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El viento se mecía moviendo las hojas de los árboles en ese atardecer.

Dos cuerpos corrían tomados de la mano abriéndose paso entre los árboles del bosque.

Sus respiraciones agitadas y sus rápidas pisadas era lo único que se oía, además del galopeo que se escuchaba cada vez más cerca.

Cuando llegaron a un acantilado, se detuvieron de golpe. Solo en ese momento, se tomó el tiempo de admirar el rostro del otro hombre, su expresión tranquilizadora que no llegaba a sus ojos, llenos de miedo.

Cuando intentaron adentrarse al bosque una vez más, ya era demasiado tarde.

De entre los árboles salieron hombres armados y uno de ellos, que no utilizaba una armadura como los demás, sino un traje de seda, los veía con una expresión llena de furia.

-¿Creyeron que podían escapar de mí? Pues están muy equivocados.

Sintió como la mano que sostenía le daba un apretón y luego se soltaba, empujándolo detrás de él.

-Déjenos ir.

El hombre se rió, parecía verdaderamente divertido -Eres solo un guardia y él es mío. ¿Te atreves a desafiar al rey?

Cuando se dio cuenta de las intenciones de acercarse del hombre que lo protegía, tomó su mano intentando detenerlo. Pero el otro solo le dio una sonrisa, soltándose de su agarre.

Mientras caminaba al rey, metió su mano en su traje, buscando algo. Pero no alcanzó a sacarlo antes de que una flecha atravesara su corazón y cayera de rodillas al piso.

-¡No!

Se tiró al suelo a su lado para tomarlo antes de que cayera y lo recostó en sus brazos, intentando parar el sangrado con sus manos.

-No, no, no. No te vayas por favor. Quédate conmigo. Lo prometiste.

Las lágrimas resbalaban de sus ojos, cayendo sobre el rostro contrario y su pecho se estrujaba con dolor.

-Lo... siento- con las últimas de sus fuerzas, depositó una pequeña caricia en su mejilla antes de dejar caer su mano, dejando escapar su vida en un último suspiro.

Se aferró al hombre en sus brazos mientras soltaba gritos de dolor, intentando volver a sentir su calor, pero este ya lo había abandonado.

-Vámonos.

Levantó la vista hacia el hombre que lo miraba con impaciencia.

-¡No iré a ningún lado contigo!

El otro solo rodó los ojos y dió una señal a sus hombres -Tomenlo.

Pero antes de que se acercaran más, tomó la espada en la cintura de su amado y se levantó, apretando la espada en su estómago mientras retrocedía.

-¿Qué crees que haces? Vuelve aquí.

-Te odio. Te odio con todo mi corazón. No te daré el gusto, no más. Prefiero morir.

Se armó de valor y empujó la espada, sintiendo como esta lo atravesaba. Pero el dolor ni siquiera se comparó al de su corazón.

Dejó de escuchar todo a su alrededor, lo único que permanecía era el sonido de su corazón latiendo, cada vez más lento.

Miró por última vez el cuerpo de su amado antes de lanzarse al vacío.

Mientras caía, lo último que vio fue la luna llena que iluminaba el reciente cielo nocturno.

TALKING TO THE MOON | LEEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora