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«¿En qué estaba pensando?» Esa era mi primera pregunta

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«¿En qué estaba pensando?» Esa era mi primera pregunta.

«No estaba pensando». Era mi respuesta.

Decidir con quién ir no fue complicado, luego de unos segundos bastantes incómodos, Darw retiró su invitación a comer y se marchó como si nada estuviera pasando.

Por mucho que intenté fingir no estar nervioso, Rodrigo no paraba de mirarme y sonreír, yo le devolvía la sonrisa casi de manera automática.

—¿Estás bien? —rozó con sus manos mis hombros y eso me puso alerta —. Pareces cansado, no quiero insistir —sus ojos me miraron con mucho detenimiento.

Acercó su cuerpo al mío para mirarme de cerca, yo tampoco aparté la mirada y me apresuré a responder con serenidad:

—Estoy bien —aseguré —. Gracias por preguntar.

Rodrigo se mordió uno de los labios para no volver a preguntar, parecía interesado en mi bienestar, seguramente mi cara estaba pálida y eso lo hacía entrar en alerta. Antes de bajarnos del auto y sin que él se diera cuenta, pellizqué mis dos mejillas para que se pusieran rojas y dejar de parecer enfermo.

—Adelante, Jeans —dijo, al mismo tiempo que abría la puerta y evitaba que la persona encargada lo hiciera.

El lugar olía a madera y coco con aceite, de manera extraña, esa combinación en mi nariz no era desagradable, parecía un lugar pequeño, pero conforme iba avanzando miraba grandes mesas de madera ubicadas con la misma distancia entre sí y unas escaleras que se dirigían hacia una segunda planta.

—No hay nadie más —susurré al darme de eso. En la plata de abajo no estaba nadie más que nosotros y el chico cabello naranja con su uniforme azul —. ¿Suele estar así de solitario siempre?

Rodrigo no supo qué decir y se llevó una mano a la boca, cubriendo un leve bostezo.

Al seguir los pasos de Rodrigo, también miré de reojo los cuadros de cascadas colgados en las paredes marrones, no había más decoración que esa, y tuve curiosidad del porqué había escogido ese sitio para comer. El que estuviera completamente vacío y que la temperatura fuera adecuada, podían ser dos de las razones.

—Suelo pasar por esta zona —volví a intentar conversar —, pero nunca había visto este lugar.

Estar solo con un chico me hacía sentir nervioso, aun sabiendo que era solo un compañero al cual admiraba y tenía cierto aprecio platónico.

—Siempre es buen momento para conocer algo nuevo —contestó Rodrigo, cediendo el espacio para que caminara enfrente en dirección a nuestra mesa.

El chico acomodó con gran destreza unas tazas rojas enfrente de nosotros, el aroma atrajo mi atención y no disimulé mi reacción al darme cuenta de que se trataba de chocolate caliente y malvaviscos.

Cuando Acabe El Show ()Donde viven las historias. Descúbrelo ahora