c.s

1.9K 290 58
                                    

La habitación de JungKook es blanca. Me he encontrado con su mamá unos minutos atrás... Como siempre, me ha visto con ojos celosos, con molestia y con odio.

     No le agrado mucho.

     En la media hora que he estado esperando para entrar a su habitación, me he dado cuenta que mi vida se puso peor que en un inicio.

     Estoy en un estado de incredulidad conmigo mismo. Recapitulo todas mis acciones, buscando errores, solo para darme cuenta que desde el momento en el que me negué a dejar ir algo que ya no es mío, cada paso que he dado es un error.

     —Te tardaste mucho.

    JungKook es bueno para reclamar cuando arriesga mucho por mí.

     —Estaba... Fui a...

     Él simplemente alza sus cejas, con una pequeña sonrisa que era más una mueca de enojo que una expresión de felicidad. Lo comprendo, puedo entender perfectamente el por qué prefiere desviar sus ojos de los míos y mirar la pared clara del lugar. Yo giro sobre mis propios pies, deteniéndome en su rostro.

     JungKook tiene muchos golpes esparcidos por todo su rostro: en su nariz, en su ojo, en su mandíbula... En sus labios. Sus labios están rotos e hinchados, al igual que su nariz, la cual había estado sangrando hasta hacía un rato. Está un poco mejor que YoonGi, y sé eso porque he ido a ver al otro castaño. Me atrevo a decir que en esa pelea hubo una diferencia terrenal. Cuando JungKook es más alto y más fuerte, sumándole a su enojo que hizo saltar la vena de su cuello, y YoonGi es más calmado que él, incluso más pequeño, era obvio quién saldría más lastimado.

     La disputa fue demacrante para los dos. Intenté separarlos varias veces, pero me vencí cuando me di cuenta que no iba a ponerme en peligro, al ser inútil como siempre. JungKook no se detenía con YoonGi cuando lo tomaba del cuello y repartía golpes por todo su rostro; sin embargo, en cuanto YoonGi obtenía la delantera, la cantidad de ataques se igualaba.

     Así se la llevaron hasta que llegó la ayuda de dos almas piadosas, que me vieron no mover ni un dedo ante ellos. Dos chicos a los que no pude reconocer los separaron, y otros dos llamaron al número de emergencias al verlos golpeados tanto que la enfermera difícilmente podría darles cuidados a ambos rápidamente. Me encontré entonces en el hospital, con miedo de mis acciones y con miedo de la reacción que pudieran tener conmigo.

     Vi a YoonGi primero.

     ¿Por qué?

     No lo sé.

     Me gusta tomar como excusa que su madre me odia y su padre desearía no volverme a ver.

     —Mierda, odio que tenga razón ese idiota —lo escucho mascullar—. ¿Por qué hiciste eso, TaeHyung? Ya te dije que me estás hartando con tus estupideces. Lo que quieres no va a pasar.

     —Perdón, pero, qué te importa.

     Esas palabras hacen que el pelinegro me vea. Me acerco a él, a pasos lentos, manteniendo la distancia, como lo hice con YoonGi. No quiero enrollarme con ninguno en este momento.

     —¿Entonces por eso fue el beso?

     — No... Bueno... Sí, pero no es...

     —Ya no digas nada mejor, TaeHyung.

     —Es que no es como piensan que es, JungKook.

     —¿Y qué? —cuestiona molesto—. Dime, ¿qué esperabas? No sé cuántas veces te lo he dicho, me cansa seguirlo haciendo. Tú estúpido plan de mierda es egoísta.

     Siento por JungKook algo similar al calor del sol... Me quema la piel con su tacto, después causa dolor en mí. Su amor es como jugar a ver directamente a la estrella que nos da vida, te deja ciego. Soy ciego metafóricamente cuando estoy con él.

     Me hace sentir tan seguro que me da miedo.

     Me demuestra que me quiere al mismo tiempo que está con otras personas.

     Después me mira con sus ojos enojados y me hace odiarlo.

     ¿Quién es Jeon JungKook? No lo sabes, tal vez no lo sabrás o tal vez sí. Sólo puedo asegurarte que es muchísimo más de lo que alguien puede describir. JungKook es la luz encima tuyo y el brillo en la oscuridad, la mente única que no puedes encontrar, tu tipo correcto, la promesa de la eternidad. JungKook es todo... incluso malvado.

     Pero el tipo correcto, las mentes únicas y las promesas de la eternidad no existen. Así que JungKook también es nada.

     —No quiero pelear contigo de nuevo.

     —Hasta que esto no se detenga, las cosas serán así. Yo odiándolo y él odiándome, todos peleando. Entiende eso, TaeHyung. Esto es una guerra que jamás terminará a menos que tú lo desees.

     —Me preocupo por ti pero deja de creerte la gran cosa —hablo sin temor—. No me hables como si fueras mi dueño.

     No quiero herirlo.

     Hablo por inercia.

     A veces ni siquiera respondo de forma coherente.

    Sigo diciéndome esa clase de cosas intentado aceptar la cruda realidad: lo hago a propósito en busca de una excusa para evadir que soy un ser humano poco digno de respeto.  Tengo más defectos que cosas que destacar, y estoy tan enojado porque, aunque sea un maldito animal tengo a dos tipos detrás mío, y yo detrás de ellos. ¿Quién tiene en la cabeza para hacer esa clase de cosas y no verse como un idiota?

     —Sabes que eso no es cierto —asegura—. Sabes que me quieres, ¿verdad? Tú me amas.

     ¿Y qué puedo responder?

     ¿Qué sí?

     Para nada.

     Moriría antes que responder algo como eso. Me mato.

     Además, ¿no se da cuenta por lo que acabamos de pasar? ¿No lo entiende? Yo no sé qué sentir al respecto, mis sentimientos se comparten en dos personas... Pero JungKook se cree con privilegios por nuestra historia, por mis emociones y por su estúpido rostro lastimado que me mira suplicante.

     —No empieces con eso.

     —Deja de mentirte a ti mismo, TaeHyung. Como si no supieras quién es dueño de tu corazón.

     —¿Y tú qué sabes de eso?

     — Incluso si eres distraído, siempre habrá alguien en quien pienses más —Suelta rápidamente, sonriéndome con nostalgia olvidando el dolir sus moretones—. Quién te hace sentir seguro y feliz. Tú sabes quién es, y estoy seguro que sabes que soy yo. Siempre lo he sido.

     Sin embargo, cuando estoy a punto de responder esa pregunta, la puerta se abre. Veo a una chica entrar, una chica más baja que yo y más linda, con un cabello negro azabache perfectamente arreglado y una mirada de preocupación que se detiene en mí solo por un segundo.

     Una chica nueva.

     Bueno. No tan nueva.

     —¡JungKook! ¡Demonios! ¿Estás bien?

     Ella le lleva la mano hasta el rostro, verificando cada uno de sus raspones y moretones. Él no quita sus ojos de encima mío, prestándole poca atención. Mi corazón se vuelve duro en un ataque de celos instantáneos, el cual solo me permite observarlo altanero mientras me alejo hasta la puerta.

     —¿Qué haces aquí, Soo?

     — Me habló tu mamá —dice ella—. Sonaba muy alterada. Estaba ocupada, pero no me interesa eso si estás aquí, vine lo más rápido que pude.

     Ahí está esa diferencia.

     Sea como sea, sea con quien sea... Soy insuficiente.
    

CRY FOR YOU » kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora