelinegro.

Jisung admiraba mucho a su doctor, era  sólo unos años mayor que el y ejercía con perfección su trabajo.
Además de eso, Minho era un médico que ponía siempre la comodidad y el bien estar mental de sus pacientes primero—claro, son necesidades básicas, pero que lastimosamente pocos tenian—, siempre trataba de poner al paciente en una zona de comfort y que entienda que lo último que quiere es el mal. Obviamente cada persona es un mundo aparte, y Minho ya ha visto a varios de sus pacientes marcharse de este mundo, sin embargo siempre se mentalizó que el no era quien cargaba con la culpa de esas muertes, porque después de todo era un simple ser humano tratando de dar lo mejor de sí, no un mago.

El de negros mechones se dirigió hacia la cocina para saciar su hambre. Tenía pesado llamar a su esposo pero decidió no gastar lágrimas ese día.
Aunque claro, su cabeza no decía lo mismo, y lo único que hacía era traerle momentos de su vida donde todo estaba bien, donde estaba con el.

No podia si quiera comer tranquilo sin que todo le recordase a el. Patético.

♪ 𝐓𝐞𝐧 𝐲𝐞𝐚𝐫𝐬 . . .\\ 𝗛𝗮𝗻 𝗝𝗶𝘀𝘂𝗻𝗴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora