En el armario

46 8 6
                                    

Mi hija ha cambiado drásticamente.

Sus ojos antes expectantes, ahora se encuentran afligidos, inyectados en sangre y sin un ápice de lo que nosotros llamamos como "ganas de vivir".

Sus salidas se redujeron a un lastimero trayecto hasta el porche de la casa, finalizando allí. Ya no hay amigos, pareja, universidad y aún menos familia.

En las noches desde su habitación se escuchan chillidos de dolor, un sufrimiento que sobrepasa todo y el cual está causado por pesadillas muy extrañas, que al contarme, son básicamente las distintas maneras en las cuales puede ser asesinada, junto a torturas demasiado atroces para describirlas aquí.

Todo eso es aceptable hasta este punto, se puede manejar con terapias o tal vez unos cuantos golpes que la ayuden a corregir ese tétrico comportamiento.

El problema es que nadie está para ayudarla, ni siquiera ella misma.

¿Por qué?

Entro a mi habitación de paredes blancas haciendo que mis pasos resuenen en todo el espacio, al igual que el piso de madera antigua, que hace esta casa un poco más espeluznante. Rodeo la cama doble, golpeándome con la esquina del gran espejo que se encuentra exactamente en el centro, permitiéndome ver sombras distorsionadas que me arrastran hacia la oscuridad. Abro el armario con mucho cuidado y el olor de algo putrefacto impacta contra mis fosas nasales, haciéndome retroceder un poco.

Su cadáver está sentado con los brazos atados al costado y una pierna está amarrada a la parte de atrás de su cuerpo, mientras la otra está encima de su rodilla con la piel completamente desgarrada. Todo el terciopelo está manchado de su sangre coagulada y la enorme herida que atraviesa su cuello tiene forma de sonrisa, la misma que yo tengo implantada en mi rostro en este instante, al observar la escena.

Entonces... si todavía se preguntan el porqué, la respuesta es bastante sencilla: Un fantasma no puede hacer absolutamente nada para corregir su salud mental ¿o sí?

—Tal vez —Una voz gélida, excesivamente grave me susurra al oído esas dos palabras.

Giro sobre mi eje, mientras suelto un suspiro muy largo, uno que demuestra lo cansada que estoy de todo esto. Tengo al frente un rostro lleno de cortadas, las comisuras de los labios están curvadas hacia arriba pero no es un gesto tranquilizador, sino tenebroso, ya que dos largas  incisiones lo acompañan haciendo que al abrir su boca, todo sea un mar de piel, carne y sangre.

Agacho la mirada.

—Deja de joderme, dijiste que si te mataba este infierno se acabaría —Le reclamo, aunque ya sé la respuesta nada favorable que me dará.

—Quizás fue la niña estúpida a la cual llamabas Sofía, pero yo no soy tan generoso. El juego apenas comienza —Estira su mano y yo no dudo en tomarla, es la única opción.

• • •

Holaaaa, perdonen por no actualizar hace tanto, estaba editando mi otra historia MI VIDA CON LAURA la cual está cada vez más extraña y emocionante, y por eso me había perdido de la faz.

¿Cómo les pareció este capítulo?
Esta señora está bien loca ¿No?
¿O la que no está cuerda soy yo?

Jajaja. Los quiero mucho 💞

Por: LVVB_03

Relatos Cortos de TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora