Debaki, una mocosa cualquiera perteneciente al clan Yoshida, tiene una vida normal y para nada trágica, tiene una extensa familia y personas importantes para ella. Es una gennin del país del ave que junto a su equipo de 5 integrantes viajaran a Kon...
Oe, tranquilo, ya cálmate... Mira, cada quien es fuerte a su manera, enserio. –Le dije a un niño que no paraba de llorar– Por cierto, ¿Cómo te llamas? Yo soy Debaki Yoshida (Ya sé que ya repetí esto un chigo de veces, pero ñeh)– Pregunté más nerviosa al ver que no tenía intenciones de calmarse.
Si, cada quien es fuerte, pero ¡Solo hablas por ti! Tu eres muy buena en la academia y te crees la gran cosa por eso... No vengas a restregarme en la cara lo que no puedo lograr. –Contesto conteniendo más lágrimas.
Fruncí el ceño, no me gustaba la idea de que me dijeran que me va bien en la academia– Escucha ojete, con llorar y hacer un berrinche ¿Lograras estar a mi nivel? –Dije con arrogancia bien fingida para hacer que sienta coraje– Debes confiar en ti, ponerte obstáculos a ti mismo, superarlos, aprender de tus experiencias... Pero si te cierras en tu mundo y te quedas en tu zona de confort, nunca avanzaras. Y te pregunte algo...
El solo se quedó en silencio– Soy Haruki Nishimura...
Bien Haru, esfuérzate. –Comencé a caminar dándole la espalda– Adios.
(...)
Es... Increíble, papá. –Dije muy asombrada.
¿Verdad que sí? –Pregunto orgulloso de su katana.
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Algún día será tuya, debes entrenar mucho para poderla manejar a la perfección. –Explico
Entiendo... –Conteste
Mañana, antes de que te vayas a la academia, será tu primera lección.
¡Pero si es muy temprano! –Dije en voz alta con desanimo.
¿La quieres o no? Se la podría dar a Kiyoshi... –Este señor ya sabe cómo sobornarme.
¡Ni se te ocurra dársela a ese tarado! ¡Mañana temprano acá mismo! –Me fui del ahí dando pisotones.
Y así fue, al otro día empecé con mi entrenamiento, esa katana era de mi... creo que de mi bis abuelo, mi papá se la intento dar a mis demás hermanos, pero ninguno la quiso, así que mi hermana menor y yo somos su única esperanza para heredar la katana y luego dársela a mis hijos, y ellos a sus hijos y así sucesivamente.
