Aer siempre quiso actuar con Rodrigo.
Rodrigo siempre quiso ser compañero protagonista de Aer.
Desde que cruzaron miradas ese día en ese casting, ambos tuvieron la sensación extraña de lo sorprendente que sería protagonizar una serie juntos.
Todo ca...
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—Todo esto parece un sueño —. Estaba sentado, sintiendo como si flotara en al aire con millones de mariposas a mi alrededor.
La sensación de mi cuerpo adormilado podía ser por mis entrenamientos deportivos, sin embargo, eso no sonaba nada romántico, prefería pensar que se debían a estar a un paso de conocer a mis ídolos.
—¡AY! —grité.
Sentí la punzada fuerte cuando Keyller clavó sus uñas en mi hombro, lo miré y me dio una sonrisa cerrada, encogiendo su nariz y abriendo sus ojos, esperando que yo le agradeciera su gesto.
—Qué idiota eres, Keyller.
—Intentaba ayudarte, Aer.
Lina nos observaba desde el otro mueble, calculando fechas y leyendo contratos. El trabajo que yo no entendía a ella se le daba excelente.
—¿Acaso sabes algo de eso? —la retó mi hermano.
Mi amiga sonrió de lado, con un simple gesto de manos se acomodó su cabello corto y continuó en lo suyo, sin importarle las provocaciones de Keyller.
—Es abogada, tarado —susurré.
—¿También? Parece Barbie. ¿También fuiste a la luna, Lina?
Lo que le molestaba a mi hermano era que alguien más ocupara espacio en mi departamento, y lo hiciera con la misma confianza suya. Por eso, ocultaba sus celos, a través de comentarios bromistas.
—Sí, y no es de queso como crees —. Lina lo conocía, era la única persona del medio lo suficiente cercana a mí como para conocer a toda mi familia y discutir como si fuera una de ellos.
Key le restó importancia a la escena y aprovechó el momento para esconderse entre mis cosas, en mi habitación. Sin su ruido volví a sentir como que volaba, y que mis pies no podían mantener una sola dirección.
—Esto es una gran oportunidad —habló Lina, después de analizar con detenimiento la descripción general del proyecto y algunas propuestas previas al contrato final —. Tienen cláusulas de confidencialidad, claro, pero lejos de ser un contrato explotador, Zerm, Maximiliano y Celeste, ofrecen muy buenos beneficios.
Por supuesto, mis ídolos no iban a decepcionarme, por algo los admiraba tanto.
Y, más allá de los buenos contratos que ofrecían Max, Zerm y Celeste, lo que mantenía mi corazón leal a ellos era que vinieran de mí misma raíz y que lograran abrirse paso en un mundo lleno de contactos y privilegios.
Entre tanto pensamiento romántico, hablé:
—Pero no conozco a nadie del elenco y nadie está asistiendo a los entrenamientos. Había escuchado que ellos tres trabajan de esa manera, vivirlo era una mezcla de suspenso con dolores físicos —los míos a causa de los entrenamientos de fútbol y la ansiedad de no saber nada de mis compañeros.