Observo su perfil recto, su nariz respingada, sus pestañas largas las cuales esconden unos profundos ojos negros y sus cejas pobladas con una cicatriz irregular que al instante llamó mi atención, gracias al contraste con su aspecto pulcro y elegante, preguntándome cada dos segundos: ¿cómo alguien tan perfecto es solo para mí?
Hace unas cuantas horas me recogió de mi casa con un fino traje azul celeste, muy bien planchado y me guió hasta su carro, mientras en su rostro surgía una gran sonrisa que resaltaba cada uno de sus atributos.
Lucía impecable con su cabello dorado aplastado con gel. Lo cierto es que siempre me gustó su estilo desaliñado, sus rizos brillantes cayendo en cascada sobre sus hombros y un pequeño mechón aventurero cubriendo su frente, pero, de cualquier manera y sin, o con esas horas dedicadas a solamente su aspecto, nunca encontraría un defecto en él.
Manejó un tiempo bastante reducido sin despegar la mirada de la carretera, que se encontraba extrañamente sola y cuando el ambiente se tornó un poco aterrador, frenó en un sitio que al principio no detallé con precisión, pero que después de varias miradas, reconocí como el lugar en el cual nos conocimos una noche fría y lluviosa de noviembre, un par de años atrás.
Había reservado una mesa muy elegante la cual tenía un grupo significativo de candelabros, copas de cristal, un vino blanco que desprendía una fragancia floral, y todo esto celebrando nuestro aniversario.
Pasamos una velada tan especial que sentía que en cualquier momento iba a cesar dando paso a un infierno, pero eso nunca sucedió. Me dijo lo mucho que me ama miles de veces y permaneció estático, observándome con admiración y una sonrisa casi imperceptible, cada que la ocasión se lo permitía.
Acabamos la cena, juntamos nuestras bocas con pasión en un beso corto, pero sincero y en este instante vamos a toda velocidad por la carretera principal con destino a ningún lugar, con los vidrios abiertos dejando que mi cabello juegue con el viento y el suyo se agite al ritmo del rock, que a todo volumen suena en la radio.
Levanto mi mano con el objetivo de recorrer su mandíbula y sus labios carnosos, hasta que él gira la vista de repente hacia mí, frenando en seco y cuando miro al frente veo el accidente que tiene a todos los carros detenidos.
Un vehículo azul está volcado con humo saliendo de todos los sitios, los vidrios rotos están regados por todo el lugar además de estar perforando la garganta de un hombre cubierto en sangre de pies a cabeza y su pierna está cruzada encima de la otra, con el fémur visible a toda luz.
Corro por la mitad de la vía reconociendo lo que está sucediendo y cuando miro la parte trasera abierta de par en par mostrando mi cabello negro hasta los hombros, una cinta que cubre mi boca, las múltiples puñaladas que me propinaron decorando mi abdomen y un agujero en mi cráneo del martillo que hace horas portaba mi asesino, no me quedan dudas.
Peleamos porque me iba a abandonar por otra chica, hice un alboroto alertando a todos los que comían junto a nosotros, él me controló poniendo una pizca de somnífero en mi bebida y cuando podía hacer conmigo lo que quisiera, me llevó a un lugar aledaño, me torturó y puso mi cuerpo en la cajuela de su carro último modelo con un objetivo en mente: Desaparecer mi cadáver, teniendo todo el camino libre para irse con la otra.
Giro mi cuerpo ignorando lo que acabo de presenciar, me subo nuevamente a su carro cerrando la puerta con firmeza, lo rodeo con mis brazos pequeños, intentando que en el gesto sean palpables mis objetivos y él enseguida, sin inmutarse ni un poco, pisa el acelerador alejándome de lo que sucedió, llevándome a donde lo desee para que podamos permanecer juntos por siempre...
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Por: LVVB_03
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Relatos Cortos de Terror
Gizem / GerilimCaminaba por toda la habitación con el deseo innato, con las ganas abrumadoras de leerlo que carcomían lentamente su mente. Pero las consecuencias podrían ser fatales. ¿Y qué con eso? Alejó la duda de su ser, lo tomó entre sus manos, lo admiró, reco...