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—Todo esto parece un sueño —

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—Todo esto parece un sueño —. Estaba sentado, sintiendo como si flotara en al aire con millones de mariposas a mi alrededor.

La sensación de mi cuerpo adormilado podía ser por mis entrenamientos deportivos, sin embargo, eso no sonaba nada romántico, prefería pensar que se debían a estar a un paso de conocer a mis ídolos.

—¡AY! —grité.

Sentí la punzada fuerte cuando Keyller clavó sus uñas en mi hombro, lo miré y me dio una sonrisa cerrada, encogiendo su nariz y abriendo sus ojos, esperando que yo le agradeciera su gesto.

—Qué idiota eres, Keyller.

—Intentaba ayudarte, Aer.

Lina nos observaba desde el otro mueble, calculando fechas y leyendo contratos. El trabajo que yo no entendía a ella se le daba excelente.

—¿Acaso sabes algo de eso? —la retó mi hermano.

Mi amiga sonrió de lado, con un simple gesto de manos se acomodó su cabello corto y continuó en lo suyo, sin importarle las provocaciones de Keyller.

—Es abogada, tarado —susurré.

—¿También? Parece Barbie. ¿También fuiste a la luna, Lina?

Lo que le molestaba a mi hermano era que alguien más ocupara espacio en mi departamento, y lo hiciera con la misma confianza suya. Por eso, ocultaba sus celos, a través de comentarios bromistas.

—Sí, y no es de queso como crees —. Lina lo conocía, era la única persona del medio lo suficiente cercana a mí como para conocer a toda mi familia y discutir como si fuera una de ellos.

Key le restó importancia a la escena y aprovechó el momento para esconderse entre mis cosas, en mi habitación. Sin su ruido volví a sentir como que volaba, y que mis pies no podían mantener una sola dirección.

—Esto es una gran oportunidad —habló Lina, después de analizar con detenimiento la descripción general del proyecto y algunas propuestas previas al contrato final —. Tienen cláusulas de confidencialidad, claro, pero lejos de ser un contrato explotador, Zerm, Maximiliano y Celeste, ofrecen muy buenos beneficios.

Por supuesto, mis ídolos no iban a decepcionarme, por algo los admiraba tanto.

Y, más allá de los buenos contratos que ofrecían Max, Zerm y Celeste, lo que mantenía mi corazón leal a ellos era que vinieran de mí misma raíz y que lograran abrirse paso en un mundo lleno de contactos y privilegios.

Entre tanto pensamiento romántico, hablé:

—Pero no conozco a nadie del elenco y nadie está asistiendo a los entrenamientos. Había escuchado que ellos tres trabajan de esa manera, vivirlo era una mezcla de suspenso con dolores físicos —los míos a causa de los entrenamientos de fútbol y la ansiedad de no saber nada de mis compañeros.

Cuando Acabe El Show ()Donde viven las historias. Descúbrelo ahora